CON LOS CINCO SENTIDOS
Esos años ochenta
¿Recordáis? Esto va para los nacidos en la década de los setenta, como la menda. Años ochenta, jugando a las chapas con mis hermanos. Me sé todas las marcas de coches, cilindradas, marcas de aviones y modelos de helicópteros, porque el estar rodeada de hermanos y primos varones es lo que tiene, que las muñecas ni las miraba de soslayo. Bueno sí, para cortarles el pelo y pintárselo con témperas “Manley” al estilo punky. Era bastante destroyer en mi infancia. Luego, a los 16, cuando me hice mujer, todo cambió. Ni para peor ni para mejor. Todo se hizo diferente. De no mirarme nadie del sexo opuesto, la historia es que pasó a mirarme todo bicho viviente. La explosión de la primavera me llegó de repente, con lo a gustito que estaba yo jugando al fútbol o al Exin Castillos, compartiendo bocadillos de chocolate Nestlé o Nocilla (la Nutella vino después) y con el pelo corto, sin pendientes, ni tetas, ni culo ni nada. Andrógina hasta los 16. Bendita infancia y adolescencia.
Sin redes sociales, cuando tener en casa una tele en color era la bomba e invitabas a tus amigos a ver los dibujos animados de los sábados por la mañana, "La bola de cristal"... Yo tuve suerte. En mi casa hubo tele en color, libros por doquier, un piano, una guitarra, un acordeón y mis zapatillas rojas de ballet, única cosa por la que se podía deducir que era niña entre tanta testosterona.
Buenos tiempos, papá, muy buenos. En estos días te echo de menos más de lo normal, más de lo habitual. Te echo de menos siempre, pero como nos juntábamos más en estas fechas...No sé cómo lo verás todo desde ahí arriba. Ya te habrás acostumbrado a tus habitaciones nuevas. Llevas lejos de mí diez años pero no pienses, ni por un instante, que no te recuerdo cada día. No hago otra cosa. Eso es lo que pasa cuando tu padre te quiere y se convierte en referente del crecimiento personal. En ejemplo de cómo se ha de educar en casa y en el aula, señor profesor, papá.
A veces, muchas, eras duro conmigo para que estudiara, para que no creyera que mi particular manera de entender el mundo era suficiente para sobresalir y sacar buenas notas. Me hiciste trabajadora, constante, vehemente, pero también soñadora, empática y emocional. Me leíste poemas, libros, me dedicaste piezas musicales y conseguiste que me interesara más crear desde la nada de mi mente a llenarla de datos y más datos. Pero todo es importante. Nunca se ha de dejar de aprender y el que crea que lo sabe todo, estará perdido.
Pero esto iba de tiempo, del tiempo perdido o recordado, y de juegos compartidos. Así que sí, no me hace falta que sea Navidad para echarte en falta porque lo hago a diario, en cada gesto, cuando me miro al espejo y me reconozco en tu rostro amable. Cuando, de noche, siento una ráfaga de aire gélido en la cara mientras duermo y alguien me susurra al oído mi segundo nombre, el que tú elegiste para mí porque cuando nací, falleció la tripulación de la Soyuz 11 y la mujer del comandante se llamaba así... No sabes la de problemas que me ha dado ese nombre, siempre he tenido que repetirlo hasta la saciedad, es por eso que utilizo el primero. Discúlpame.
Y poco más. Que me guardes las espaldas desde ahí arriba, en esa dimensión paralela en la que te encuentras. Avísame cuando alguien quiera joderme, con otra ráfaga de aire congelado mientras dormito. Avísame para que despierte y me ponga en estado de alerta. Aquí abajo te puedes fiar de pocos, la cosa está fatal. Cuídame y cuídate. Vela por mí para que no olvide tu voz, ni el calor de tus abrazos, ni el sonido de tu risa. Sé feliz, yo lo intentaré por estos lares, aunque me cueste. Te lo prometo, que yo no juro.
En la película de mi vida estás en el prólogo, en el nudo y en el desenlace. Creo que me llevé más genética tuya de la cuenta, y así me va… Nos veremos algún día. Mientras tanto, no pierdas ripio de lo que se cuece en los alrededores de mi vida, como hacías siempre. Pendiente de tu niña morena de ojos claros.
