Zamoranos: ¡No nos queda tiempo!
O los zamoranos reaccionamos,o en 2030 nos habremos convertido en una provincia de pensionistas y residencia de la tercera edad
Si a usted, sea diestro o siniestro, de izquierdas porque odia a la derecha, o conservador porque le tiene miedo a la revolución, quiere que Zamora sigue perdiendo habitantes, tantos que se convierta toda la provincia en un desierto demográfico, y que ocupe el último lugar en actividad económica, siga votando, en las próximas legislativas al PSOE o al PP. No hay mejor opción que elegir las listas que elaboren los jerarcas de los respectivos partidos en Madrid para que esta provincia desaparezca, hasta ser absorbida, la zona norte, por León, y la más al sur por Salamanca. En el mitad de la geografía, la capital como Museo de Arte Románico y también como marco idóneo para tesis de sociología, demografía y, por qué no, de psicología, sin olvidarme la antropología. También los geriatras obtendrán un campo extraordinario para sus estudios.
Quizá habrá algún sujeto que se carcajee de lo que escribo, gente sin preparación, amante del odio a lo que le molesta, envidiosa del talento y del genio, analfabeta de lecturas y de sentimientos, incapacitada para el debate, sin argumentos lógicos. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, que cantará el viejo Serrat. Ahí están las consecuencias económicas y sociales que sufre y padece Zamora por votar, secularmente, a PSOE y PP, elección tras elección, si exceptuamos a la UCD al inicio de la democracia, y a VOX en las últimas.
De seguir esta progresión, la provincia perderá otros 20.000 habitantes antes de concluir esta tercera década del siglo XXI. Mientras, la capital conocerá los mismos habitantes que en 1965, alrededor de 50.000. Por supuesto, la edad media se habrá elevado hasta los 60 años. Con una población tan escasa, apenas se necesitarán funcionarios. ¡Para qué! Sin personas, no necesidad de burocracia.
Zamora contará en 2030 con unos 100.000 pensionistas, quizá el mayor tanto por ciento entre las españolas. Los jóvenes se irán a partir de los 17 años para nunca más volver, solo en Navidad y en Semana Santa y alguna semana del verano. Las comarcas del occidente se habrán convertido ya en auténticos desiertos demográficos, con una edad media superior a los 70 años. Proliferarán en las cabeceras de partido las residencias de la tercera edad, el mejor negocio para el futuro de nuestra provincia.
Políticos y empresarios ricos comprarán fincas y dehesas para dedicarlas a la práctica cinegética, pues la población de ciervos, jabalíes, lobos y corzos aumentará de una forma descomunal. Se celebrarán también grandes fiestas en las mansiones de esas haciendas privadas entre los plutócratas de Castilla y León y el resto de la España más avanzada económica y técnicamente. Los pocos zamoranos que se hayan quedado a vivir en estos territorios entrarán al servicio de los nuevos amos.
No existirá, por supuesto, la prensa de papel, que si ya da pérdidas ahora, mantenida, no obstante, por la publicidad pública, dentro de una década no merecerá la pena conservar o sostener. En una sociedad sin actividad económica y social, con políticos vicarios, gente mayor y estabulada, no se necesita ya hacer proselitismo a través de los medios de comunicación. Para entonces, Zamora será una ciudad museo y la provincia extenso páramo con hoteles para personas mayores. El nacimiento de un niño se festejará como el premio gordo en la lotería de Navidad. Por el contrario, habrá mucho centenario, más féminas, por supuesto, que varones, que contarán batallas de lo que fue Zamora en su juventud y explicarán las causas de su estado de postración.
Un dato muy importante para los zamoranos de la capital. Dentro de una década, no habrá cargadores para los pasos de Semana Santa, y los que queden, cofrades que vivirán lejos de los límites provinciales. Todo irá menguando. Seremos tan viejos, que los que frisen los 70 años parecerán unos jovenzuelos.
Todo esto sucederá si nosotros, los que ahora vivimos aquí, seguimos votando lo que nos echen en las papeletas, sin pedir cuentas, sin exigir, y nos cruzamos de brazos ante las promesas incumplidas del Gobierno sobre la unidad militar en Monte la Reina, la transformación en autovía de la N-122, y los caciques políticos y empresariales de Zamora continúan puteando el futuro de la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco.
Ojalá tampoco me convierta en la excepción y no sea profeta en mi tierra; pero la deriva de nuestra geografía, la mansedumbre de sus habitantes y la falta de crítica de la prensa me invitan a pensar en lo peor. No nos queda tiempo. Y lo poco que resta para el finiquito nos lo robarán los reaccionarios, los que odian el progreso y quieren una Zamora rendida, humillada y vieja.
