NOCTURNOS
Amar desde la Nochebuena, tras la Misa de Gallo, hasta el alba de Navidad
Hacer el amor con la mujer que adoras después de la Misa del Gallo, aun siendo ateo, durante toda la madrugada de la Nochebuena, y despertar al alba el día de Navidad, se asemeja al sentimiento más profundo que todo ser humano, sensible, especial, diferente, alcanza antes de conocer los Campos Elíseos.
No hay otra noche tan dispuesta para amar como la del 24 de diciembre, ni una madrugada tan preparada para gozar de la pasión y escribir poesía en el papiro de la piel de la mujer que quieres. Amas sobre el lecho del solsticio de invierno, hecho con la lana del tiempo; amas como si fueras a esculpir el mármol de tu alma con la gubia de un querubín; amas con un intenso placer, casi místico, que elevase tu carne por encima de tu ser hasta levitar.
¡Ay, mi amor, si pudiera contar las pestañas de tus párpados, besar la puntita de tu nariz con mis labios de champagne, acariciar tu linda mamola con la yema de mi dedo corazón de la mano diestra, enredar el vello de tu pubis con la punta de mi lengua, besar tu ombligo con mimo, con delicadeza, como si fuera mi boca la de un bebé!
Si amas desde la madrugada de la Nochebuena hasta el amanecer de la Navidad te sentirás Dios, porque habrás creado amor de la nada, tejido pasión en las entrañas de una mujer, una divinidad con alma de seda y notas de música.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hacer el amor con la mujer que adoras después de la Misa del Gallo, aun siendo ateo, durante toda la madrugada de la Nochebuena, y despertar al alba el día de Navidad, se asemeja al sentimiento más profundo que todo ser humano, sensible, especial, diferente, alcanza antes de conocer los Campos Elíseos.
No hay otra noche tan dispuesta para amar como la del 24 de diciembre, ni una madrugada tan preparada para gozar de la pasión y escribir poesía en el papiro de la piel de la mujer que quieres. Amas sobre el lecho del solsticio de invierno, hecho con la lana del tiempo; amas como si fueras a esculpir el mármol de tu alma con la gubia de un querubín; amas con un intenso placer, casi místico, que elevase tu carne por encima de tu ser hasta levitar.
¡Ay, mi amor, si pudiera contar las pestañas de tus párpados, besar la puntita de tu nariz con mis labios de champagne, acariciar tu linda mamola con la yema de mi dedo corazón de la mano diestra, enredar el vello de tu pubis con la punta de mi lengua, besar tu ombligo con mimo, con delicadeza, como si fuera mi boca la de un bebé!
Si amas desde la madrugada de la Nochebuena hasta el amanecer de la Navidad te sentirás Dios, porque habrás creado amor de la nada, tejido pasión en las entrañas de una mujer, una divinidad con alma de seda y notas de música.
Eugenio-Jesús de Ávila
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