Eugenio de Ávila
Miércoles, 22 de Septiembre de 2021
PASIÓN POR ZAMORA

Si el caciquismo gana, Zamora pierde

[Img #57044]La elite económica de Zamora, ultraconservadora, clasista, ha sido siempre, desde el franquismo hasta esta tercera década del siglo XXI, partidaria de que la ciudad no creciese, sino que menguase;  que se quedase en una especie de cortijo meseteño, con mentalidad de aldea y gente estabulada, silente y lanar

 

Estos caciques quieren que la Bien Cercada siga sometida a esta tranquilidad, sosiego y paz de cementerio. La inteligencia de esta aristocracia plebeya sin título no da más de sí. Aquí, como sucedió en otras regiones de España, nunca hubo una revolución burguesa. De ahí, que nuestra burguesía no merezca tal denominación. Por ende, tampoco hubo proletariado distinguido, avanzado y progresista. El marxismo no existió nunca en Zamora. El primer socialismo zamorano viene de la Iglesia y de la Falange. Curas arrepentidos de creer en Dios y joseantonianos socializantes lideraron el cambio en nuestra ciudad. Sin obreros, no hay revoluciones. Dicen los marxianos.

 

A esa burguesía, con afanes aristocráticos, gente que cree ennoblecer su apellido con un guión y su segundo apellido, como verbigracia, Martínez-Máillo,  que tiene muy poco de noble, jamás le gustó que Zamora progresase. Temen el cambio, el avance, el progreso. Eso sector social vive como siempre: del cuento, del miedo, de la mentira. Y, si atisban una transformación social y económica, buscan la manera, siempre a traición, de detener a las personas que anhela que Zamora crezca, se desarrolle y se suba al tren del futuro.

 

Los que quieren que Zamora arroje a la zahúrda del pasado todas sus miserias políticas y empresariales, aparejadas siempre a una mentalidad casi medieval, dominan, practican el nepotismo, ordenan.  A una forma económica de  producir le corresponde una manera determinada de pensar, de cultura, de mentalidad. Zamora es una ciudad-pretérito. No ha evolucionado mentalmente. Sin duda. Marx, que se equivocó en muchas de sus profecías, pero estuvo acertado en lo de la infraestructura y superestructuras.

 

Los caciques y sus servidores, que ocupan cargos destacados en la sociedad zamorana, con sueldos excelentes, van a darlo todo para frenar el desarrollo de Zamora. Ellos viven de cine en una ciudad retrasada en lo económico y acobardada en lo político. Aquí nadie, ni los partidos, sin apenas ideas, anquilosados, obsoletos, que apenas representan a ciudadanos muy ideologizados a la diestra y a la siniestra, osa hacer frente a esta casta de personajes, perdidos en el tiempo, retrógrados y reaccionarios, egoístas y prepotentes.

 

En el ejército del pretérito, juega un papel importante en su estrategia bélica, la prensa, que deberá servir ya a un solo señor. Ya no queda bien jugar a doble agente, como si el periodista ejerciese de espía.

 

Hay mucho en juego, tanto como el futuro o la pervivencia del caciquismo y sus atributos: injusticia, retraso económico y cultural  y emigración a otras geografías avanzadas, prósperas y equitativas. Aserto: si gana el caciquismo, Zamora pierde.

 

Insisto: vivimos ya un combate entre los zamoranos, una minoría, que defienden el cambio, la transformación y el progreso, y los caciques que quieren una Zamora entregada, pusilánime y medieval. ¡Restauremos las murallas de la historia y derribemos las que evitan la entrada del viento del futuro!

Eugenio-Jesús de Ávila

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