PASIÓN POR ZAMORA
Monte La Reina y la Seña Bermeja
Voy a ser diáfano, muy claro: si el Gobierno de Sánchez retrasa u obvia la recuperación de Monte La Reina como instalación militar, Zamora y Toro se morirán económica y demográficamente. Solo se necesitará un sepulturero para enterrar a nuestra ciudad y provincia en el camposanto de la historia.
Sin zarandajas y otras memeces, Zamora firmó su finiquito cuando se iniciaron las desinversiones del Estado, bajo los ejecutivos socialistas, tras la entrada de España en la Comunidad Europea. La reconversión agropecuaria resultó definitiva. Después, en tiempos modernos, la venta online asestó una estocada en el corazón del comercio zamorano, un sector esencial para la economía local, más la decadencia del sector primario.
Nuestra ciudad siempre fue rural, agrícola y ganadera. Nació como castro defensivo contra el Islam y creció como núcleo militar y después administrativo. Hay muchos funcionarios en Zamora, que trabajan para las distintas administraciones. Forman parte fundamental de nuestra economía. Pero, cuando no hay gente, solo ancianos, sobrará una gran mayoría. Una población avejentada, sin jóvenes, sin alegría, no consume, no gasta, no mueve el dinero. Y cualquier sociedad se reproduce comprando, consumiendo, gastando. Un señor, por poner un ejemplo, que adquiere unos “jeans” cada lustro, acaba con los trabajadores que recolectan el algodón, con los comerciantes y con toda la cadena productiva.
Por lo que a un servidor le informase persona entendida, entre Zamora y Toro vivirían, con lo cual gastarían, consumirían, en ambas ciudades, pongamos que unas 5.000 personas, profesionales de la milicia y sus familias. Imagine el lector lo que esa inyección demográfica podría significar para sectores como el de la vivienda y el del comercio en general, hostelería, restauración, enseñanza, perfumería, etc.
Sé que ciudades que se movían, hace más de 30 años, en idéntico número de habitantes a los de Zamora, donde se instalaron fuerzas militares, crecieron exponencialmente. Así la economía de esas capitales de provincia se transformó en pujante, fuerte, moderna. Zamora, como desde hace décadas, vive en la orfandad de inversiones del Estado, y no se me venga con argumentos como los del AVE, porque lo que interesaba a esta ciudad consistía en crear aquí, en el complejo de la Estación del Ferrocarril, naves dedicadas diferentes arreglos de máquinas y vagones, ha ido menguando, encogiéndose, perdiendo categoría e importancia. Pero, como sucedió siempre, el Gobierno de Rajoy y Sáenz de Santamaría, nacida y crecida en Pucela, el magro de la inversión del Tren de Alta Velocidad se quedó en Valladolid.
No sé qué margen de tiempo dar al Gobierno de Sánchez, quizá hasta la aprobación de las cuentas del Estado para 2022, los Presupuesto Generales, que deberían reflejar ya una partida importante para iniciar las obras de restauración en Monte La Reina. Si, por enésima vez, un ejecutivo, y me trae sin cuidado sin es rojo o azul, socialista o conservador, nos olvida, Zamora10, como ariete intelectual de nuestra tierra, tendrá que mover a los zamoranos para que tomen las calles y se manifiesten en contra de todos los partidos nacionales. Verbigracia: cada balcón de nuestra ciudad debería colgar un cartel con la leyenda: “Monte la Reina, militar ya!
Si no se nos hace caso, ni por parte del Gobierno, ni de la oposición, esta ciudad y su provincia deberían constituir un partido zamorano, interclasista, para combatir a los vicarios del PSOE, PP, Ciudadanos. Por supuesto, nosotros podríamos, de obtener representación el candidato de ese partido zamorano, exigirle que cumpliese con nuestros encargos; de no ser así, revocado, a la calle. De una vez por todas, los zamoranos elegiríamos a personas que nos representasen, hecho que jamás ocurrió desde las primeras elecciones democráticas, en 1977. Desde entonces el ciudadano solo pone la rúbrica a la elección realizada por las jerarquías de los distintos partidos nacionales.
Insisto: Si Monte La Reina se queda en un sueño que no se transforma en realidad, Zamora y Toro entrarán en agonía. Después esta provincia se quedará en los libros de historia. No va más. Deseo que la apatía antropológica de los zamoranos se quiebre para convertirse en osadía, valentía, orgullo en la defensa de nuestra tierra. Tenemos que honrar las ocho tiras rojas y la verde de nuestra Seña Bermeja, donada por Fernando el Católico tras la victoria en la campa de Peleagonzalo, donde se respira el aroma de la ciudad de Toro, tan cerca a lo que fuera campamento militar del glorioso Ejército español.
