PASIÓN POR ZAMORA
Zamora: Ave Fénix
A Miguel de Unamuno le dolía España. A un servidor, le duele Zamora, que es una España pequeñita, olvidada, traicionada por sus políticos, decrépita y decadente. Pero la gente como yo no se rinde: critica y construye, zahiere y anima, fustiga y crea. Hay una ciudad y una provincia que se nos muere. Sí. Negarlo constituirá una afrenta a la evidencia, un insulto a la inteligencia; no querer ver la realidad, no palparla, respirarla, una traición a uno mismo. Pero mientras late este corazón colectivo, por el que circula la sangre del Duero, con sus nieblas y carpas, sequías y juncos, habrá que seguir en el combate, con el peto del orgullo y el espaldar de nuestra historia, para desfacer entuertos e inyectar esperanza a este cuerpo delicado, pero firme; sensible, pero férreo.
Tenemos que quitarnos la roña política que tanto mal nos ha hecho durante esta democracia del tururú, un engaño manifiesto, que solo se creen los cándidos, ingenuos y analfabetos. No podemos cruzarnos de brazos ante el poder, a esa tropa de malandrines que sirven a sus jerarcas de Valladolid y Madrid, a los que Zamora les trae sin cuidado, porque somos muy mayores, pusilánimes y no representamos nada para nadie. Nos vienen engañando desde que se inauguró este sistema, una sutil dictadura de partidos foráneos, una partitocracia para tontos de baba.
Nosotros, los zamoranos, solo tenemos una patria primera, nuestra ciudad y su provincia. Deleguemos nuestro poder, nuestro futuro, en políticos no profesionales, que quieran trabajar y esforzarse por cambiar el actual estado económico y social de nuestra geografía. Porque Zamora y los zamoranos, la gente más humilde y sencilla, la que lo pasa canutas para llegar a final de mes con una pensión misérrima, un salario corto y mezquino, la que carece de trabajo, la que labra el campo y recoja escasa cosecha, la que ordeña ubres de vaca para percibir un pago vergonzante, la que abrió un comercio para ir tirando y se la comen con impuestos, alquileres desfasados, necesita políticos que conozcan sus problemas, dispuestos a dejar su tiempo para mejorar su status quo, sin tener que consultar a la Junta o al gobierno de Madrid qué es lo que les está permitido y qué lo que se les prohíbe hacer en la administración de la res pública zamorana.
Los zamoranos solo podemos confiar ya en personas como nosotros, que lleguen a la política para transformar nuestra sociedad, nunca para enriquecerse, servir a sus intereses particulares y rendirse a sus jefes regionales o nacionales.
No me fío de los grandes partidos. Como manifesté en su momento, en presencia de Maíllo, Valdeón, Castro, Pilar de la Higuera, cuando era subdelegada del Gobierno, y otros políticos zamoranos, hace de esto más diez años, hay que ser más zamorano y menos del PSOE y del PP. Extirpemos este mal político antes de que haga metástasis y comencemos a construir nuestro futuro con gente de casa: turismo, transformación de materias primas, cuidado de nuestro patrimonio monumental e histórico, personalidad política, y Zamora se convertirá en el Ave Fénix de España. Tenemos que quitarnos tanta mugre de nuestra epidermis política. Jabón lagarto para limpiar, cuando sea menester, las urnas electorales.
Eugenio-Jesús de Ávila
A Miguel de Unamuno le dolía España. A un servidor, le duele Zamora, que es una España pequeñita, olvidada, traicionada por sus políticos, decrépita y decadente. Pero la gente como yo no se rinde: critica y construye, zahiere y anima, fustiga y crea. Hay una ciudad y una provincia que se nos muere. Sí. Negarlo constituirá una afrenta a la evidencia, un insulto a la inteligencia; no querer ver la realidad, no palparla, respirarla, una traición a uno mismo. Pero mientras late este corazón colectivo, por el que circula la sangre del Duero, con sus nieblas y carpas, sequías y juncos, habrá que seguir en el combate, con el peto del orgullo y el espaldar de nuestra historia, para desfacer entuertos e inyectar esperanza a este cuerpo delicado, pero firme; sensible, pero férreo.
Tenemos que quitarnos la roña política que tanto mal nos ha hecho durante esta democracia del tururú, un engaño manifiesto, que solo se creen los cándidos, ingenuos y analfabetos. No podemos cruzarnos de brazos ante el poder, a esa tropa de malandrines que sirven a sus jerarcas de Valladolid y Madrid, a los que Zamora les trae sin cuidado, porque somos muy mayores, pusilánimes y no representamos nada para nadie. Nos vienen engañando desde que se inauguró este sistema, una sutil dictadura de partidos foráneos, una partitocracia para tontos de baba.
Nosotros, los zamoranos, solo tenemos una patria primera, nuestra ciudad y su provincia. Deleguemos nuestro poder, nuestro futuro, en políticos no profesionales, que quieran trabajar y esforzarse por cambiar el actual estado económico y social de nuestra geografía. Porque Zamora y los zamoranos, la gente más humilde y sencilla, la que lo pasa canutas para llegar a final de mes con una pensión misérrima, un salario corto y mezquino, la que carece de trabajo, la que labra el campo y recoja escasa cosecha, la que ordeña ubres de vaca para percibir un pago vergonzante, la que abrió un comercio para ir tirando y se la comen con impuestos, alquileres desfasados, necesita políticos que conozcan sus problemas, dispuestos a dejar su tiempo para mejorar su status quo, sin tener que consultar a la Junta o al gobierno de Madrid qué es lo que les está permitido y qué lo que se les prohíbe hacer en la administración de la res pública zamorana.
Los zamoranos solo podemos confiar ya en personas como nosotros, que lleguen a la política para transformar nuestra sociedad, nunca para enriquecerse, servir a sus intereses particulares y rendirse a sus jefes regionales o nacionales.
No me fío de los grandes partidos. Como manifesté en su momento, en presencia de Maíllo, Valdeón, Castro, Pilar de la Higuera, cuando era subdelegada del Gobierno, y otros políticos zamoranos, hace de esto más diez años, hay que ser más zamorano y menos del PSOE y del PP. Extirpemos este mal político antes de que haga metástasis y comencemos a construir nuestro futuro con gente de casa: turismo, transformación de materias primas, cuidado de nuestro patrimonio monumental e histórico, personalidad política, y Zamora se convertirá en el Ave Fénix de España. Tenemos que quitarnos tanta mugre de nuestra epidermis política. Jabón lagarto para limpiar, cuando sea menester, las urnas electorales.
Eugenio-Jesús de Ávila
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