PASIÓN POR ZAMORA
Qué podemos hacer por Zamora los zamoranos
¡Dios me libre de formularle la célebre a frase de Kennedy aquella, pronunciada durante su investidura: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”, para proyectarla sobre nuestra tierra! Verbigracia: “No te preguntes qué puede hacer Zamora por ti, pregúntate que puedes hacer tu por Zamora”.
Me temo que todos hemos hecho muy poco por Zamora. Por lo que a un servidor incumbe, diría que he escrito miles de artículos sobre nuestra provincia y sus cuitas, sobre nuestra ciudad y sus carencias. No he conseguido nada. Porque, cada palabra que pronuncié sobre el papel, en periódicos, en emisoras, cuando fue invitado como tertuliano; en TVE o en El Día de Zamora, se la devoró el silencio y la masticó el tiempo. En Zamora, esa apatía antropológica, procura que el ciudadano apenas se interese por la vida pública. Convencido estoy que hay muchos zamoranos que ignoran quiénes dicen representarlos en los distintos parlamentos. Saben a quién votaron, pero desconocen las listas que rubricaron. Nosotros no elegimos, solo firmamos la sentencia de los jerarcas de cada partido. La nuestra es una democracia de cartón-piedra, una imagen, una carátula, una nada política.
Hemos votado siempre por inercia. Como forzados, más por asco que por devoción, a la contra, como juegan los equipos cobardes. No nos convence nadie, porque sabemos que, en el fondo, no forman parte de los nuestros, sino de ellos, de las formaciones políticas nacionales, a los que nuestra gente y tierra les importan solo cuando se abren las urnas. Después pierden la memoria.
Ahora bien, intuyo que muchos zamoranos, los que no son hinchas del PSOE y el PP, dos partidos que nos han tomado el pelo desde 1982 hasta el presente, ya están hartos de votar esas opciones, por lo que elegirán otra opción para los próximos comicios, locales y legislativos. Pero necesitarían creer en algo, palpar, tocar una candidatura de formación política de carne y hueso. Y, como digo, aquí, en Zamora, en la ciudad, porque en la provincia no es tal, hay un partido de izquierda real, nada sectario, aunque parezca autoritario a la oposición, ni más ni menos que Izquierda Unida, con un líder carismático, Francisco Guarido. La derecha real tiene a Vox, cuya militancia no se avergüenza de definirse como conservadora, de la diestra. El PP es una plataforma de poder. No ha cambiado su comportamiento en Zamora desde el inicio de la democracia. Pudo transformarlo J.Antolín Martín, en célebre congreso, pero hubo, aunque no podría demostrarlo, pucherazo. Solo sé que un militante votó aquel sábado, cuando el viernes su avión aterrizaba en El Cairo. No sé si vive. Pero se dedicaba a la docencia.
Pero Zamora se halla huérfana de un partido local, que nos represente de verdad, que sea nuestra voz, cuerpo y alma, ser y estar. Hay que cavar los cimientos, profundos, para construirlo con unas vigas consistentes, suelos poderosos y un tejado impermeable a la lluvia de la corrupción y a la nieve de la vanidad. Pero se necesita un arquitecto que dirija las obras, aparejadores que realicen su trabajo y maestros de albañilería inteligentes y sutiles. Hay zamoranos con carácter para provocar al pueblo, para romper su inercia, para sacarlo de su apatía.
Nuestra tierra necesita una formación que la sintamos propia, nuestra, del pueblo. Nuestra ciudad del alma clama por un partido enraizado en la tierra, como las encinas de Sayago y los chopos de las riveras de los ríos. Porque si seguimos regalando votos a los PP y PSOE fortaleceremos nuestra decadencia, armaremos a nuestros verdugos, colocaremos nuestra testa en el patíbulo. Nos ha engañado desde siempre. Se han reído de nosotros con promesas que nunca cumplieron. Fingen pegarse entre ellos, pero actúan por los mismos intereses: permanecer en el poder, repartirse el botín entre sus camaradas y engañar a quién parece satisfecho con vivir en la mentira.
Zamora se morirá como provincia, si los zamoranos lo permitimos. En unos cuantos años, cuando algún gobierno estime oportuno realizar otra reforma administrativa, quizá el norte de la provincia se incluya en la de León, y el sur, en la de Salamanca. Tiempo al tiempo. No obstante, confío más en la formación de ese partido zamorano interclasista y en que las tres provincias del Reino de León constituyan una autonomía al margen de Castilla, gran beneficiada, secularmente, por la Junta.
Un servidor, periodista provinciano que escribe el capítulo final de su carrera profesional, no le pregunto a Zamora qué puede hacer por mí, porque ya estoy haciendo algo por ella. Verbigracia: este artículo.
