NOCTURNOS
La vida duele... el amor, también
La vida duele. La muerte, no. Uno se muere, pero no sufre. La pena invade a los que se quedan del otro lado. Vivir es amar y el amor duele. Morir es no amar. Pero la muerte no duele.
Si amas como yo, siempre parece poco lo que hagas por alegrar la vida a la mujer que quieres. Nunca estoy satisfecho cuando amo a una mujer. No porque ella no me dé lo que espero, sino porque me parece poco lo que le entrego. Después de una caricia, le exijo a la ternura que se entrega a la mujer que adoro. Intento que cada beso sea más apasionado que el anterior, que mis palabras expliquen, con precisión, lo que me hace sentir en mis adentros; que la traducción entre lo que ella provoca en mi cerebro y lo que mis verbos conjugan se acerque a la realidad.
No me conformo con amar. Yo no preparo a una dama para que me abra su cuerpo, si antes no me ha mostrado su alma desnuda. Quiero olvidarme de mí en sus adentros. Cuando me importa más ella que yo, sé que la amo. Si solo busco el placer en su carne, me querré en ella a mí mismo.
Tenía tanto amor dentro de mi alma que, a veces, lo sembré en tierras yermas, en las que nunca crecía la sensibilidad, el detalle, la clase; solo la mala hierba del sexo por el sexo.
Eugenio-Jesús de Ávila
La vida duele. La muerte, no. Uno se muere, pero no sufre. La pena invade a los que se quedan del otro lado. Vivir es amar y el amor duele. Morir es no amar. Pero la muerte no duele.
Si amas como yo, siempre parece poco lo que hagas por alegrar la vida a la mujer que quieres. Nunca estoy satisfecho cuando amo a una mujer. No porque ella no me dé lo que espero, sino porque me parece poco lo que le entrego. Después de una caricia, le exijo a la ternura que se entrega a la mujer que adoro. Intento que cada beso sea más apasionado que el anterior, que mis palabras expliquen, con precisión, lo que me hace sentir en mis adentros; que la traducción entre lo que ella provoca en mi cerebro y lo que mis verbos conjugan se acerque a la realidad.
No me conformo con amar. Yo no preparo a una dama para que me abra su cuerpo, si antes no me ha mostrado su alma desnuda. Quiero olvidarme de mí en sus adentros. Cuando me importa más ella que yo, sé que la amo. Si solo busco el placer en su carne, me querré en ella a mí mismo.
Tenía tanto amor dentro de mi alma que, a veces, lo sembré en tierras yermas, en las que nunca crecía la sensibilidad, el detalle, la clase; solo la mala hierba del sexo por el sexo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.17