PASIÓN POR ZAMORA
Ojalá llueva prosperidad sobre nuestra tierra
En cada gota de lluvia hay una almita, que regresa para besar a la tierra, acariciar las hojas de los árboles, hacerle el amor a los ríos, dar luz a nueva vida. Tú y yo somos agua. Sí. No sonrías. No pienses que perdió la cordura. Somos agua que piensa, agua que sueña, agua que llora, agua que ama. Un día, nos evaporaremos. Volveremos a ser nubes. Vapor de agua. Y lloveremos eternamente hasta que el mal nos seque.
Llueve, desconsoladamente, en Zamora. Navidad húmeda. Navidad que vio fallecer a hijos de esta tierra, que volverán a ser gotas de lluvia. Morir es llover del revés. En Zamora se muere de otra manera: cuando te entierran o te incineran, y cuando, todavía con vida, te matan con calumnias y con el veneno de la envidia. Zamora es una ciudad pretérita. Una ciudad llovida, que se seca cuando sopla el mal de la ignorancia, de la política, de la indecencia, de la miseria.
Yo me lluevo en cada palabra. A veces incluso granizo y otras nievo. Porque la decadencia de Zamora provoca en mi alma una borrasca que llueve críticas sobre los políticos que engañan, sobre empresarios que se enriquecen con el nepotismo institucional.
Y voy a seguir lloviéndome sobre Zamora mientras politicastros, de aquí y de allá, malandrines de la res pública, nos castiguen con el viento seco de la reacción, de la mentira y del olvido.
Eugenio-Jesús de Ávila
En cada gota de lluvia hay una almita, que regresa para besar a la tierra, acariciar las hojas de los árboles, hacerle el amor a los ríos, dar luz a nueva vida. Tú y yo somos agua. Sí. No sonrías. No pienses que perdió la cordura. Somos agua que piensa, agua que sueña, agua que llora, agua que ama. Un día, nos evaporaremos. Volveremos a ser nubes. Vapor de agua. Y lloveremos eternamente hasta que el mal nos seque.
Llueve, desconsoladamente, en Zamora. Navidad húmeda. Navidad que vio fallecer a hijos de esta tierra, que volverán a ser gotas de lluvia. Morir es llover del revés. En Zamora se muere de otra manera: cuando te entierran o te incineran, y cuando, todavía con vida, te matan con calumnias y con el veneno de la envidia. Zamora es una ciudad pretérita. Una ciudad llovida, que se seca cuando sopla el mal de la ignorancia, de la política, de la indecencia, de la miseria.
Yo me lluevo en cada palabra. A veces incluso granizo y otras nievo. Porque la decadencia de Zamora provoca en mi alma una borrasca que llueve críticas sobre los políticos que engañan, sobre empresarios que se enriquecen con el nepotismo institucional.
Y voy a seguir lloviéndome sobre Zamora mientras politicastros, de aquí y de allá, malandrines de la res pública, nos castiguen con el viento seco de la reacción, de la mentira y del olvido.
Eugenio-Jesús de Ávila


















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.29