DENUNCIAS
Placas sucias en consonancia con las calles
Sucias, hasta en la placa de su nombre
No viene a cuento, donde, un ciudadano mostraba su malestar porque el letrero de una de las plazas de la ciudad, en la misma Santa Clara, estuviera en parte ilegible. Lo cierto es que es que dado que nadie conoce ese lugar con su verdadero nombre, convendría que se actualizara y pasase a llamarse directamente plaza de Hacienda.
Habrá quien solo haya observado esa placa, que no deja ver el nombre. En un corto paseo por la ciudad se pueden descubrir muchas más que presentan, tachones, pintadas y pegatinas que impiden ver en parte o completamente, el nombre que reza en la chapa. Y eso que, como también es observable se encentaran a gran altura. Sin entrar en las motivaciones o condenas, que resulta reprochable, de quien realiza este vandalismo de poca monta, cabe añadir, que se encuentran así, porque nadie en ningún momento, ha hecho nada por limpiarlas. Por supuesto, que no sería preciso, si no hubiera quien se dedica a ensuciarlas, pero lo cierto es que sí que los hay. Luego, sí que se precisa.
Hay, hasta así podría decirse, guerras de bandos, uno fija una pegatina y otro la tapa con otra contraria. ¿Quién es más responsable o irresponsable? El primero o el segundo, suponemos que ambos, que utilizan lo público para sus guerras tan particulares como triviales.
Desde luego que hay cosas más importantes, incluso para las que tengan esa consideración también habrá otra superior en esa calificación, pero esta, junto con otras menores cuestiones, forman en su conjunto una imagen, la imagen de la ciudad. Por supuesto, que no queda bien parada, sino todo lo contrario, ofreciendo un aspecto de descuido generalizado.
No todo es culpa de, llamemos, unos pocos. La misma administración local mantiene en algunos casos duplicidad de indicativos uno a lado del otro. Por el contrario, también existen calles donde cuesta encontrar la placa con el nombre asignado oficialmente, algo muy frecuente donde se han construido edificios, en los que a nadie ha preocupado, que lo que había antes de edificar desaparezca por arte de magia, y no se reponga en la nueva construcción.
Manuel Herrero Alonso
No viene a cuento, donde, un ciudadano mostraba su malestar porque el letrero de una de las plazas de la ciudad, en la misma Santa Clara, estuviera en parte ilegible. Lo cierto es que es que dado que nadie conoce ese lugar con su verdadero nombre, convendría que se actualizara y pasase a llamarse directamente plaza de Hacienda.
Habrá quien solo haya observado esa placa, que no deja ver el nombre. En un corto paseo por la ciudad se pueden descubrir muchas más que presentan, tachones, pintadas y pegatinas que impiden ver en parte o completamente, el nombre que reza en la chapa. Y eso que, como también es observable se encentaran a gran altura. Sin entrar en las motivaciones o condenas, que resulta reprochable, de quien realiza este vandalismo de poca monta, cabe añadir, que se encuentran así, porque nadie en ningún momento, ha hecho nada por limpiarlas. Por supuesto, que no sería preciso, si no hubiera quien se dedica a ensuciarlas, pero lo cierto es que sí que los hay. Luego, sí que se precisa.
Hay, hasta así podría decirse, guerras de bandos, uno fija una pegatina y otro la tapa con otra contraria. ¿Quién es más responsable o irresponsable? El primero o el segundo, suponemos que ambos, que utilizan lo público para sus guerras tan particulares como triviales.
Desde luego que hay cosas más importantes, incluso para las que tengan esa consideración también habrá otra superior en esa calificación, pero esta, junto con otras menores cuestiones, forman en su conjunto una imagen, la imagen de la ciudad. Por supuesto, que no queda bien parada, sino todo lo contrario, ofreciendo un aspecto de descuido generalizado.
No todo es culpa de, llamemos, unos pocos. La misma administración local mantiene en algunos casos duplicidad de indicativos uno a lado del otro. Por el contrario, también existen calles donde cuesta encontrar la placa con el nombre asignado oficialmente, algo muy frecuente donde se han construido edificios, en los que a nadie ha preocupado, que lo que había antes de edificar desaparezca por arte de magia, y no se reponga en la nueva construcción.
Manuel Herrero Alonso




















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