La vida y Dios, si existiese, son femeninas
Lo he escrito y comentado muchas veces. Hoy, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, lo reitero: Si Dios existiese –fe de la que carezco-sería un ser femenino. Y fundamento incluso el aserto metafísico: La Humanidad se precipitó al vacío ético y moral, cuando el hombre dio un golpe de Estado en el cielo. Depuso a las vírgenes prehistóricas para sustituirlas por un monarca absoluto, genocida, cruel y machista, el Dios de judíos, cristianos y musulmanes. Y se instauró el patriarcado.
Sostengo que si la muerte no fuese el final de nuestras vidas y que si la mujer desapareciese de nuestro pensamiento, de nuestro espacio, de nuestra alma, no habría belleza, ni poesía, ni arte, ni inspiración. Vivir se transformaría en tedio físico y psíquico. El hombre sería un ser para la nada.
El hombre cometió su primer crimen contra su mismo género. Caín asesino Abel. Envidia. Después las mujeres también se convirtieron en víctimas. Prehistoria. Las féminas, desde la antigüedad, vivieron la desigualdad, la discriminación. En la literatura griego, un modelo aún para nuestra civilización, de dónde venimos, dicen, se proyectaba violencia contra el mal llamado sexo débil. Zeus fue un dios machista: golpeaba, cuando le daba la gana, con frecuencia, a su esposa Hera, y llegó a transformarse en cisne para seducir a una doncella.
En La India, si el marido moría, a la esposa se la quemaba viva junto al cadáver del fallecido. A las mujeres estériles se las repudiaba. En la Hélade, cuando la pareja cometía un delito, la pena solo recaía en la mujer. En el Islam, la mujer que contrae matrimonio forma parte del patrimonio del marido. Incluso el Corán indica cómo el hombre debe castigar a la mujer rebelde o confinarlas eternamente si han sido infieles en sus casas. En tribus de Irán y Etiopía nacer mujer se consideraba deshonroso…Podría continuar escribiendo sobre las cuitas de las féminas a lo largo de la historia, de los distintos regímenes políticos, dictaduras de todo signo- no conozco en régimen comunista alguno mujer con jerarquía- y democracias como la nuestra; pero este artículo, como los que he escrito a lo largo de mi carrera periodística, busca soluciones a un problema, gravísimo, al que nadie encuentra solución, como si se tratase de la Teoría de la Relatividad de Einstein, que podría llamarse la Teoría de la Relatividad de la Sociedad.
Hoy, jornada especial que intenta denunciar y acabar con la violencia hacia la mujer, se han celebrado múltiples concentraciones, tanto aquí, en Zamora, como en España; se han escrito y leído manifiestos políticos y sociales, pero la triste verdad, la que no tiene remedio, es que se siguen produciendo crímenes contra la mujer, ahora más que nunca, en nuestra nación. De poco sirve ese Ministerio de la Igualdad y que el ejecutivo se define como social-comunista, que lo es.
La raíz del mal se halla en la agresividad natural en el ser humano. Si no se corrige mediante la cultura, dirigirá su violencia contra el prójimo. Le trae sin cuidado que sea varón o mujer. Maltratar, insultar y asesinar a una fémina resulta más sencillo que conjugar esos verbos ominosos contra otro del mismo género. Mimar, respetar y amar a una mujer serían verbos exigibles a todo hombre sensible, culto e inteligente.
Pero si, desde la tierna edad, el niño contempla en su familia que la jerarquía la ocupa el padre, que, además, ordena y manda, y, además, ejerce su autoridad con hostilidad, ira o cólera, el infante, por mimetismo, ejercerá ese rol paterno a lo largo de sus tránsitos como adulto, hombre maduro y anciano, y morirá ejerciendo de machista impenitente.
La cura del machismo, sanar del patriarcado y la asunción de la igualdad entre los géneros pertenece a los educadores, a los docentes. Desde la tierna infancia, las aulas deberían mutar, mudar, transmutarse en lecciones de respeto, de educación y de conducta hacia las mujeres. Y sancionar y reprimir, de acuerdo a unos cánones didácticos, a los niños que acosen y castiguen, de palabra y obra, a las niñas, en las clases y en los recreos, en las calles y en los parques infantiles. Antes de aprender a hablar y a escribir, a sumar y restar, para cuando ya sepan hacer raíces cuadradas o conocer el teorema de Thales, el niño respetará, custodiará y mostrará sensibilidad lírica hacia sus compañeras; así alcanzará la edad adulta y la madurez, convertido en un hombre nuevo, en un ser para la sociedad, para el bien, para el ostracismo del mal. Nuestra nación huele a quiebra económica y social, porque se perdió todo valor moral y ético. ¡Qué clase de civilización vive España, si cada seis días una mujer es asesinada!
Todo maltratador y asesino, antes de cometer su crimen, debería pensar que su madre es mujer, que su abuela también lo fue, que sus hijas, si las tuvo, por supuesto.
He llegado a creer que en cada machista hay un tipo frustrado por no haber sido mujer. Me temo que también hay mujeres machistas, incluso entre las feministas. Confieso que no soy feminista; por supuesto, tampoco machista. Pero sí muy femenino en sensibilidad, en ternura y en una manera de batallar con la vida, una dama esquiva, que se entregará a la muerte cualquier día.
