Eugenio de Ávila
Jueves, 26 de Agosto de 2021
PASIÓN POR ZAMORA

Zamora necesita sus propios representantes políticos

Nuestra provincia, en los próximos dos años, debería formar un partido zamorano, interclasista, para llevar sus reivindicaciones a los parlamentos regionales y nacionales

[Img #56170]Ni soy un optimista antropológico como aquel badulaque de presidente que fuese Zapatero, ni tampoco un pesimista agorero. Analizo la sociedad en la que vivo desde el conocimiento de su historia contemporánea, con la experiencia de los años vividos y el conocimiento de lo que fue y es el periodismo local.

 

Soy político porque vivo en sociedad. Amo la política, como una de las actividades humanas más elevadas. No soy, ni lo seré, político de partido, persona que comulgue con las directrices del que ordena y manda. Sospecho de toda persona que se dedica a la política para figurar, ascender de escala social, enriquecerse y mentir y engañar, dos verbos claves para hacer carrera en cualquier partido e institución. Cierto que siempre hay excepciones. Pero los que accedieron a la res pública con intención de trabajar para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos, de su ciudad, de su región, de su nación, acaban pronto sus carreras políticas, traicionados por los que creían sus amigos. Sucede a derecha e izquierda. Incluso las purgas entre los marxistas resultan más cruentas. Ahí está la historia, la documentada; que no tiene nada que ver con eso de la memoria.

 

Como miembro de esta sociedad en la que vivo y disfruto, aunque me enoje, me enerve, llore con lágrimas secas y critique sin palabras, escribo sobre Zamora, de sus cuitas y glorias, tan pocas, sepultadas por la losa de la historia; de su decadencia y estado económico y demográfico, porque me duele, tanto como a Unamuno España, aunque la nación sea mucho más grande, y, porque, además, me sirve de terapia, me cura. Cada verbo que pienso y transformo en nombre, adjetivo, artículo, determinado o indeterminado, me descarga del pesado metal  de la indignación. Escribo para calmarme, porque expulso furia y desasosiego; dejo de ser un hijo de la ira, para transformarme en un hermano de la calma, en caballero británico pasado por el románico de mi tierra.

 

Ahora bien,  no ahorro críticas a los políticos, tanto a los que fueron y ya no son, como a los que están en hedonismo del poder, en la bicoca de percibir un salario muy superior a su real valía,  y empresarios que, al amparo de la amistad política, aumentaron sus patrimonios más allá de su capacidad industrial y mercantil.

 

Porque considero que el mal económico de Zamora y también su provincia hunde sus raíces en decisiones políticas de gobiernos de la nación, que descargaron de  Estado a nuestra ciudad,  toleradas por sus vicarios de provincias, diputados nacionales y senadores, y de ejecutivos de la comunidad autónoma, que nuestros procuradores, los del PP, se “tragaron”, prietas las filas, obedientes, porque así lo ordenaba el jefe de Pucela. Y así se nos fueron los millones que regaló Europa para las provincias más depauperadas, con el objetivo de homogeneizar la comunidad autónoma, al eje Valladolid, con su apéndice Palencia, y Burgos, capitales que progresaron enormemente desde la década de los 80 hasta esta tercera década de la actual centuria. Mientras, Zamora, engañada y acobardada, apática y servil, se diluyó, menguó, encaneció y envejeció hasta entrar en este coma económico y social que nos invita a permanecer a la cola de España en actividad y batir marcas de despoblación.

 

E intento con estos escritos de llanto y grito que zamoranos que piensan como yo se rebelen, se una, combatan, no se resignen a que dejar de ser, a que se ríen de nosotros con cuatro promesas que no se cumplen, como lo de Monte la Reina y la instalación de una unidad militar en su territorio; la N-122 transformada en autovía, una pelota cuadrada con la que han jugado, desde hace décadas, PSOE y PP; que no se crean que las ridículas pensiones de nuestros jubilados nos las paga Pedro Sánchez ahora y Rajoy antes, que ese dinero sale del pueblo, de un pueblo estabulado, hipnotizado por las televisiones, siempre al servicio del poder, como casi todos los medios de comunicación; prensa como arma del capital político.

 

No sé cuándo se convocarán elecciones legislativas, quizá en el otoño de 2023. Poco más de dos años. Hay que prepararse para repeler a los grandes partidos nacionales, para sancionarles con nuestros votos,  nuestras únicas balas. Por enésima vez, reitero que Zamora clama por la formación de un partido político provincial, con gente libre, sin compromisos, que venga a la res pública a servir al pueblo, que se comprometa, ante notario, a cumplir con un programa electoral, y, si falta a la palabra, dimisión inmediata.

 

Zamora no aguantaría otros cuatro años esquilmada por las instituciones públicas, dirigidas por los partidos nacionales. Para entonces, un servidor ya se habrá jubilado, me hallaré en el umbral de la vejez, una edad que duele mucho, según me confesaba mi  querido padre. Pero, si hay salud, seguiré escribiendo por amor a Zamora, porque me lo exige mi dignidad como persona y porque alguien como usted me leerá y aprobará mi sintaxis enamorada.    

Eugenio-Jesús de Ávila

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