Martes, 23 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Sábado, 02 de Octubre de 2021
IDEOLOGÍAS

Algunos apuntes históricos sobre el verdadero fascismo

[Img #57384]Confieso mi ignorancia. Hasta ahora creía que respetar la Constitución de 1978, defender la separación de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial; independencia que, por cierto, Guerra, don Alfonso, -¡qué gran socialista!-,  dio por finiquitada tras dar por muerto a Montesquieu; la libertad de prensa, la propiedad privada, la economía de mercado y aprobar, como sistema político la monarquía constitucional, diferenciaba a fascistas y comunistas de los demócratas. Pero esta izquierda con la que convivimos, que no se sabe si es española, porque lo suyo es el marxismo internacionalista, me ha enseñado qué eso es el fascismo.

 

Al parecer, pactar con el partido al que votan los etarras y dirigen terroristas marxistas-leninistas; con el PNV, formación racista, incluso más que el nacionalsocialismo germano; con los otros nacionalistas etnicistas, golpistas y ladrones, los ERC, fascistas en su origen, como demuestra la historia, y los herederos políticos del mayor ladrón de Europa, el tal Jordi Pujol, al que después de varias décadas, la Justicia le pide nueve años de pena; más los comunistas anacrónicos de Podemos, admiradores de Lenin y Stalin, de Pol Pot y Corea del Norte,  monarquía hereditaria comunista,  y demás dictaduras de ultraizquierda,  forma parte del canon del buen demócrata, del auténtico amante de la libertad.

 

El fascismo, como lección para analfabetos de la ultraizquierda, el auténtico, el de Mussolini, líder que abandonó el Partido Socialista Italiano porque se había aburguesado, defendía cosas como las que ahora expreso por escrito, ideología que se parece tanto a lo que defiende el comunismo. Voy a enseñaros un poco de historia. Programa de San Sepolcro. Año 1919.

 

Veamos que exigía el Fascio: “El sufragio universal con escrutinio de listas regionales con una representación proporcional, el derecho de voto y que puedan ser elegidas las mujeres”. En España, el voto femenino llegó durante la II República, gracias a Clara Campoamor y en contra de la dirección del PSOE. Historia. La política republicana huyó a París en 1937, donde escribió un libro sobre la Revolución Española, porque temía por su vida: pensaba que anarquistas, comunistas y caballeristas la asesinarían.

 

Prosigo: “La formación de un Consejo Nacional de trabajadores técnicos, de la industria, del transporte, la higiene social, de las comunicaciones etc. Electo por la colectividad profesional o por ocupación, con poderes legislativos y derecho de elegir un comisario general con poderes de Ministro”. Alucinante, verdad. Sigo describiendo el programa del Fascio italiano.

 

Atención a su programa laboral: “La promulgación de una ley de Estado que dé a todos los trabajadores una jornada legal de ocho horas de trabajo”. Ha leído bien. Ocho horas en 1919.

 

Sigo con el mundo del trabajo: “Salarios mínimos. La participación de los representantes de los trabajadores en el funcionamiento técnico de las industrias.  La administración de las industrias y servicios públicos por las mismas organizaciones proletarias (cuando éstas sean dignas de ello, moral y técnicamente)”

.

También, en 1919, el fascismo italiano pensaba en las jubilaciones: “Una modificación necesaria del proyecto de ley de seguridad de invalidez y de jubilación, en que se disminuya el límite de edad propuesto de 65 a 55 años”. Aquí, en España, un siglo después, un ministro del PSOE, alarga la edad de la jubilación más allá de los 65 años.

 

Y, como desea Podemos, el fascismo italiano también apostaba por “la nacionalización de todas las fábricas de armas o explosivos”.

 

Mussolini también odiaba a los capitalistas, tal cual la ultraizquierda española y el sanchismo: “Un fuerte impuesto extraordinario sobre el capital con carácter progresivo que tenga la forma de una verdadera expropiación de todas las riquezas”. Parece el programa de Pablo Iglesias.

 

Y, sobre la Iglesia, el Fascio también pensaba en “la confiscación de todos los bienes de las congregaciones religiosas y la abolición de todas las bulas episcopales que constituyen una enorme responsabilidad para la Nación y un privilegio para unos pocos”.

 

Esto sucedió y se firmó un 6 de junio de 1919.

 

Comparo, pues, el programa de San Sepulcro, fascismo en estado puro, con las ideas de la derecha española, y encuentro que no existe parangón entre los seguidores de Mussolini y los del PP y Vox, pues se trata de ideologías  absolutamente antitéticas.

 

Ahora bien, hallo enormes semejanzas programáticas entre la ultra izquierda de aquí y el fascismo italiano. Con razón, el sabio Garcia Trevijano, en el 2016, dijo que Podemos es “una farsa, la revolución pendiente de Falange”.

 

Ofrezco ahora algunos pensamientos de Ramiro Ledesma Ramos, zamorano, fusilado en Madrid por ser fascista, aunque no había cometido crimen alguno: “Sólo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria”. A nuestro paisano tampoco, como a los comunistas, le caían bien los plutócratas.

 

Y así definía su ideología: “El fascismo es la forma política y social mediante la que la pequeña propiedad, las clases medias y los proletarios más generosos y humanos luchan contra el gran capitalismo en su grado último de evolución: el capitalismo financiero y monopolista.”  Sustituya el término “fascismo” por el de “comunismo” y le sonará a cualquier ultraquierdista a gloria.

 

El fascismo, en esencia, es el comunismo con patria, nacional. Stalin lo sabía también: socialismo en un solo país, la gran madre Rusia.

 

Frase definitiva de Mussolini que también abrazan hoy  y siempre los comunistas: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. Un liberal buscará siempre que el Estado pierda peso en la sociedad, que se debilite, que se diluya. Un marxista siempre querrá que el Estado protagonice la vida económica , cultural y social de la nación en la que gobiernan.  Un liberal jamás será fascista. Por lo tanto, un partido con un programa económico liberal nunca podrá ser calificado de fascista. Nos enteramos.

 

“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. José Ortega y Gasset.

No va más.

Eugenio-Jesús de Ávila

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