Eugenio-Jesús de Ávila
¡Dios me libre de formularle la célebre a frase de Kennedy aquella, pronunciada durante su investidura: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país”, para proyectarla sobre nuestra tierra! Verbigracia: “No te preguntes qué puede hacer Zamora por ti, pregúntate que puedes hacer tu por Zamora”.
Me temo que todos hemos hecho muy poco por Zamora. Por lo que a un servidor incumbe, diría que he escrito miles de artículos sobre nuestra provincia y sus cuitas, sobre nuestra ciudad y sus carencias. No he conseguido nada. Porque, cada palabra que pronuncié sobre el papel, en periódicos, en emisoras, cuando fue invitado como tertuliano; en TVE o en El Día de Zamora, se la devoró el silencio y la masticó el tiempo. En Zamora, esa apatía antropológica, procura que el ciudadano apenas se interese por la vida pública. Convencido estoy que hay muchos zamoranos que ignoran quiénes dicen representarlos en los distintos parlamentos. Saben a quién votaron, pero desconocen las listas que rubricaron. Nosotros no elegimos, solo firmamos la sentencia de los jerarcas de cada partido. La nuestra es una democracia de cartón-piedra, una imagen, una carátula, una nada política.
Hemos votado siempre por inercia. Como forzados, más por asco que por devoción, a la contra, como juegan los equipos cobardes. No nos convence nadie, porque sabemos que, en el fondo, no forman parte de los nuestros, sino de ellos, de las formaciones políticas nacionales, a los que nuestra gente y tierra les importan solo cuando se abren las urnas. Después pierden la memoria.
Ahora bien, intuyo que muchos zamoranos, los que no son hinchas del PSOE y el PP, dos partidos que nos han tomado el pelo desde 1982 hasta el presente, ya están hartos de votar esas opciones, por lo que elegirán otra opción para los próximos comicios, locales y legislativos. Pero necesitarían creer en algo, palpar, tocar una candidatura de formación política de carne y hueso. Y, como digo, aquí, en Zamora, en la ciudad, porque en la provincia no es tal, hay un partido de izquierda real, nada sectario, aunque parezca autoritario a la oposición, ni más ni menos que Izquierda Unida, con un líder carismático, Francisco Guarido. La derecha real tiene a Vox, cuya militancia no se avergüenza de definirse como conservadora, de la diestra. El PP es una plataforma de poder. No ha cambiado su comportamiento en Zamora desde el inicio de la democracia. Pudo transformarlo J.Antolín Martín, en célebre congreso, pero hubo, aunque no podría demostrarlo, pucherazo. Solo sé que un militante votó aquel sábado, cuando el viernes su avión aterrizaba en El Cairo. No sé si vive. Pero se dedicaba a la docencia.
Pero Zamora se halla huérfana de un partido local, que nos represente de verdad, que sea nuestra voz, cuerpo y alma, ser y estar. Hay que cavar los cimientos, profundos, para construirlo con unas vigas consistentes, suelos poderosos y un tejado impermeable a la lluvia de la corrupción y a la nieve de la vanidad. Pero se necesita un arquitecto que dirija las obras, aparejadores que realicen su trabajo y maestros de albañilería inteligentes y sutiles. Hay zamoranos con carácter para provocar al pueblo, para romper su inercia, para sacarlo de su apatía.
Nuestra tierra necesita una formación que la sintamos propia, nuestra, del pueblo. Nuestra ciudad del alma clama por un partido enraizado en la tierra, como las encinas de Sayago y los chopos de las riveras de los ríos. Porque si seguimos regalando votos a los PP y PSOE fortaleceremos nuestra decadencia, armaremos a nuestros verdugos, colocaremos nuestra testa en el patíbulo. Nos ha engañado desde siempre. Se han reído de nosotros con promesas que nunca cumplieron. Fingen pegarse entre ellos, pero actúan por los mismos intereses: permanecer en el poder, repartirse el botín entre sus camaradas y engañar a quién parece satisfecho con vivir en la mentira.
Zamora se morirá como provincia, si los zamoranos lo permitimos. En unos cuantos años, cuando algún gobierno estime oportuno realizar otra reforma administrativa, quizá el norte de la provincia se incluya en la de León, y el sur, en la de Salamanca. Tiempo al tiempo. No obstante, confío más en la formación de ese partido zamorano interclasista y en que las tres provincias del Reino de León constituyan una autonomía al margen de Castilla, gran beneficiada, secularmente, por la Junta.
Un servidor, periodista provinciano que escribe el capítulo final de su carrera profesional, no le pregunto a Zamora qué puede hacer por mí, porque ya estoy haciendo algo por ella. Verbigracia: este artículo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.17