Eugenio de Ávila
Viernes, 17 de Septiembre de 2021
PASIÓN POR ZAMORA

La Zamora del futuro y sus líderes sociales

FERPRIEl Día de Zamora nunca  fue, ni es, ni será en las ediciones que le queden por delante, un periódico dulce con el poder. La prensa siempre debe, como principal objetivo, hostigar, zaherir, pinchar al que manda y ordena, al que hace más difícil y compleja la vida de una gran mayoría. Mis críticas me supusieron pasar por fascista, liberal, marxista y anarquista. Quizá sea un poco de todo. Yo sí sé lo que no soy, pero todavía, a mis años, ignoro lo que soy. Eso sí, un simple mortal que, cuando se observa al espejo al alba se cuenta una arruga más y un cabello menos. Y apenas nada más. Aquí me tendrá para lo que se tercie durante un tiempo. Salud. Después llegará el amor.

 

Tuve que fundar un periódico para poder escribir en libertad. En el engullido por las fauces del  capital foráneo El Correo de Zamora me censuraron una cita de Azaña. Correría el año 1987. En TVE, cuando mandaba el felipismo, también. En La Prensa de Zamora, hecho por un sector del PP para competir con el diario que minimizó la cabecera del centenario  periódico, dominado entonces por otros hombres, con mando en plaza, populares, imposible. En La Voz de Zamora, periódico que creé, del que fui director, pero no editor, me echaron por no querer escribir al dictado del capitalista. Empírico.

 

Zamora, con prensa libre, jamás habría conocido esta decadencia económica y social, porque los políticos felones zamoranos, los vicarios del PP y del PSOE, no se hubiesen atrevido a jugar con nuestra tierra, con nuestros negocios, con nuestro trabajo; porque ese periódico hubiera criticado cada acción de esta gente en Cortes de Castilla y León, Congreso y Senado contraria a los intereses de esta ciudad y provincia.  Pero la prensa mansa obedece siempre a quién manda, que suele pagar en  publicidad para comprar silencios.

 

Políticos y periodistas suelen ir de la mano, del brazo, del cerebro, como si fuesen siameses. Unos y otros carecen de seriedad, andan huérfanos de lealtad con los compañeros, ponen zancadillas al que destaca, al que muestra superioridad intelectual y ética. No existe la fidelidad. Se doctoran en felonía. No resulta positivo fiarse ni de un tío-tía que vive de la política, un profesional de la res pública; ni un director ni una directora de un redactor jefe que se considera más preparado que él o ella. Por supuesto, un periodista que destaca en la redacción podría despertar la envidia de sus superiores, de tal manera que lo echarían por cualquier motivo o nunca pasaría de su categoría. Solo trepan los cobistas en política y periodismo.

 

En una ciudad como la nuestra, menguante, todos nos conocemos, dicen. Yo creo que, en absoluto, es cierto ese aserto. Creo que casi todos nos desconocemos, que nadie conoce a nadie, solo de vista, de cruzarse, de coincidir en calles, rúas, bares, cines y teatros.  Hay gente que tampoco se conoce a sí misma. Según sea tu aspecto, su calidad de vida, su éxito personal, atractivo y elegancia, recogerás la envidia del prójimo, al que no le has hecho nada, ni bueno ni malo; pero le duele más tu triunfo profesional, personal, erótico, que su gloria particular.

 

En Zamora se castiga pensar, ser diferente, distinto, tener personalidad. Se premia la vulgaridad, dar coba, la estolidez, la jeta. Si reflexionas sobre los males de nuestra tierra, si los describes con datos, con evidencias, siempre habrá algún fulano o mengana dispuestos, con falacias, insultos, improperios, a enterrarte en vida. Se prefiere al que guarda silencio, al que no critica el estado de las cosas, al que todo lo ve bien, al que no propone ideas, al que no se mueve de su posición de privilegio.

 

Mantengo, no obstante, cierta esperanza en algunos zamoranos que se rebelan contra la mediocridad, contra el poder secular, contra la apatía. Verbigracia: ciertos miembros de Zamora10, con su gerente, Francisco Prieto, a la cabeza; Viriatos, liderado por Ana Morillo; los movimientos en contra de macrogranjas y fotovoltaicas y a favor de la Sanidad Pública; los alcaldes de los municipios ribereños del embalse del Esla, con Javier Aguado a la cabeza, que han dado la cara, sin temor a que se la partieran, pero no ofrecieron la otra mejilla; que se han movido, que no han parado en mostrar cómo nos trata Iberdrola a los zamoranos. Ya se sabe en la Unión Europea y en España.  Vicente Merino Febrero, un ingeniero y empresario, que, después de ser chantajeado, puteado, vilipendiado por los amigos del poder a través de su prensa, cambiará el porvenir industrial de esta provincia. Son pocos estos líderes sociales, pero bizarros, valientes, coherentes y zamoranos. Tienen la razón y, poco a poco, la fuerza.

 

Esa es la Zamora del futuro, la que no se resigna a su suerte, la que quiere cambiar su destino y detener su viaje en el túnel del tiempo hacia una provincia caciquil, retrasada y analfabeta.

Eugenio-Jesús de Ávila

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