PASIÓN POR ZAMORA
Si el Estado no invierte aquí, Zamora morirá
No nos queda tiempo
Los ayuntamientos de Zamora, Benavente y Toro, las tres ciudades de la provincia, y la Diputación carecen del poder económico suficiente para transformar urbes y el resto del territorio. Y, cuando lo hubo, en tiempos periclitados, se gastó mal y de manera discrecional. Estas instituciones se dedican a maquillar los rostros de las urbes y de la geografía provincial. No hay dinero para curar a los enfermos. Solo da para poner las caras más bonitas.
El trabajo, loable, de ayuntamiento e institución provincial, siempre será epidérmico. Pueden embellecer las ciudades y realizar obras que mejoren los servicios mínimos de los pueblos. Pero sus presupuestos no dan para curar sus vísceras, mejorar sus estructuras óseas, sus interiores. Esa tarea solo puede realizarla el Estado.
Pero los gobiernos que administran el Estado invirtieron en Zamora por inercia, porque no había otro remedio. Recuerdo con el último tramo de la autovía de la Vía de la Plata fue la que unía la capital de la provincia con Benavente. Todavía falta convertir en autovía la Zamora-frontera de Portugal, nacional 122 que atraviesa Alcañices. Una locura. Y el AVE llegó a nuestra ciudad y atraviesa la provincia, porque nadie se podría saltar nuestra geografía para acceder a Galicia.
Además del olvido secular de ejecutivos del PSOE y del PP y de quitarnos organismos públicos de Zamora, cerrarnos líneas férreas, prisión provincial, Universidad Laboral, Regimiento Toledo, reconversión agroganadera, todo en el debe del felipismo. La Junta, siempre en poder del PP, nos ha dado migajas de mendrugos mientras a Valladolid y Burgos y otras provincias se las invitaba a grandes mariscadas. Esas provincias crecieron y Zamora menguó.
Porque nuestra tierra, sin las inversiones de las instituciones públicas, autonómica y nacional, jamás saldrá de su decadencia económica y social. Y no esperemos nada de los políticos del PP y del PSOE. Los socialistas que ocupan poltrona en Senado y Congreso de los Diputados callan sobre Monte la Reina, la N-122 y los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril. Los del PP protestan ahora que manda el PSOE y los comunistas, esos que exigen que no se coma carne, pero en sus casas cenan solomillo de ternera; pero, cuando mandaron en La Moncloa, silencio sepulcral. Y Maíllo era el hijo político predilecto de Rajoy. Rien de Rien.
Cuando se trata de la Junta de Castilla y León, los procuradores populares ni piden, ni dan, ni se les oye. Solo aparecen cuando se trata de ponderar los presupuestos para loar el cariño y la ternura con las que el ejecutivo que preside Mañueco trata a Zamora. Sin embargo, los socialistas, Ana Sánchez, una Agustina de Aragón con obuses en su voz, y José Ignacio Martín Benito, un ejemplo de político, sensato, erudito y discreto, exigen, piden y acusan a la Junta buscando lo mejor para nuestra tierra.
No obstante, reconozco que Mañueco ha estado más cercano a Zamora al adelantar 15 millones para Monte la Reina, y otros tantos para el Conservatorio de Música. Pero, en cambio, ¿qué tenemos que agradecer al gobierno social-comunista los zamoranos? Nos ofrecieron y nos defraudaron. La palabra de un político carece de honor. Las regalan. No les cuesta nada. Defienden una cosa y la contraria. ¡Qué más da! Los cándidos siempre votan en la misma dirección. La gente con fe en religiones e ideologías resulta fácil de engañar. Solo creo en los hechos.
Corolario: nuestros políticos deberían de comportarse antes que como socialistas o conservadores como zamoranos. Criticar a sus respectivos gobiernos cuando agreden, agravian y menosprecian a nuestra tierra, porque Zamora es lo más importante, a quienes se deben. Pero funcionan como vicarios de sus formaciones políticas. Unos y otros, por temor a perder el chollo, saben administrar sus silencios cuando se trata de criticar a sus caudillos y jerarcas.
