LA COLUMNA DE DOÑA ELVIRA
El autobús siempre llega
![[Img #58292]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2021/5457_foto-irene-columna-opinion-nueva.jpg)
Como dice Elizabeth Bishop en uno de sus versos: "No es difícil dominar el arte de perder …". Arte, que palabra tan bonita. Yo, aun pidiéndola permiso, quiero adaptar su frase, y digo: "No es difícil dominar el arte de la espera ...". Y sí, con puntos suspensivos para que aquellos que sean capaces de leer estas palabras sin quedarse en la primera línea porque no están de acuerdo, o porque en sus ojos tienen escarchas borrosas, como la niebla de marzo. Sea la razón que sea, también escribo para ellos, aunque no lo sepan nunca; he ahí el secreto de la literatura.
Continuo mi texto, sin irme por las ramas, de nuevo: Y sí, con puntos suspensivos para que aquellos que sean capaces de leer estas palabras (…) puedan escribir lo que deseen, o lo primero que se les ocurra al leer "el arte de la espera". Mi historia comienza en una parada de autobús un día de nevada, de esas tan frías que hacen que se te congelen hasta los dedos de los pies y si me permiten decir, los huesos de las orejas. Absolutamente todo el cuerpo. Pero, aun así, y con ganas de marcharme de aquel lugar, sigo esperando a que llegue el autobús, ya que, al sitio que me va llevar merece la pena, y voy a pensar en aquella espera como una anécdota. La paciencia parece que se me agota y quiero creer que tardará poco y que, una vez que me suba en él, el calor volverá a mi cuerpo como las golondrinas al hemisferio sur en invierno en busca de calor; pero nada, no aparece.
Miro a la carretera y a lo lejos parece que veo unas luces que me chirrían los ojos, y una sonrisa aparece en mi boca, que pronto desaparecerá al ver que aquel transporte no para delante de mí y sigue su camino en busca de otros transeúntes para los que "el arte de la espera" llega a su fin. Pero - me repito: "el arte de la espera es lo que tiene, que merece la pena". Por lo que me mantengo quieta en aquel suelo el tiempo que haga falta, a pesar de poder pensar- en algún momento- todo lo que me puedo perder por estar en aquella parada de autobús invisible.
La sonrisa entonces, ya en el suelo, se incorpora de un salto, ya que algo ha parado delante de mí. Y es que es eso: - "no es difícil dominar el arte de la espera; y aun habiendo perdido toda la esperanza, el autobús siempre llega", pienso mientras subo los escalones de aquel mágico transporte.
![[Img #58292]](https://eldiadezamora.es/upload/images/10_2021/5457_foto-irene-columna-opinion-nueva.jpg)
Como dice Elizabeth Bishop en uno de sus versos: "No es difícil dominar el arte de perder …". Arte, que palabra tan bonita. Yo, aun pidiéndola permiso, quiero adaptar su frase, y digo: "No es difícil dominar el arte de la espera ...". Y sí, con puntos suspensivos para que aquellos que sean capaces de leer estas palabras sin quedarse en la primera línea porque no están de acuerdo, o porque en sus ojos tienen escarchas borrosas, como la niebla de marzo. Sea la razón que sea, también escribo para ellos, aunque no lo sepan nunca; he ahí el secreto de la literatura.
Continuo mi texto, sin irme por las ramas, de nuevo: Y sí, con puntos suspensivos para que aquellos que sean capaces de leer estas palabras (…) puedan escribir lo que deseen, o lo primero que se les ocurra al leer "el arte de la espera". Mi historia comienza en una parada de autobús un día de nevada, de esas tan frías que hacen que se te congelen hasta los dedos de los pies y si me permiten decir, los huesos de las orejas. Absolutamente todo el cuerpo. Pero, aun así, y con ganas de marcharme de aquel lugar, sigo esperando a que llegue el autobús, ya que, al sitio que me va llevar merece la pena, y voy a pensar en aquella espera como una anécdota. La paciencia parece que se me agota y quiero creer que tardará poco y que, una vez que me suba en él, el calor volverá a mi cuerpo como las golondrinas al hemisferio sur en invierno en busca de calor; pero nada, no aparece.
Miro a la carretera y a lo lejos parece que veo unas luces que me chirrían los ojos, y una sonrisa aparece en mi boca, que pronto desaparecerá al ver que aquel transporte no para delante de mí y sigue su camino en busca de otros transeúntes para los que "el arte de la espera" llega a su fin. Pero - me repito: "el arte de la espera es lo que tiene, que merece la pena". Por lo que me mantengo quieta en aquel suelo el tiempo que haga falta, a pesar de poder pensar- en algún momento- todo lo que me puedo perder por estar en aquella parada de autobús invisible.
La sonrisa entonces, ya en el suelo, se incorpora de un salto, ya que algo ha parado delante de mí. Y es que es eso: - "no es difícil dominar el arte de la espera; y aun habiendo perdido toda la esperanza, el autobús siempre llega", pienso mientras subo los escalones de aquel mágico transporte.



















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