CON LOS CINCO SENTIDOS
Luna de invierno
Hace un frÃo helador en la calle. El suelo está húmedo y resbaladizo, pero no por la lluvia, sino por la niebla que mora en las mentes de los habitantes de diciembre y que lo inunda todo en mi adorada Zamora. Hace frÃo, mucho, demasiado para mis frágiles huesos. Esta ciudad se muere, aprisa, muy aprisa, sin nadie que le insufle oxÃgeno vital para poder sobrevivir. Se han reventado las costuras del abrigo y nos roban el calor de las ideas nuevas, que vuelan con el viento de las borrascas hacia tierras más lejanas y prósperas.Â
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  Miro a la luna y me pregunto si no existirá alguien que crea en esta ciudad muerta en vida, para que no se vacÃe como cuando vacÃas un contenedor o una caja de recuerdos que ya no quieres. Tiene que haber alguien que quiera estar aquÃ, querer aquÃ, amar aquÃ, parir aquÃ, aunque sea…morir aquÃ.  Â
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  Zamora se ahoga en sà misma. En su nada absoluta. Vamos por las calles como espectros con mascarilla, abducidos por una sequedad mental sin remedio. Como si nos hubieran quitado y sacado al sol el cerebro este verano y nos conformásemos con lo que venga, sea de la pobreza que sea, intelectual, social, polÃtica…No hay amor de verdad en las calles, no hay pasión, ni calor de hogar ni ganas, no hay nada.Â
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  Quiero creer que hay remedio, no médico porque ese está ahora en otros menesteres, pero sà humano y económico para este mal que nos atenaza y nos derrumba, que aleja a nuestros hijos de sus casas y de sus padres, que tanto los aman y lo han dado todo por ellos. Quiero creer que hay solución y que encontraremos a mucha gente valiente que consiga sacarnos del pozo, porque esa gente existe, está, es. Pero no escuchamos. No importamos a nadie. De nada valen las ideas o el afán de superación cuando son los propios habitantes de esta provincia los que no creen en ella, los que se dejan llevar por la inercia o el vaivén del dÃa a dÃa. Si uno no se quiere, es incapaz de querer a otros. Si uno no se valora a sà mismo, no valora a nadie, no valora nada. Se deja ir muriendo de aburrimiento vital. Te dejas ir por los que te mandan, te acoplas, te acomodas. Es como un mal matrimonio en el que los cónyuges prefieren estar juntos, aunque se odien o siquiera se hablen, por el qué dirán, por costumbre en el hartazgo, pero con miedo a los cambios. A veces, hay que cortar el cordón umbilical y saltarte a la torera los estúpidos y suicidas convencionalismos sociales para salvar lo que parece que a nadie interesa.Â
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  Pero Zamora es frÃa en invierno, y nuestra persistente niebla real y la mental, no ayudan. Ven, te necesito, da calor a este frÃo cuerpo y a esta frÃa ciudad. Haz resurgir esta cuna del Románico como un Ave Fénix porque muero de tedio y de hastÃo. Te espero y espero tu calor para coser nuestros abrigos. No dejemos escapar el aire, no dejemos que el cansancio nos impida caminar hacia adelante. No me dejes aquà tirada, en mitad del camino para que me inunde la vacÃa verborrea de quien no sabe, de quien no quiere. Hoy es 28 de diciembre de 2021; se podrÃa pensar que esto es una broma macabra. La broma es que esto es real.Â
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P.D: La imagen que ilustra mi relato de hoy, es de la diseñadora italiana Nicoletta Ceccoli Â
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Nélida L. del Estal SastreÂ
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Hace un frÃo helador en la calle. El suelo está húmedo y resbaladizo, pero no por la lluvia, sino por la niebla que mora en las mentes de los habitantes de diciembre y que lo inunda todo en mi adorada Zamora. Hace frÃo, mucho, demasiado para mis frágiles huesos. Esta ciudad se muere, aprisa, muy aprisa, sin nadie que le insufle oxÃgeno vital para poder sobrevivir. Se han reventado las costuras del abrigo y nos roban el calor de las ideas nuevas, que vuelan con el viento de las borrascas hacia tierras más lejanas y prósperas.Â
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  Miro a la luna y me pregunto si no existirá alguien que crea en esta ciudad muerta en vida, para que no se vacÃe como cuando vacÃas un contenedor o una caja de recuerdos que ya no quieres. Tiene que haber alguien que quiera estar aquÃ, querer aquÃ, amar aquÃ, parir aquÃ, aunque sea…morir aquÃ.  Â
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  Zamora se ahoga en sà misma. En su nada absoluta. Vamos por las calles como espectros con mascarilla, abducidos por una sequedad mental sin remedio. Como si nos hubieran quitado y sacado al sol el cerebro este verano y nos conformásemos con lo que venga, sea de la pobreza que sea, intelectual, social, polÃtica…No hay amor de verdad en las calles, no hay pasión, ni calor de hogar ni ganas, no hay nada.Â
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  Quiero creer que hay remedio, no médico porque ese está ahora en otros menesteres, pero sà humano y económico para este mal que nos atenaza y nos derrumba, que aleja a nuestros hijos de sus casas y de sus padres, que tanto los aman y lo han dado todo por ellos. Quiero creer que hay solución y que encontraremos a mucha gente valiente que consiga sacarnos del pozo, porque esa gente existe, está, es. Pero no escuchamos. No importamos a nadie. De nada valen las ideas o el afán de superación cuando son los propios habitantes de esta provincia los que no creen en ella, los que se dejan llevar por la inercia o el vaivén del dÃa a dÃa. Si uno no se quiere, es incapaz de querer a otros. Si uno no se valora a sà mismo, no valora a nadie, no valora nada. Se deja ir muriendo de aburrimiento vital. Te dejas ir por los que te mandan, te acoplas, te acomodas. Es como un mal matrimonio en el que los cónyuges prefieren estar juntos, aunque se odien o siquiera se hablen, por el qué dirán, por costumbre en el hartazgo, pero con miedo a los cambios. A veces, hay que cortar el cordón umbilical y saltarte a la torera los estúpidos y suicidas convencionalismos sociales para salvar lo que parece que a nadie interesa.Â
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  Pero Zamora es frÃa en invierno, y nuestra persistente niebla real y la mental, no ayudan. Ven, te necesito, da calor a este frÃo cuerpo y a esta frÃa ciudad. Haz resurgir esta cuna del Románico como un Ave Fénix porque muero de tedio y de hastÃo. Te espero y espero tu calor para coser nuestros abrigos. No dejemos escapar el aire, no dejemos que el cansancio nos impida caminar hacia adelante. No me dejes aquà tirada, en mitad del camino para que me inunde la vacÃa verborrea de quien no sabe, de quien no quiere. Hoy es 28 de diciembre de 2021; se podrÃa pensar que esto es una broma macabra. La broma es que esto es real.Â
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P.D: La imagen que ilustra mi relato de hoy, es de la diseñadora italiana Nicoletta Ceccoli Â
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Nélida L. del Estal SastreÂ
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