EL CONSENSO
Sistemas sólidos
Pedro Calzada
El virus ha obligado a “suspender” durante meses la normalidad en el funcionamiento de las instituciones dotando a los Ejecutivos de la mayoría de Estados de un poder más amplio que el que la normalidad democrática les ofrece. Lo que en España llamamos Estado de Alarma es una fórmula que prácticamente todos los países democráticos poseen para limitar derechos fundamentales en un periodo de tiempo concreto. Cabe entonces hacerse la siguiente pregunta: ¿han perdido calidad los sistemas democráticos?
De acuerdo con el índice de calidad democrática que anualmente publica The Economist, los estándares de salud de nuestros sistemas han sufrido un retroceso generalizado. Este índice utiliza cinco variables para obtener sus conclusiones: (i) participación política, (ii) funcionamiento del gobierno, (iii) procesos electorales y pluralismo, (iv) cultura política democrática y (v) libertades civiles.
Evidentemente la situación tan inusual que hemos vividos durante el último año y medio ha afectado a todos y cada uno de esos factores pero hay un elemento realmente positivo: tras la pandemia, en términos generales, todo ha vuelto a la normalidad institucional. Ningún gobierno occidental ha utilizado la excusa de la pandemia para extender su poder más allá de los límites legales y temporales que le han otorgado las propias leyes. Esto que ahora parece obvio, en otros tiempos hubiera sido impensable. Esto hecho nos permite ser optimistas en cuanto a la fortaleza de nuestros sistemas de derechos.
El virus ha obligado a “suspender” durante meses la normalidad en el funcionamiento de las instituciones dotando a los Ejecutivos de la mayoría de Estados de un poder más amplio que el que la normalidad democrática les ofrece. Lo que en España llamamos Estado de Alarma es una fórmula que prácticamente todos los países democráticos poseen para limitar derechos fundamentales en un periodo de tiempo concreto. Cabe entonces hacerse la siguiente pregunta: ¿han perdido calidad los sistemas democráticos?
De acuerdo con el índice de calidad democrática que anualmente publica The Economist, los estándares de salud de nuestros sistemas han sufrido un retroceso generalizado. Este índice utiliza cinco variables para obtener sus conclusiones: (i) participación política, (ii) funcionamiento del gobierno, (iii) procesos electorales y pluralismo, (iv) cultura política democrática y (v) libertades civiles.
Evidentemente la situación tan inusual que hemos vividos durante el último año y medio ha afectado a todos y cada uno de esos factores pero hay un elemento realmente positivo: tras la pandemia, en términos generales, todo ha vuelto a la normalidad institucional. Ningún gobierno occidental ha utilizado la excusa de la pandemia para extender su poder más allá de los límites legales y temporales que le han otorgado las propias leyes. Esto que ahora parece obvio, en otros tiempos hubiera sido impensable. Esto hecho nos permite ser optimistas en cuanto a la fortaleza de nuestros sistemas de derechos.
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