PASIÓN POR ZAMORA
Zamora: un corazón necrosado
“Piensa mal y acertarás”. Dicho muy reiterado. Aserto que escuché desde la infancia. Me gusta aplicarlo a la vida cotidiana. Verbigracia: todos los gobiernos de la nación, del PSOE, durante muchísimos años, y del PP, menos, más los de la Junta de Castilla y León, todos conservadores o lo que sean los populares, ha tenido un objetivo clarísimo: despoblar nuestra provincia. ¿Por qué? Puestos, como escribí al inicio de este artículo, a pensar mal, diré que esta tierra, en concreto Sayago, por su geología, presenta todas las características idóneas para recibir todos los residuos radiactivos de Europa. Por lo tanto, cuanto menos gente puebla el suroeste provincial, menos problemas para construir ese depósito.
Lo último que he sabido del ejecutivo de Fernández Mañueco es que la institución que preside invirtió 105 millones de euros en Soria desde 2017 para impulsar el Plan de Dinamización Económica y Demográfica de aquella provincia castellana. Muy bien. Me parece perfecto que el Gobierno autonómico invierta en aquellas zonas de la región más necesitadas. Pero, por qué Zamora, tan depauperada, como Soria, carece de ese mencionada Plan. Por lo que leo, parece que solo hay tres procuradores zamoranos en las Cortes de Castilla y León, los socialistas, preocupadísimos por la cuestión sanitaria. Pero no sé nada de los populares. Sucedió siempre. Jamás los distintos parlamentarios zamoranos del PP exigieron nada a la Junta, ni en época de Aznar, ni con Lucas, ni con Herrera, y, por supuesto, tampoco con Mañueco.
No me explico por qué nuestra sociedad no estalla de una puta vez y pasa de los partidos oficialistas, los que han convertido en una partitocracia nuestro sistema de libertades. Nos están asfixiando económica y demográficamente y aquí no protesta nadie. ¿Quién nos representa? ¿Quién exige, quién pide, quién protesta en nuestra tierra? Nos están matando de sed de futuro en este desierto demográfico. No pasa nada. Cruzados de brazos para esperar a las parcas. Este edificio que es Zamora se desmorona, pero no hay un solo arquitecto político que se ponga a trabajar para apuntarlo, remozarlo, restaurarlo.
Esta provincia es un gigantesco redil de 10.500 km2 en la que “pastan” 170.000 zamoranos, una gran mayoría de ancianos. No somos gente peligrosa, porque nos tragamos todos los embustes del poder. Y, al ser gente mayor, tampoco existe rebeldía social. Además, como la prensa forma parte del poder político, porque se financia con dinero público, se llevan a esta provincia al matadero económico y social en silencio, el de los corderos. El personal bala. Cantando espero a la muerte que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas, que versificara Miguel Hernández.
En diez años, cuando este escribidor sea ya casi un ancianito, aunque de buen ver, siempre que Cronos no se aburra antes de dar cuerda al reloj de mi vida, esta provincia no existirá. No habrá gente. Y los que queden, muy mayores. Entonces será el momento ideal para que cualquier Gobierno, desde La Moncloa, decida que esta tierra que se llamó Zamora pase a ser cementerio de residuos radiactivos de Europa. No me explico tanta ignominia en infamia política con esta provincia sin un objetivo común: despoblarla para destinarla a un triste final. Lo hemos consentido.
Parafraseo a Alberti: ¿Es que ya Zamora se ha quedado sin nadie?
¿Es que acaso en los montes zamoranos no hay nadie?
¿Que en los mares y campos zamoranos no hay nadie?
¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quién mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta?
Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo
encerrado. Su canto asciende a más profundo
cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
El corazón de Zamora se necrosó ha tiempo. Ni nadie late, ni nadie mira, ni nadie canta alto.
