Jueves, 06 de Noviembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Jueves, 18 de Noviembre de 2021
CON LOS CINCO SENTIDOS

La parada del autobús

[Img #59111]Cada mañana, a las 8.45 horas, dos jóvenes esperaban pacientemente la llegada del autobús de las 9 en punto. Ese autobús les dejaba en el campus universitario de la ciudad. No se conocían, aunque coincidían a diario, hiciera frío, lloviera o el calor de comienzo de verano fuera mostrando cada vez más partes de su cuerpo, joven y esbelto. Empezaron a fijarse el uno en el otro, por inercia. Los primeros días sólo se saludaban por cortesía, pero poco a poco comenzaron a entablar conversación, charla que continuaba dentro del autobús hasta llegar al campus, donde se despedían porque estudiaban carreras diferentes.  

 

 Con el paso de los días ella empezó a levantarse más temprano para estar guapa cada mañana, a las 8.45 horas. Él, se acicalaba y perfumaba por la misma razón. El ritual con el que comenzaba el día era lo más emocionante y esperado de la jornada. Ver al otro, escuchar su voz y prenderse el alma con su aroma y su conversación amena y ocurrente; todo ello constituía el ceremonial con el que cada noche soñaban entre apuntes y libros, entre medias sonrisas a solas, cada uno en su habitación. Sonreían como en un anuncio de pasta dentífrica, mostrando su perfecta y blanca dentadura y unos labios rojos por los que la sangre latía y discurría a borbotones y al golpe suave, pero firme, de las mariposas que revoloteaban en sus estómagos.  

 

Un día, pasados ya cinco meses compartiendo amaneceres, se cogieron de la mano y sentados en el autobús, se dieron el primer beso. Después del primero vinieron decenas, centenas, millares de besos por la mañana, por la tarde y, los fines de semana, también había besos por la noche. Se hicieron inseparables. Llegó un punto en el que parecían una sola persona porque jamás los veías por separado, siempre andaban juntos… 

A día de hoy, pasados ya muchos años, siguen unidos por ese invisible cordón umbilical que forjaron a besos. Empezaron poquito a poco, conociéndose primero y enamorándose después. He de decir que no se parecían en nada, no compartían gustos ni aficiones, quizá ahí esté el secreto de su amor. Se completaban el uno al otro, se alimentaban dando lo que tenían y recibiendo lo que les faltaba. Llenaban sus huecos y sus fisuras con ternura almibarada. 

 

¿Quién dice que no se puede encontrar el amor en el lugar más insospechado? Se conocieron sin prisas y se amaron lentamente. Partieron de una mirada, que se tornó en palabras y gestos hasta culminar en un beso tras los cristales de un autobús que emprendía la marcha a las 8.45 horas de la mañana. 

 

Nélida L. del Estal Sastre 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.52

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.