Eugenio de Ávila
Sábado, 09 de Octubre de 2021
PASIÓN POR ZAMORA

Zamora se nos jubila

FERPRIZamora, casi sin darnos cuenta, se nos ha hecho mayor. Como yo. Acostumbrado a mirarme todos los días al espejo, no me di cuenta de que el tiempo araba mi epidermis, sembraba mi cabello de plata y me encogía. Zamora, capital y provincia, se comporta como un pensionista.que recibe un salario mínimo, de supervivencia.A no tardar, en una década, solo viviremos jubilados por estos lares.

 

 Zamora se ha convertido en una ciudad vieja en la que vivimos gente de cierta edad. Zamora se jubila, como tantas tiendas de toda la vida. Nuestros políticos, los que durante tantos años guardaron silencio en Congreso y Senado y Cortes de Castilla y León, que solo vieron la paja en el ojo del partido ajeno y nunca la vida en el suyo; más las políticas de los distintos ejecutivos de los gobiernos de la nación, desde el año 1982, fundamentadas en la desinversión del Estado en nuestra provincia; la cicatera Junta de Castilla y León, envejecieron al sector productivo zamorano, expulsaron de sus tierras a los más jóvenes,  a los que deberían haber sido el relevo delas grandes sacrificados del campo, los agricultores que se partieron las lumbares y se quemaron al sol durante el franquismo; esquilmaron, en definitiva, a Zamora. Si nuestra ciudad y su provincia ya eran carne de residencia de la tercera edad, esta pandemia vírica las envió a la jubilación anticipada.

 

Sé de tiendas de toda la vida, de más de 20 años abiertas al público que no volverán al mostrador, al escaparate, a las rebajas, al verano y al invierno. Conozco a comerciantes de toda la vida que se quedaron sin ganas de seguir combatiendo. Zamora no se morirá. Zamora se jubilará. Se paseará a sí misma por Santa Clara y San Torcuato. No habrá jóvenes a quien observar desde la bancada de la iglesia de Santiago del Burgo, ni desde las terrazas de Santa Clara, ni niebla que esconda nuestras vergüenzas, ni lluvia que empape esta cobardía tan nuestra. Seguirá pasando el Duero, pero ya no se detendrá a mirarnos con sus ojos de turbia agua, ni a acariciarnos con sus manos revoltosas y húmedas.

 

No es una broma. Zamora se jubila. Hay muchas tiendas antañonas que colgaron el cartel con la leyenda: “cerramos por jubilación”. Mi alegría por los nuevos pensionistas. Tienen merecido su relax, su extenso ocio, su derrota de las preocupaciones cotidianas. El político funcionario jamás entenderá al autónomo, al comerciante, al pequeño empresario. Son almas antitéticas. Ni tan si quiera haz y envés de una hoja. El hombre público construye un nido en el árbol del hombre privado.

 

La Zamora que emprende, la que la mantiene viva, pese a tanta muerte económica, necesita exenciones fiscales, que el Estado se olvide de que existe, pues ya nos tiene acostumbrados a conjugar este verbo en pretérito y presente y, me temo, también en futuro. El actual Gobierno, de los pobres, porque  esta izquierda aburguesada posee cierta querencia por la caridad, debería acordarse solo de nuestra tierra para invertir, para devolvernos lo que nos quitó. Sencillo: potenciar nuestro sector primario, deteniendo la sangría demográfica, con la transformación de materias primas, excepcionales, en nuestra tierra; terrenos de Adif, en la Estación del Ferrocarril, para “regalar” a industriales; convertir Monte La Reina en instalación militar, inversión que intuyo que se hará realidad –espero rueda de prensa antes del 15 de octubre- y apoyar a la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco. Se trata de dar, no de quitarnos las cuatro perras que nos quedan por estos pagos.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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