Dependencia energética

Llevamos meses hablando de los elevados precios de la luz, un problema que nos afecta a todos y que supone un gran obstáculo a la recuperación económica tras la pandemia, para los ciudadanos a nivel particular, pero también para las empresas que ven incrementados sus costes de producción.

El problema no es solo español, el problema existe a nivel europeo y se fundamenta en un hecho irrefutable: el punto débil de la Unión Europea es su gran dependencia energética. Somos un gigante económico y productivo que necesita importar más de la mitad de la energía que consume, lo cual provoca una gran debilidad frente a terceros países como Rusia, Argelia o los países del Golfo Pérsico. 

Especialmente destacable, por sus implicaciones geopolíticas, es la dependencia de las materias primas que nos suministra Rusia. Según datos del Parlamento Europeo un tercio de las importaciones de petróleo, el 39 % del gas y el 29 % de los combustibles sólidos tienen como proveedor a Rusia, quien, además, es el proveedor exclusivo de seis Estados Miembro.

Uno de los grandes desafíos en la próxima década para la UE será promover una transición energética que le permita alcanzar un cierto grado de autonomía. Francia apuesta por la energía nuclear, mientras que otros países como España lo fían todo al desarrollo (aun insuficiente) de las energías limpias y renovables. Veremos cómo evoluciona este debate tan necesario.

Pedro Calzada