Eugenio-Jesús de Ávila
Voy a ser diáfano, muy claro: si el Gobierno de Sánchez retrasa u obvia la recuperación de Monte La Reina como instalación militar, Zamora y Toro se morirán económica y demográficamente. Solo se necesitará un sepulturero para enterrar a nuestra ciudad y provincia en el camposanto de la historia.
Sin zarandajas y otras memeces, Zamora firmó su finiquito cuando se iniciaron las desinversiones del Estado, bajo los ejecutivos socialistas, tras la entrada de España en la Comunidad Europea. La reconversión agropecuaria resultó definitiva. Después, en tiempos modernos, la venta online asestó una estocada en el corazón del comercio zamorano, un sector esencial para la economía local, más la decadencia del sector primario.
Nuestra ciudad siempre fue rural, agrícola y ganadera. Nació como castro defensivo contra el Islam y creció como núcleo militar y después administrativo. Hay muchos funcionarios en Zamora, que trabajan para las distintas administraciones. Forman parte fundamental de nuestra economía. Pero, cuando no hay gente, solo ancianos, sobrará una gran mayoría. Una población avejentada, sin jóvenes, sin alegría, no consume, no gasta, no mueve el dinero. Y cualquier sociedad se reproduce comprando, consumiendo, gastando. Un señor, por poner un ejemplo, que adquiere unos “jeans” cada lustro, acaba con los trabajadores que recolectan el algodón, con los comerciantes y con toda la cadena productiva.
Por lo que a un servidor le informase persona entendida, entre Zamora y Toro vivirían, con lo cual gastarían, consumirían, en ambas ciudades, pongamos que unas 5.000 personas, profesionales de la milicia y sus familias. Imagine el lector lo que esa inyección demográfica podría significar para sectores como el de la vivienda y el del comercio en general, hostelería, restauración, enseñanza, perfumería, etc.
Sé que ciudades que se movían, hace más de 30 años, en idéntico número de habitantes a los de Zamora, donde se instalaron fuerzas militares, crecieron exponencialmente. Así la economía de esas capitales de provincia se transformó en pujante, fuerte, moderna. Zamora, como desde hace décadas, vive en la orfandad de inversiones del Estado, y no se me venga con argumentos como los del AVE, porque lo que interesaba a esta ciudad consistía en crear aquí, en el complejo de la Estación del Ferrocarril, naves dedicadas diferentes arreglos de máquinas y vagones, ha ido menguando, encogiéndose, perdiendo categoría e importancia. Pero, como sucedió siempre, el Gobierno de Rajoy y Sáenz de Santamaría, nacida y crecida en Pucela, el magro de la inversión del Tren de Alta Velocidad se quedó en Valladolid.
No sé qué margen de tiempo dar al Gobierno de Sánchez, quizá hasta la aprobación de las cuentas del Estado para 2022, los Presupuesto Generales, que deberían reflejar ya una partida importante para iniciar las obras de restauración en Monte La Reina. Si, por enésima vez, un ejecutivo, y me trae sin cuidado sin es rojo o azul, socialista o conservador, nos olvida, Zamora10, como ariete intelectual de nuestra tierra, tendrá que mover a los zamoranos para que tomen las calles y se manifiesten en contra de todos los partidos nacionales. Verbigracia: cada balcón de nuestra ciudad debería colgar un cartel con la leyenda: “Monte la Reina, militar ya!
Si no se nos hace caso, ni por parte del Gobierno, ni de la oposición, esta ciudad y su provincia deberían constituir un partido zamorano, interclasista, para combatir a los vicarios del PSOE, PP, Ciudadanos. Por supuesto, nosotros podríamos, de obtener representación el candidato de ese partido zamorano, exigirle que cumpliese con nuestros encargos; de no ser así, revocado, a la calle. De una vez por todas, los zamoranos elegiríamos a personas que nos representasen, hecho que jamás ocurrió desde las primeras elecciones democráticas, en 1977. Desde entonces el ciudadano solo pone la rúbrica a la elección realizada por las jerarquías de los distintos partidos nacionales.
Insisto: Si Monte La Reina se queda en un sueño que no se transforma en realidad, Zamora y Toro entrarán en agonía. Después esta provincia se quedará en los libros de historia. No va más. Deseo que la apatía antropológica de los zamoranos se quiebre para convertirse en osadía, valentía, orgullo en la defensa de nuestra tierra. Tenemos que honrar las ocho tiras rojas y la verde de nuestra Seña Bermeja, donada por Fernando el Católico tras la victoria en la campa de Peleagonzalo, donde se respira el aroma de la ciudad de Toro, tan cerca a lo que fuera campamento militar del glorioso Ejército español.
Eugenio-Jesús de Ávila
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