PATRIMONIO
Las aceñas de Los Pisones
Aguas abajo del río Duero, terminada la zona urbana de la cuidad, por el Barrio de Olivares, se encuentra uno de los molinos de agua más antiguos en Zamora. En la segunda mitad del siglo XVIII existía un batán con cinco ruedas, propiedad de las monjas de la Concepción, conocido por Los Pisones, donde se acondicionaba la lana para la producción de paños, mediante una máquina provista de mazos para golpear , desengrasar y apretar los paños.
En un procedimiento artesanal, hecha la corta de la lana , se lavaba en agua corriente, llegando a la merma de la mitad de su peso, después de seca y oreada, se vareaba y escarmenaba con la mano, separando la parte más fina; esta se peinaba con peines de hierro de púas largas y sutiles, pasándola de uno a otro con el auxilio del aceite, calentando al mismo tiempo los peines en carbón de encina, hasta templarlos, y así esponjada y limpia, se hilaba con rueca y uso, a mano. La lana inferior se cardaba e hilaba más gruesa para cordelletes y paños burdos.
En la época de los Reyes Católicos, los paños de Zamora gozaban de mucho prestigio, contándose por miles los oficiales e hilanderas que ocupaban barrios enteros, y todavía era pujante la industria textil cuando proveía de paño blanco y de mantas a las tropas de Felipe V, que luego fue perdiendo gradualmente volumen de producción.
La producción de paños se reducía a tres clases, denominadas tijero, laguno y pardo basto, todos ellos del color de la lana y de seis cuartas de ancho. Seguía también la fabricación de jergas, carpetas, alforjas y mantas pardas. La fabricación por los llamados "Alburjaqueros" descendió en la ciudad y en todos los pueblos de la provincia, calculándose que quedaron treinta telares, que hacían 60.000 varas al año.
En cambio, aumentó la producción de lencería con el establecimiento de una fábrica nueva de cintas, encajes y blondas, que se hizo en 1778. En la ciudad había setenta telares de lienzo ordinario; en toda la provincia unos trescientos, que tejían 90.000 varas. Con idea de fomentar la producción, pasó por Zamora, comisionado por Real Orden, don Manuel Pérez de Rozas, director de la Real Fábrica de lienzos de San Ildefonso, si bien se limitó a extender la siembra del lino que, por su buena calidad, adquirían los portugueses para convertirlo en lienzos de mejor calidad y más blancos que los nuestros.
Balbino Lozano
Aguas abajo del río Duero, terminada la zona urbana de la cuidad, por el Barrio de Olivares, se encuentra uno de los molinos de agua más antiguos en Zamora. En la segunda mitad del siglo XVIII existía un batán con cinco ruedas, propiedad de las monjas de la Concepción, conocido por Los Pisones, donde se acondicionaba la lana para la producción de paños, mediante una máquina provista de mazos para golpear , desengrasar y apretar los paños.
En un procedimiento artesanal, hecha la corta de la lana , se lavaba en agua corriente, llegando a la merma de la mitad de su peso, después de seca y oreada, se vareaba y escarmenaba con la mano, separando la parte más fina; esta se peinaba con peines de hierro de púas largas y sutiles, pasándola de uno a otro con el auxilio del aceite, calentando al mismo tiempo los peines en carbón de encina, hasta templarlos, y así esponjada y limpia, se hilaba con rueca y uso, a mano. La lana inferior se cardaba e hilaba más gruesa para cordelletes y paños burdos.
En la época de los Reyes Católicos, los paños de Zamora gozaban de mucho prestigio, contándose por miles los oficiales e hilanderas que ocupaban barrios enteros, y todavía era pujante la industria textil cuando proveía de paño blanco y de mantas a las tropas de Felipe V, que luego fue perdiendo gradualmente volumen de producción.
La producción de paños se reducía a tres clases, denominadas tijero, laguno y pardo basto, todos ellos del color de la lana y de seis cuartas de ancho. Seguía también la fabricación de jergas, carpetas, alforjas y mantas pardas. La fabricación por los llamados "Alburjaqueros" descendió en la ciudad y en todos los pueblos de la provincia, calculándose que quedaron treinta telares, que hacían 60.000 varas al año.
En cambio, aumentó la producción de lencería con el establecimiento de una fábrica nueva de cintas, encajes y blondas, que se hizo en 1778. En la ciudad había setenta telares de lienzo ordinario; en toda la provincia unos trescientos, que tejían 90.000 varas. Con idea de fomentar la producción, pasó por Zamora, comisionado por Real Orden, don Manuel Pérez de Rozas, director de la Real Fábrica de lienzos de San Ildefonso, si bien se limitó a extender la siembra del lino que, por su buena calidad, adquirían los portugueses para convertirlo en lienzos de mejor calidad y más blancos que los nuestros.
Balbino Lozano
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