Jueves, 25 de Septiembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Lunes, 13 de Septiembre de 2021
CON LOS CINCO SENTIDOS

Ni un minuto más

 [Img #56731]Estoy en un momento de mi vida, en una etapa que ya está durando año y pico, en los que me siento ciertamente perdida. Nunca pensé que una mujer de mediana edad, de la mediana edad del siglo XXI (que no es lo mismo que una mediana edad de principios del siglo XX, cuando tener cincuenta años significaba dar por finiquitada tu vida de mujer sensual y seductora para la eternidad de las eternidades mundanas)  pudiera experimentar semejante sensación.

      Me siento como una piedra en mitad de un cruce de caminos; un camino te lleva al tedio, a la conformidad sentimental e intelectual, a no ser nada relevante para nadie aunque tengas méritos, muchos más que la inmensa minoría; ese camino no es molesto. Es cómodo,  pero aburre tanto que dan ganas de encharcar mi único pulmón útil de manera definitiva. Es como si esta vida no fuera la mía, como si la estuviese viendo en pantalla panorámica en una sala de cine, por supuesto y obviamente, en el cuerpo y en la mente de otra persona que jamás puedo ser yo. Me niego.

   Otro camino, el otro que me queda en la bifurcación, es más vital, más peligroso y emocionante, pero demasiado pedregoso. En ese camino duro poco. Es fascinante, pero mortal. No sé si compensa, realmente… Nunca me tuve por persona cobarde o por alguien que se achanta ante los problemas pequeños, de media entidad o los grandes problemas que puedan afectar a mi persona, a los míos o a mis allegados. Siempre he salido airosa, aún empeñando la salud en ello. No soy cobarde, pero tampoco soy idiota. Donde sobro, me esfumo antes de que se me eche de más. Siempre he preferido que me anhelen a que me desprecien o sientan cierto desdén hacia mi persona. Sé cuándo he de hacer “mutis por el foro”, lo siento en mis huesos, lo presiento, como dicen los ingleses “I feel it in my bones”. Aparezco a destiempo, muy de cuando en cuando, para que se pregunte por mí o para que se me olvide. Me es igual.

   ¿Qué camino he de elegir? ¿El que me provoca tedio y me quita las ganas de levantarme cada mañana, o el que me quita el sueño y me daña? Pues ninguno de los dos. Uno no nace para que le jodan la vida los propios y los ajenos, para que te destrocen sin saber nada de lo que realmente te ocurre. Mi amiga Blanca me dice que no hay nada malo en bloquear de tu vida a los indeseables (hombres y mujeres, cercanos o lejanos) a los que una y otra vez se empeñan en hacerte sufrir; que una ya ha pasado “las de Caín” como para aguantar a más gilipollas. Que es hora de disfrutar, de agarrar cada día por si mañana no amanece y el que te hizo daño ayer y anteayer con su egocentrismo se encuentra con la noticia de tu falta y se la suda, porque nunca te tuvo en cuenta.

   Me doy a quien se da. Ayudo a quien me ayuda. Aporto a quien me aporta. Huyo del que daña por deporte en el sueño naif de que se quedará tan solo que se dará cuenta de que sólo se dañó a sí mismo. Soy una mujer de mediana edad que se ha dado cuenta de que la adolescencia y la juventud se me quedaron atrás, pero aún me queda mucho camino por delante para solazarme y disfrutar de las cosas buenas de la vida sin que la gente amargada e impotente que he tenido la desgracia de conocer, me joda un minuto más.

Ni un minuto más.

Nélida L. del Estal Sastre

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