Zamora, una provincia y una ciudad que fueron y quizá ya no serán

Zamora, en Navidad y vacaciones estivales, no es la del resto del año. Zamora se  muestra como la ucronía de una ciudad, la que pudo haber sido y no fue. Como vengo escribiendo desde que tengo uso de razón periodística ciudad y provincia entraron ya en agonía social y económica, merced a las desinversiones del Estado, bajo la administración felipista, más la continuidad del PP de Aznar; las felonías de sus políticos, los que dicen representarnos en los parlamentos regional, Congreso de los Diputados y Senado, y la cobardía de los zamoranos, personas que no alcanzaron todavía la categoría de ciudadano,

Y no me olvido de la Junta de Castilla y León, que tanto bien proyectaron sobre el eje Valladolid-Burgos y medios de comunicación castellanos, a los que concedieron millones y millones de euros durante estas décadas. Zamora solo ha recibido caridad política. De ahí, su caída, irreversible, en lo que se denomina desierto demográfico.

El PSOE tiene una deuda con nuestra provincia desde la primera legislatura de Felipe González. Veamos: traslado del Regimiento de Toledo a Salamanca; fin de la Universidad Laboral, cierre de líneas férreas, de la Prisión Provincial, más la silente, pero profunda, reconversión provincial. Eche cuentas el lector de lo que supuso, económicamente, para la capital de la provincia y el sector primario todas estas medidas, impropias, con un análisis objetivo, de gobiernos socialistas. Y soy de los que cree que Pedro Sánchez  pagará, con Monte la Reina, parte de esa deuda del felipismo.

El resto de los partidos nacionales nunca jamás mirarán por Zamora, porque aquí apenas se juegan nada. Esta tierra se la dejan a sus vicarios, a los que les importa más su cargo que sus paisanos, sus ancianos, jubilados, jóvenes, trabajadores. No creo, y lo reitero, en las formaciones que se dirigen desde Madrid o, en su defecto, Valladolid. Porque sus lacayos zamoranos servirán

Zamora necesita un partido local, tipo Adeiza, pero más agresivo; menos teórico y más práctico, sin un líder carismático y con gente cualificada, que no aspira a vivir de la política, sino a vivir para el pueblo, para la res pública, para el zamorano.  Hay que hacerse oír en esa cosa que se llama Cortes de Castilla y León, cuyos debates poseen nulo interés para el ciudadano medio de esta doble región, la castellana y la leonesa. Y, por supuesto, en el Congreso de los Diputados y Senado. Pero no como el diputado turolense, que no tiene nada qué ver con lo que pienso requiere nuestra provincia.

Animo, pues, a las asociaciones zamoranas, como Viriatos,  a estudiar la posibilidad de crear un movimiento político, en la mejor acepción de la palabra, como si hablásemos de la Atenas de Pericles, para liderar un proyecto esencial para el futuro de nuestra tierra. Porque si seguimos creyendo que el PSOE y el PP –Ciudadanos ya son historia e IU es Guarido, sin apenas vínculos con el tal Garzón, vendido al podemismo-, y que esa cosa de Valladolid, en definición del profesor Iglesias Carreño, la Junta de Castilla,  atenderán nuestras justas reivindicaciones, en el año 2030, dentro de una década, nuestra ciudad y su provincia se habrán convertido en modelos para estudios demográficos, antropológicos y sociológicos, en la que los empresarios se dedicarán a construir macro residencias para mayores, única fuente de riqueza de una provincia que fue, pero ya no será.

Los ancianos, aunque a mí me espere la vejez a la vuelta de la esquina, pasaremos a ser la principal materia prima que producirá nuestra provincia.

Eugenio-Jesús de Ávila