Eugenio-Jesús de Ávila
“Piensa mal y acertarás”. Dicho muy reiterado. Aserto que escuché desde la infancia. Me gusta aplicarlo a la vida cotidiana. Verbigracia: todos los gobiernos de la nación, del PSOE, durante muchísimos años, y del PP, menos, más los de la Junta de Castilla y León, todos conservadores o lo que sean los populares, ha tenido un objetivo clarísimo: despoblar nuestra provincia. ¿Por qué? Puestos, como escribí al inicio de este artículo, a pensar mal, diré que esta tierra, en concreto Sayago, por su geología, presenta todas las características idóneas para recibir todos los residuos radiactivos de Europa. Por lo tanto, cuanto menos gente puebla el suroeste provincial, menos problemas para construir ese depósito.
Lo último que he sabido del ejecutivo de Fernández Mañueco es que la institución que preside invirtió 105 millones de euros en Soria desde 2017 para impulsar el Plan de Dinamización Económica y Demográfica de aquella provincia castellana. Muy bien. Me parece perfecto que el Gobierno autonómico invierta en aquellas zonas de la región más necesitadas. Pero, por qué Zamora, tan depauperada, como Soria, carece de ese mencionada Plan. Por lo que leo, parece que solo hay tres procuradores zamoranos en las Cortes de Castilla y León, los socialistas, preocupadísimos por la cuestión sanitaria. Pero no sé nada de los populares. Sucedió siempre. Jamás los distintos parlamentarios zamoranos del PP exigieron nada a la Junta, ni en época de Aznar, ni con Lucas, ni con Herrera, y, por supuesto, tampoco con Mañueco.
No me explico por qué nuestra sociedad no estalla de una puta vez y pasa de los partidos oficialistas, los que han convertido en una partitocracia nuestro sistema de libertades. Nos están asfixiando económica y demográficamente y aquí no protesta nadie. ¿Quién nos representa? ¿Quién exige, quién pide, quién protesta en nuestra tierra? Nos están matando de sed de futuro en este desierto demográfico. No pasa nada. Cruzados de brazos para esperar a las parcas. Este edificio que es Zamora se desmorona, pero no hay un solo arquitecto político que se ponga a trabajar para apuntarlo, remozarlo, restaurarlo.
Esta provincia es un gigantesco redil de 10.500 km2 en la que “pastan” 170.000 zamoranos, una gran mayoría de ancianos. No somos gente peligrosa, porque nos tragamos todos los embustes del poder. Y, al ser gente mayor, tampoco existe rebeldía social. Además, como la prensa forma parte del poder político, porque se financia con dinero público, se llevan a esta provincia al matadero económico y social en silencio, el de los corderos. El personal bala. Cantando espero a la muerte que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas, que versificara Miguel Hernández.
En diez años, cuando este escribidor sea ya casi un ancianito, aunque de buen ver, siempre que Cronos no se aburra antes de dar cuerda al reloj de mi vida, esta provincia no existirá. No habrá gente. Y los que queden, muy mayores. Entonces será el momento ideal para que cualquier Gobierno, desde La Moncloa, decida que esta tierra que se llamó Zamora pase a ser cementerio de residuos radiactivos de Europa. No me explico tanta ignominia en infamia política con esta provincia sin un objetivo común: despoblarla para destinarla a un triste final. Lo hemos consentido.
Parafraseo a Alberti: ¿Es que ya Zamora se ha quedado sin nadie?
¿Es que acaso en los montes zamoranos no hay nadie?
¿Que en los mares y campos zamoranos no hay nadie?
¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta?
¿Quién mire al corazón sin muros del poeta?
¿Tantas cosas han muerto que no hay más que el poeta?
Cantad alto. Oiréis que oyen otros oídos.
Mirad alto. Veréis que miran otros ojos.
Latid alto. Sabréis que palpita otra sangre.
No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo
encerrado. Su canto asciende a más profundo
cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres.
El corazón de Zamora se necrosó ha tiempo. Ni nadie late, ni nadie mira, ni nadie canta alto.
Eugenio-Jesús de Ávila





















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