RES PÚBLICA
Políticos feos y políticos bonitos
Azaña fue un hombre feo, incluso tenía verrugas en el rostro. Pedro Sánchez es bonito y ahora le han puesto canas, como Pilar Miro a Felipe González. Al parecer el cabello plateado otorga seriedad a quien lo peina. Azaña cometió numerosos errores en su Ministerio como en la Presidencia de la II República, desde su pasividad ante la quema de iglesias, menos de un mes de proclamarse el nuevo régimen, hasta Casas Viejas, o creer que España había dejado de ser católica. Él, un intelectual, y unos cuantos más, fueron los únicos republicanos. Las izquierdas, si exceptuamos Besteiro, eran revolucionarias. La República fue el pretexto para ir a por las revoluciones, en plural: la que lideraba el PSOE de Largo Caballero, la de Indalecio Prieto; la del PCE, y, por supuesto, la más pura y la que representaba, en esencia, al lumpen del proletariado, la de CNT-FAI.
Azaña era un hombre inteligente. Pedro Sánchez es otra cosa. No sabría qué decir. España carece de líderes con una preparación superior, que reflexionen sobre la res pública, las cuitas que provocan los independentistas, unos dos millones en una nación de 47.
Nuestra nación camina hacia la quiebra moral, que antecede siempre a la económica. Somos uno de los países con mayor deuda del mundo mundial, clasificación que lideran los Estados Unidos, pero los useños pueden pagarla: son ricos; nosotros, no, somos pobres y los políticos nos convierten en paupérrimos.
¿Quién pagará lo que debemos? Nunca los políticos, que la crearon; sino el pueblo, que, como se halla atontado con las cuitas de la hija de Rocío Jurado, su ex marido; la Pantoja y sus cuitas, cuatro meretrices y sus macarras que protagonizan la prensa rosa y la televisión tonta, no se entera.
Ven a Sánchez, que es guapo, y tan dichosos. Después llegará el Montoro de turno para aplicar unas cargas fiscales confiscatorias. Pero este en una nación de políticos guapos por doquier: además del “top model” Pedro Sánchez, contamos, a derecha y centro, con guapos oficiales como Casado y Abascal y eso que Rivera se marchó a cantar con su mujer. Preciosos.
Un Estado no se administra solo con la imagen, con la belleza, con el traje y la corbata y un perfume caro. Azaña, como era feo, ahora no tendría nada qué hacer en política. Hay que ser bellos para dirigir España. Nuestra sociedad, como aquella canción de los Sírex quiere que se mueran los feos, que no queda ninguno, menos en la res pública.
Eugenio-Jesús de Ávila
Azaña fue un hombre feo, incluso tenía verrugas en el rostro. Pedro Sánchez es bonito y ahora le han puesto canas, como Pilar Miro a Felipe González. Al parecer el cabello plateado otorga seriedad a quien lo peina. Azaña cometió numerosos errores en su Ministerio como en la Presidencia de la II República, desde su pasividad ante la quema de iglesias, menos de un mes de proclamarse el nuevo régimen, hasta Casas Viejas, o creer que España había dejado de ser católica. Él, un intelectual, y unos cuantos más, fueron los únicos republicanos. Las izquierdas, si exceptuamos Besteiro, eran revolucionarias. La República fue el pretexto para ir a por las revoluciones, en plural: la que lideraba el PSOE de Largo Caballero, la de Indalecio Prieto; la del PCE, y, por supuesto, la más pura y la que representaba, en esencia, al lumpen del proletariado, la de CNT-FAI.
Azaña era un hombre inteligente. Pedro Sánchez es otra cosa. No sabría qué decir. España carece de líderes con una preparación superior, que reflexionen sobre la res pública, las cuitas que provocan los independentistas, unos dos millones en una nación de 47.
Nuestra nación camina hacia la quiebra moral, que antecede siempre a la económica. Somos uno de los países con mayor deuda del mundo mundial, clasificación que lideran los Estados Unidos, pero los useños pueden pagarla: son ricos; nosotros, no, somos pobres y los políticos nos convierten en paupérrimos.
¿Quién pagará lo que debemos? Nunca los políticos, que la crearon; sino el pueblo, que, como se halla atontado con las cuitas de la hija de Rocío Jurado, su ex marido; la Pantoja y sus cuitas, cuatro meretrices y sus macarras que protagonizan la prensa rosa y la televisión tonta, no se entera.
Ven a Sánchez, que es guapo, y tan dichosos. Después llegará el Montoro de turno para aplicar unas cargas fiscales confiscatorias. Pero este en una nación de políticos guapos por doquier: además del “top model” Pedro Sánchez, contamos, a derecha y centro, con guapos oficiales como Casado y Abascal y eso que Rivera se marchó a cantar con su mujer. Preciosos.
Un Estado no se administra solo con la imagen, con la belleza, con el traje y la corbata y un perfume caro. Azaña, como era feo, ahora no tendría nada qué hacer en política. Hay que ser bellos para dirigir España. Nuestra sociedad, como aquella canción de los Sírex quiere que se mueran los feos, que no queda ninguno, menos en la res pública.
Eugenio-Jesús de Ávila






















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