Insisto: si el Estado no invierte, nuestra provincia se morirá. No nos queda tiempo. Cronos se ha convertido en nuestro enemigo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Los ayuntamientos de Zamora, Benavente y Toro, las tres ciudades de la provincia, y la Diputación carecen del poder económico suficiente para transformar urbes y el resto del territorio. Y, cuando lo hubo, en tiempos periclitados, se gastó mal y de manera discrecional. Estas instituciones se dedican a maquillar los rostros de las urbes y de la geografía provincial. No hay dinero para curar a los enfermos. Solo da para poner las caras más bonitas.
El trabajo, loable, de ayuntamiento e institución provincial, siempre será epidérmico. Pueden embellecer las ciudades y realizar obras que mejoren los servicios mínimos de los pueblos. Pero sus presupuestos no dan para curar sus vísceras, mejorar sus estructuras óseas, sus interiores. Esa tarea solo puede realizarla el Estado.
Pero los gobiernos que administran el Estado invirtieron en Zamora por inercia, porque no había otro remedio. Recuerdo con el último tramo de la autovía de la Vía de la Plata fue la que unía la capital de la provincia con Benavente. Todavía falta convertir en autovía la Zamora-frontera de Portugal, nacional 122 que atraviesa Alcañices. Una locura. Y el AVE llegó a nuestra ciudad y atraviesa la provincia, porque nadie se podría saltar nuestra geografía para acceder a Galicia.
Además del olvido secular de ejecutivos del PSOE y del PP y de quitarnos organismos públicos de Zamora, cerrarnos líneas férreas, prisión provincial, Universidad Laboral, Regimiento Toledo, reconversión agroganadera, todo en el debe del felipismo. La Junta, siempre en poder del PP, nos ha dado migajas de mendrugos mientras a Valladolid y Burgos y otras provincias se las invitaba a grandes mariscadas. Esas provincias crecieron y Zamora menguó.
Porque nuestra tierra, sin las inversiones de las instituciones públicas, autonómica y nacional, jamás saldrá de su decadencia económica y social. Y no esperemos nada de los políticos del PP y del PSOE. Los socialistas que ocupan poltrona en Senado y Congreso de los Diputados callan sobre Monte la Reina, la N-122 y los terrenos de Adif en la Estación del Ferrocarril. Los del PP protestan ahora que manda el PSOE y los comunistas, esos que exigen que no se coma carne, pero en sus casas cenan solomillo de ternera; pero, cuando mandaron en La Moncloa, silencio sepulcral. Y Maíllo era el hijo político predilecto de Rajoy. Rien de Rien.
Cuando se trata de la Junta de Castilla y León, los procuradores populares ni piden, ni dan, ni se les oye. Solo aparecen cuando se trata de ponderar los presupuestos para loar el cariño y la ternura con las que el ejecutivo que preside Mañueco trata a Zamora. Sin embargo, los socialistas, Ana Sánchez, una Agustina de Aragón con obuses en su voz, y José Ignacio Martín Benito, un ejemplo de político, sensato, erudito y discreto, exigen, piden y acusan a la Junta buscando lo mejor para nuestra tierra.
No obstante, reconozco que Mañueco ha estado más cercano a Zamora al adelantar 15 millones para Monte la Reina, y otros tantos para el Conservatorio de Música. Pero, en cambio, ¿qué tenemos que agradecer al gobierno social-comunista los zamoranos? Nos ofrecieron y nos defraudaron. La palabra de un político carece de honor. Las regalan. No les cuesta nada. Defienden una cosa y la contraria. ¡Qué más da! Los cándidos siempre votan en la misma dirección. La gente con fe en religiones e ideologías resulta fácil de engañar. Solo creo en los hechos.
Corolario: nuestros políticos deberían de comportarse antes que como socialistas o conservadores como zamoranos. Criticar a sus respectivos gobiernos cuando agreden, agravian y menosprecian a nuestra tierra, porque Zamora es lo más importante, a quienes se deben. Pero funcionan como vicarios de sus formaciones políticas. Unos y otros, por temor a perder el chollo, saben administrar sus silencios cuando se trata de criticar a sus caudillos y jerarcas.
Insisto: si el Estado no invierte, nuestra provincia se morirá. No nos queda tiempo. Cronos se ha convertido en nuestro enemigo.
Eugenio-Jesús de Ávila
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