Nélida L. del Estal Sastre
¿Recordáis? Esto va para los nacidos en la década de los setenta, como la menda. Años ochenta, jugando a las chapas con mis hermanos. Me sé todas las marcas de coches, cilindradas, marcas de aviones y modelos de helicópteros, porque el estar rodeada de hermanos y primos varones es lo que tiene, que las muñecas ni las miraba de soslayo. Bueno sí, para cortarles el pelo y pintárselo con témperas “Manley” al estilo punky. Era bastante destroyer en mi infancia. Luego, a los 16, cuando me hice mujer, todo cambió. Ni para peor ni para mejor. Todo se hizo diferente. De no mirarme nadie del sexo opuesto, la historia es que pasó a mirarme todo bicho viviente. La explosión de la primavera me llegó de repente, con lo a gustito que estaba yo jugando al fútbol o al Exin Castillos, compartiendo bocadillos de chocolate Nestlé o Nocilla (la Nutella vino después) y con el pelo corto, sin pendientes, ni tetas, ni culo ni nada. Andrógina hasta los 16. Bendita infancia y adolescencia.
Sin redes sociales, cuando tener en casa una tele en color era la bomba e invitabas a tus amigos a ver los dibujos animados de los sábados por la mañana, "La bola de cristal"... Yo tuve suerte. En mi casa hubo tele en color, libros por doquier, un piano, una guitarra, un acordeón y mis zapatillas rojas de ballet, única cosa por la que se podía deducir que era niña entre tanta testosterona.
Buenos tiempos, papá, muy buenos. En estos días te echo de menos más de lo normal, más de lo habitual. Te echo de menos siempre, pero como nos juntábamos más en estas fechas...No sé cómo lo verás todo desde ahí arriba. Ya te habrás acostumbrado a tus habitaciones nuevas. Llevas lejos de mí diez años pero no pienses, ni por un instante, que no te recuerdo cada día. No hago otra cosa. Eso es lo que pasa cuando tu padre te quiere y se convierte en referente del crecimiento personal. En ejemplo de cómo se ha de educar en casa y en el aula, señor profesor, papá.
A veces, muchas, eras duro conmigo para que estudiara, para que no creyera que mi particular manera de entender el mundo era suficiente para sobresalir y sacar buenas notas. Me hiciste trabajadora, constante, vehemente, pero también soñadora, empática y emocional. Me leíste poemas, libros, me dedicaste piezas musicales y conseguiste que me interesara más crear desde la nada de mi mente a llenarla de datos y más datos. Pero todo es importante. Nunca se ha de dejar de aprender y el que crea que lo sabe todo, estará perdido.
Pero esto iba de tiempo, del tiempo perdido o recordado, y de juegos compartidos. Así que sí, no me hace falta que sea Navidad para echarte en falta porque lo hago a diario, en cada gesto, cuando me miro al espejo y me reconozco en tu rostro amable. Cuando, de noche, siento una ráfaga de aire gélido en la cara mientras duermo y alguien me susurra al oído mi segundo nombre, el que tú elegiste para mí porque cuando nací, falleció la tripulación de la Soyuz 11 y la mujer del comandante se llamaba así... No sabes la de problemas que me ha dado ese nombre, siempre he tenido que repetirlo hasta la saciedad, es por eso que utilizo el primero. Discúlpame.
Y poco más. Que me guardes las espaldas desde ahí arriba, en esa dimensión paralela en la que te encuentras. Avísame cuando alguien quiera joderme, con otra ráfaga de aire congelado mientras dormito. Avísame para que despierte y me ponga en estado de alerta. Aquí abajo te puedes fiar de pocos, la cosa está fatal. Cuídame y cuídate. Vela por mí para que no olvide tu voz, ni el calor de tus abrazos, ni el sonido de tu risa. Sé feliz, yo lo intentaré por estos lares, aunque me cueste. Te lo prometo, que yo no juro.
En la película de mi vida estás en el prólogo, en el nudo y en el desenlace. Creo que me llevé más genética tuya de la cuenta, y así me va… Nos veremos algún día. Mientras tanto, no pierdas ripio de lo que se cuece en los alrededores de mi vida, como hacías siempre. Pendiente de tu niña morena de ojos claros.
Nélida L. del Estal Sastre
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.17