Eugenio-Jesús de Ávila
Si a usted, sea diestro o siniestro, de izquierdas porque odia a la derecha, o conservador porque le tiene miedo a la revolución, quiere que Zamora sigue perdiendo habitantes, tantos que se convierta toda la provincia en un desierto demográfico, y que ocupe el último lugar en actividad económica, siga votando, en las próximas legislativas al PSOE o al PP. No hay mejor opción que elegir las listas que elaboren los jerarcas de los respectivos partidos en Madrid para que esta provincia desaparezca, hasta ser absorbida, la zona norte, por León, y la más al sur por Salamanca. En el mitad de la geografía, la capital como Museo de Arte Románico y también como marco idóneo para tesis de sociología, demografía y, por qué no, de psicología, sin olvidarme la antropología. También los geriatras obtendrán un campo extraordinario para sus estudios.
Quizá habrá algún sujeto que se carcajee de lo que escribo, gente sin preparación, amante del odio a lo que le molesta, envidiosa del talento y del genio, analfabeta de lecturas y de sentimientos, incapacitada para el debate, sin argumentos lógicos. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, que cantará el viejo Serrat. Ahí están las consecuencias económicas y sociales que sufre y padece Zamora por votar, secularmente, a PSOE y PP, elección tras elección, si exceptuamos a la UCD al inicio de la democracia, y a VOX en las últimas.
De seguir esta progresión, la provincia perderá otros 20.000 habitantes antes de concluir esta tercera década del siglo XXI. Mientras, la capital conocerá los mismos habitantes que en 1965, alrededor de 50.000. Por supuesto, la edad media se habrá elevado hasta los 60 años. Con una población tan escasa, apenas se necesitarán funcionarios. ¡Para qué! Sin personas, no necesidad de burocracia.
Zamora contará en 2030 con unos 100.000 pensionistas, quizá el mayor tanto por ciento entre las españolas. Los jóvenes se irán a partir de los 17 años para nunca más volver, solo en Navidad y en Semana Santa y alguna semana del verano. Las comarcas del occidente se habrán convertido ya en auténticos desiertos demográficos, con una edad media superior a los 70 años. Proliferarán en las cabeceras de partido las residencias de la tercera edad, el mejor negocio para el futuro de nuestra provincia.
Políticos y empresarios ricos comprarán fincas y dehesas para dedicarlas a la práctica cinegética, pues la población de ciervos, jabalíes, lobos y corzos aumentará de una forma descomunal. Se celebrarán también grandes fiestas en las mansiones de esas haciendas privadas entre los plutócratas de Castilla y León y el resto de la España más avanzada económica y técnicamente. Los pocos zamoranos que se hayan quedado a vivir en estos territorios entrarán al servicio de los nuevos amos.
No existirá, por supuesto, la prensa de papel, que si ya da pérdidas ahora, mantenida, no obstante, por la publicidad pública, dentro de una década no merecerá la pena conservar o sostener. En una sociedad sin actividad económica y social, con políticos vicarios, gente mayor y estabulada, no se necesita ya hacer proselitismo a través de los medios de comunicación. Para entonces, Zamora será una ciudad museo y la provincia extenso páramo con hoteles para personas mayores. El nacimiento de un niño se festejará como el premio gordo en la lotería de Navidad. Por el contrario, habrá mucho centenario, más féminas, por supuesto, que varones, que contarán batallas de lo que fue Zamora en su juventud y explicarán las causas de su estado de postración.
Un dato muy importante para los zamoranos de la capital. Dentro de una década, no habrá cargadores para los pasos de Semana Santa, y los que queden, cofrades que vivirán lejos de los límites provinciales. Todo irá menguando. Seremos tan viejos, que los que frisen los 70 años parecerán unos jovenzuelos.
Todo esto sucederá si nosotros, los que ahora vivimos aquí, seguimos votando lo que nos echen en las papeletas, sin pedir cuentas, sin exigir, y nos cruzamos de brazos ante las promesas incumplidas del Gobierno sobre la unidad militar en Monte la Reina, la transformación en autovía de la N-122, y los caciques políticos y empresariales de Zamora continúan puteando el futuro de la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco.
Ojalá tampoco me convierta en la excepción y no sea profeta en mi tierra; pero la deriva de nuestra geografía, la mansedumbre de sus habitantes y la falta de crítica de la prensa me invitan a pensar en lo peor. No nos queda tiempo. Y lo poco que resta para el finiquito nos lo robarán los reaccionarios, los que odian el progreso y quieren una Zamora rendida, humillada y vieja.
Eugenio-Jesús de Ávila



























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