Eugenio-Jesús de Ávila
Lo he escrito y comentado muchas veces. Hoy, Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, lo reitero: Si Dios existiese –fe de la que carezco-sería un ser femenino. Y fundamento incluso el aserto metafísico: La Humanidad se precipitó al vacío ético y moral, cuando el hombre dio un golpe de Estado en el cielo. Depuso a las vírgenes prehistóricas para sustituirlas por un monarca absoluto, genocida, cruel y machista, el Dios de judíos, cristianos y musulmanes. Y se instauró el patriarcado.
Sostengo que si la muerte no fuese el final de nuestras vidas y que si la mujer desapareciese de nuestro pensamiento, de nuestro espacio, de nuestra alma, no habría belleza, ni poesía, ni arte, ni inspiración. Vivir se transformaría en tedio físico y psíquico. El hombre sería un ser para la nada.
El hombre cometió su primer crimen contra su mismo género. Caín asesino Abel. Envidia. Después las mujeres también se convirtieron en víctimas. Prehistoria. Las féminas, desde la antigüedad, vivieron la desigualdad, la discriminación. En la literatura griego, un modelo aún para nuestra civilización, de dónde venimos, dicen, se proyectaba violencia contra el mal llamado sexo débil. Zeus fue un dios machista: golpeaba, cuando le daba la gana, con frecuencia, a su esposa Hera, y llegó a transformarse en cisne para seducir a una doncella.
En La India, si el marido moría, a la esposa se la quemaba viva junto al cadáver del fallecido. A las mujeres estériles se las repudiaba. En la Hélade, cuando la pareja cometía un delito, la pena solo recaía en la mujer. En el Islam, la mujer que contrae matrimonio forma parte del patrimonio del marido. Incluso el Corán indica cómo el hombre debe castigar a la mujer rebelde o confinarlas eternamente si han sido infieles en sus casas. En tribus de Irán y Etiopía nacer mujer se consideraba deshonroso…Podría continuar escribiendo sobre las cuitas de las féminas a lo largo de la historia, de los distintos regímenes políticos, dictaduras de todo signo- no conozco en régimen comunista alguno mujer con jerarquía- y democracias como la nuestra; pero este artículo, como los que he escrito a lo largo de mi carrera periodística, busca soluciones a un problema, gravísimo, al que nadie encuentra solución, como si se tratase de la Teoría de la Relatividad de Einstein, que podría llamarse la Teoría de la Relatividad de la Sociedad.
Hoy, jornada especial que intenta denunciar y acabar con la violencia hacia la mujer, se han celebrado múltiples concentraciones, tanto aquí, en Zamora, como en España; se han escrito y leído manifiestos políticos y sociales, pero la triste verdad, la que no tiene remedio, es que se siguen produciendo crímenes contra la mujer, ahora más que nunca, en nuestra nación. De poco sirve ese Ministerio de la Igualdad y que el ejecutivo se define como social-comunista, que lo es.
La raíz del mal se halla en la agresividad natural en el ser humano. Si no se corrige mediante la cultura, dirigirá su violencia contra el prójimo. Le trae sin cuidado que sea varón o mujer. Maltratar, insultar y asesinar a una fémina resulta más sencillo que conjugar esos verbos ominosos contra otro del mismo género. Mimar, respetar y amar a una mujer serían verbos exigibles a todo hombre sensible, culto e inteligente.
Pero si, desde la tierna edad, el niño contempla en su familia que la jerarquía la ocupa el padre, que, además, ordena y manda, y, además, ejerce su autoridad con hostilidad, ira o cólera, el infante, por mimetismo, ejercerá ese rol paterno a lo largo de sus tránsitos como adulto, hombre maduro y anciano, y morirá ejerciendo de machista impenitente.
La cura del machismo, sanar del patriarcado y la asunción de la igualdad entre los géneros pertenece a los educadores, a los docentes. Desde la tierna infancia, las aulas deberían mutar, mudar, transmutarse en lecciones de respeto, de educación y de conducta hacia las mujeres. Y sancionar y reprimir, de acuerdo a unos cánones didácticos, a los niños que acosen y castiguen, de palabra y obra, a las niñas, en las clases y en los recreos, en las calles y en los parques infantiles. Antes de aprender a hablar y a escribir, a sumar y restar, para cuando ya sepan hacer raíces cuadradas o conocer el teorema de Thales, el niño respetará, custodiará y mostrará sensibilidad lírica hacia sus compañeras; así alcanzará la edad adulta y la madurez, convertido en un hombre nuevo, en un ser para la sociedad, para el bien, para el ostracismo del mal. Nuestra nación huele a quiebra económica y social, porque se perdió todo valor moral y ético. ¡Qué clase de civilización vive España, si cada seis días una mujer es asesinada!
Todo maltratador y asesino, antes de cometer su crimen, debería pensar que su madre es mujer, que su abuela también lo fue, que sus hijas, si las tuvo, por supuesto.
He llegado a creer que en cada machista hay un tipo frustrado por no haber sido mujer. Me temo que también hay mujeres machistas, incluso entre las feministas. Confieso que no soy feminista; por supuesto, tampoco machista. Pero sí muy femenino en sensibilidad, en ternura y en una manera de batallar con la vida, una dama esquiva, que se entregará a la muerte cualquier día.
Eugenio-Jesús de Ávila
























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