NUESTRAS FOTOS: II y III
“Emigraciones de entonces: también la nuestra"
La serie “Nuestras Fotos” que hemos comenzado en días pasados, ––y que intentaremos continuar sin límite y fechas pre-establecidos––, se basa en la recopilación realizada por “Teófilo Edicions”: “LOS PERIODISTAS ESTÁBAMOS ALLÍ PARA CONTARLO”, presentado en Zamora por varios de ellos, en Enero de 2019.
Esta entrega la componen hoy sendas instantáneas de BENITO ROMÁN y NAVIA, respectivamente. Ambas recogen escenas habituales durante el “Régimen Franquista”...y la “Transición”.
La primera nos muestra el dolor de una madre ante la ya irreversible partida de su hija de veintitantos años, desde una pueblo, (tal vez aldea), de Galicia, Asturias, Andalucía, Extremadura... Zamora. Poco tiene esta familia. Poco puede llevar la hija. Todo lo transportan ambas mujeres, hasta el “coche de linea”, en una maleta. La joven nos muestra el dolor por medio de una mirada a su madre, que nosotros no vemos. La madre no nos oculta nada. Su pena es inconsolable tanto como infinita.
La fotografía del foto-periodista Navia la componen los dos grupos de colectivos que integraban a los únicos “viajeros/usuarios” de estas estaciones de “segunda”: los mismos emigrantes, pero ahora son los que lo hacían en grupo, cuando no toda la familia, lo que se acredita con el incremento del número de bultos, y lo pesado de los mismos, al subir al tren que los llevaría a ese destino que debiera darles un futuro con el sentido que su presente no tenía. También nos muestra la foto, ––con una simplicidad que resume la de sus integrantes––, a los soldados que “hacían la Mili, para servir a la Patria, y hacerse hombres”.
Este último viaje hoy ya no se realiza, por suerte. El primero tampoco... salvo en algunas provincias, como la nuestra, donde las hijas... y sus hermanos han seguido saliendo, de otra manera desde luego, pero sin retorno, como aquellos.
La madre, las madres a lo único que pueden ya aspirar es a verlos una vez al año... y que el destino les permita morir aquí, y no tener que ir a hacerlo a Barcelona o Madrid.
Para ellas el futuro tampoco tiene sentido alguno.
Gonzalo Julián
La serie “Nuestras Fotos” que hemos comenzado en días pasados, ––y que intentaremos continuar sin límite y fechas pre-establecidos––, se basa en la recopilación realizada por “Teófilo Edicions”: “LOS PERIODISTAS ESTÁBAMOS ALLÍ PARA CONTARLO”, presentado en Zamora por varios de ellos, en Enero de 2019.
Esta entrega la componen hoy sendas instantáneas de BENITO ROMÁN y NAVIA, respectivamente. Ambas recogen escenas habituales durante el “Régimen Franquista”...y la “Transición”.
La primera nos muestra el dolor de una madre ante la ya irreversible partida de su hija de veintitantos años, desde una pueblo, (tal vez aldea), de Galicia, Asturias, Andalucía, Extremadura... Zamora. Poco tiene esta familia. Poco puede llevar la hija. Todo lo transportan ambas mujeres, hasta el “coche de linea”, en una maleta. La joven nos muestra el dolor por medio de una mirada a su madre, que nosotros no vemos. La madre no nos oculta nada. Su pena es inconsolable tanto como infinita.
La fotografía del foto-periodista Navia la componen los dos grupos de colectivos que integraban a los únicos “viajeros/usuarios” de estas estaciones de “segunda”: los mismos emigrantes, pero ahora son los que lo hacían en grupo, cuando no toda la familia, lo que se acredita con el incremento del número de bultos, y lo pesado de los mismos, al subir al tren que los llevaría a ese destino que debiera darles un futuro con el sentido que su presente no tenía. También nos muestra la foto, ––con una simplicidad que resume la de sus integrantes––, a los soldados que “hacían la Mili, para servir a la Patria, y hacerse hombres”.
Este último viaje hoy ya no se realiza, por suerte. El primero tampoco... salvo en algunas provincias, como la nuestra, donde las hijas... y sus hermanos han seguido saliendo, de otra manera desde luego, pero sin retorno, como aquellos.
La madre, las madres a lo único que pueden ya aspirar es a verlos una vez al año... y que el destino les permita morir aquí, y no tener que ir a hacerlo a Barcelona o Madrid.
Para ellas el futuro tampoco tiene sentido alguno.
Gonzalo Julián



















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