Domingo, 21 de Septiembre de 2025

Redacción
Martes, 28 de Septiembre de 2021
HABLEMOS

Francia, au revoir (I)

Carlos Domínguez

[Img #57232]   Imposible que los lectores de este papel virtual no se hallaran al tanto de lo ocurrido con el oportuno y justísimo desplante de USA, RU y Australia a una Francia poco fiable desde sus eternas ínfulas de grandeur, al presente imperialismo de ocasión en base a su ridícula force de frappe nuclear. Las claves de lo sucedido se anticiparon aquí punto por punto en la columna Realineamientos necesarios, que vio la luz hace unos días.

 

   La iniciativa de USA tiene toda la lógica del mundo, así como el protagonismo creciente de Australia y los países del Pacífico ante la real amenaza china, que contra lo que pudiera creerse no se limita a la socialista y/o comunista de una dictadura cuyo poder logra hoy cotas inimaginables de control y despotismo. El peligrosísimo posicionamiento de China responde al designio imperial fundado en un odio a Occidente con origen, más allá de la oposición de culturas, regímenes o intereses geopolíticos, en un sentimiento de revancha nacido de la humillación a causa de las Guerras del opio del siglo XIX, la revuelta bóxer a comienzos del XX, y la conducta de las potencias occidentales durante las primeras décadas de esta segunda centuria, culpables en gran medida del fracaso de la República de 1911, seguido del triunfo de Mao y la revolución comunista.

 

   Se trata de incompatibilidad de civilizaciones, guste o no a los profetas de la corrección política, básicamente socialdemocracia ejerciendo a lo largo de decenios de fiel vicario del totalitarismo rusosoviético, igual que un mal entendido liberalismo lo ha sido respecto a sus mismas políticas. China aspira a erigirse en potencia hegemónica desde la competencia, el antagonismo y el conflicto en todos los campos, así el económico, pero fundamentalmente el geopolítico y territorial, sin excluir el empleo de la fuerza armada. Ante lo cual se explica el vuelco de EEUU en cuanto líder del Occidente democrático hacia un nuevo escenario: el Pacífico como Nueva Frontera más allá del límite californiano tenido por definitivo, desde la sugestiva hipótesis del Turner que vino a cantar el espíritu pionero de la epopeya colonizadora del Far West, en el fondo bastante más, democracia jacksoniana de por medio, que el mundo un tanto peliculero de Wayne y el clásico Centauros del desierto.

 

   Realineamiento que, dejando fuera a una Europa cobarde y cicatera, se traduce necesariamente en pérdida del liderazgo que, a título de primera potencia continental, se arrogaba una Francia soberbia a costa de sus vecinos y aliados, especialmente unos EE.UU. que hicieron posible la liberación de 1944. Y decimos por aquí, aun a sabiendas de que para algunos África comienza en los Pirineos, que siempre “es de bien nacidos ser agradecidos”.

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