PASIÓN POR ZAMORA
Hay que hacer una Zamora más bonita para encarar un futuro más próspero
El casco histórico necesita un segundo plan de remodelación así como también otros espacios urbanos de la ciudad
A la vieja y arrugada Zamora hay que rejuvenecerla, estirarle la epidermis. Creo, cuestión de fe, que el Gobierno le realizará un “peeling” facial con el exfoliante de Monte la Reina. También, aunque ese problema tardará en resolverse, la transformación en autovía de la N-122 sería un lifting que daría otra imagen a la provincia y transformaría Zamora en una de las capitales mejor comunicadas de España. Pero me temo que solo se ejecutarán las obras de circunvalación de Alcañices. Después este u otro ejecutivo se encargarán de ir, poquito a poquito, construyendo una infraestructura de comunicación esencial para nuestra tierra. Un servidor se lo recordará siempre a los socialistas o a los populares zamoranos, según gobiernen desde La Moncloa, tirios o troyanos.
De aquí, finales de octubre de 2021, hasta que los primeros militares laboren en Monte la Reina, hay que hacer una Zamora más bonita. No podemos mostrar la actual ciudad. Necesitamos que el casco antiguo se remoce, un segundo plan que venga a rubricar el de Vázquez, que se entregó con demasiados defectos y carencias. Caminar desde la Plaza Mayor hasta la Catedral supone una tortura para los pies si no encuentras granito en rúas y aceras, porque el empedrado, elegido, no como estética, sino para ahorrar pasta, cuando sobraba, daña tobillos, dedos y zapatos.
Por supuesto, no me olvido de los solares, de las fachadas con balcones que amenazan venirse abajo, del parque de San Martín, un secarral inhóspito; ni de los adoquines de Viriato, intransitables; ni tampoco del parque del Castillo, sin una sola fuente de agua que refresque, que embellezca la zona.
Pasan los años y los mandatos y todo sigue igual por las viejas calles de la antigua ciudad. Se ejecutan pequeñas curas sobre la epidermis, como cuando se vino abajo parte del muro de la Rúa de los Notarios, donde hay un solar, abandonado hace décadas; también el contorno de San Martín y otras necesidades inmediatas que aparecen en calles donde inmuebles muy antiguos evidencian el paso de los años. Todo perfecto. Pero se necesita atacar, de una vez por todas, una transformación más profunda, porque así lo demandan ciudadanos, porque así debemos mostrárselo al turismo cultural que va a más, porque así corresponde a quién ama esta ciudad y su patrimonio monumental.
Espero que algún partido político contemple para los comicios de la primavera de 2023 un proyecto de Plaza Mayor, porque la actual me parece la más fea entre las capitales de España. Como también aguardo que los restos de la iglesia románica de San Gil queden visibles al público, liberados de los materiales que lo cubren.
Lejos del casco antiguo, la plaza de La Marina merece una reforma que la embellezca. Hay demasiado cemento y jardines minimalistas y escasos.
La fuente de la plaza de Alemania, que un servidor exigió en su día, ni puede tener ese entorno de piedras, ni ese círculo de cemento, ni que cada chorro se comporte como un ácrata sin conciencia cívica. No sé si sabrán los zamoranos que, cada equis tiempo, la fuente cambia de colores. Claro está, para conocerlo debería vivir en el edificio del Carmen, desde donde se contempla ese fenómeno. Porque, el peatón ni se entera de que hay un arco iris en el suelo de la fontana. Cosas veredes.
Tampoco me olvido del barrio de Vista Alegre, donde hay muchas viviendas sin vender, ni alquilar, y demasiado terreno sin edificar, preñado de cardos y de matorrales durante la mayor parte del año. ¿Por qué no se plantan árboles y se siembran jardines en esa zona moderna de la ciudad? La empresa constructora, si quiere vender pisos, tendría que recoger esta idea. Porque el entorno resulta poco atractivo en las actuales circunstancias. Las viviendas poseen una excelente factura. Pero, a través de balcones y ventana, solo se contempla un páramo seco.
E insisto que, si a Guarido le da tiempo, la avenida de la Feria se convertirá en una de las más hermosas de nuestra ciudad. Además, se encuentra a diez minutos del centro de la ciudad y a cinco del bosque de Valorio y del río Duero.
Este alcalde, hombre sobrio y honrado, que ama Zamora, tiene aún poco menos de dos años para dejarnos una ciudad más bella que la que recogió. Punto. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
A la vieja y arrugada Zamora hay que rejuvenecerla, estirarle la epidermis. Creo, cuestión de fe, que el Gobierno le realizará un “peeling” facial con el exfoliante de Monte la Reina. También, aunque ese problema tardará en resolverse, la transformación en autovía de la N-122 sería un lifting que daría otra imagen a la provincia y transformaría Zamora en una de las capitales mejor comunicadas de España. Pero me temo que solo se ejecutarán las obras de circunvalación de Alcañices. Después este u otro ejecutivo se encargarán de ir, poquito a poquito, construyendo una infraestructura de comunicación esencial para nuestra tierra. Un servidor se lo recordará siempre a los socialistas o a los populares zamoranos, según gobiernen desde La Moncloa, tirios o troyanos.
De aquí, finales de octubre de 2021, hasta que los primeros militares laboren en Monte la Reina, hay que hacer una Zamora más bonita. No podemos mostrar la actual ciudad. Necesitamos que el casco antiguo se remoce, un segundo plan que venga a rubricar el de Vázquez, que se entregó con demasiados defectos y carencias. Caminar desde la Plaza Mayor hasta la Catedral supone una tortura para los pies si no encuentras granito en rúas y aceras, porque el empedrado, elegido, no como estética, sino para ahorrar pasta, cuando sobraba, daña tobillos, dedos y zapatos.
Por supuesto, no me olvido de los solares, de las fachadas con balcones que amenazan venirse abajo, del parque de San Martín, un secarral inhóspito; ni de los adoquines de Viriato, intransitables; ni tampoco del parque del Castillo, sin una sola fuente de agua que refresque, que embellezca la zona.
Pasan los años y los mandatos y todo sigue igual por las viejas calles de la antigua ciudad. Se ejecutan pequeñas curas sobre la epidermis, como cuando se vino abajo parte del muro de la Rúa de los Notarios, donde hay un solar, abandonado hace décadas; también el contorno de San Martín y otras necesidades inmediatas que aparecen en calles donde inmuebles muy antiguos evidencian el paso de los años. Todo perfecto. Pero se necesita atacar, de una vez por todas, una transformación más profunda, porque así lo demandan ciudadanos, porque así debemos mostrárselo al turismo cultural que va a más, porque así corresponde a quién ama esta ciudad y su patrimonio monumental.
Espero que algún partido político contemple para los comicios de la primavera de 2023 un proyecto de Plaza Mayor, porque la actual me parece la más fea entre las capitales de España. Como también aguardo que los restos de la iglesia románica de San Gil queden visibles al público, liberados de los materiales que lo cubren.
Lejos del casco antiguo, la plaza de La Marina merece una reforma que la embellezca. Hay demasiado cemento y jardines minimalistas y escasos.
La fuente de la plaza de Alemania, que un servidor exigió en su día, ni puede tener ese entorno de piedras, ni ese círculo de cemento, ni que cada chorro se comporte como un ácrata sin conciencia cívica. No sé si sabrán los zamoranos que, cada equis tiempo, la fuente cambia de colores. Claro está, para conocerlo debería vivir en el edificio del Carmen, desde donde se contempla ese fenómeno. Porque, el peatón ni se entera de que hay un arco iris en el suelo de la fontana. Cosas veredes.
Tampoco me olvido del barrio de Vista Alegre, donde hay muchas viviendas sin vender, ni alquilar, y demasiado terreno sin edificar, preñado de cardos y de matorrales durante la mayor parte del año. ¿Por qué no se plantan árboles y se siembran jardines en esa zona moderna de la ciudad? La empresa constructora, si quiere vender pisos, tendría que recoger esta idea. Porque el entorno resulta poco atractivo en las actuales circunstancias. Las viviendas poseen una excelente factura. Pero, a través de balcones y ventana, solo se contempla un páramo seco.
E insisto que, si a Guarido le da tiempo, la avenida de la Feria se convertirá en una de las más hermosas de nuestra ciudad. Además, se encuentra a diez minutos del centro de la ciudad y a cinco del bosque de Valorio y del río Duero.
Este alcalde, hombre sobrio y honrado, que ama Zamora, tiene aún poco menos de dos años para dejarnos una ciudad más bella que la que recogió. Punto. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
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