Pasé por tu vida

Todas las noches, cuando me toca dormir, por cansancio, como me toca  vivir, por inercia; cuando la madrugada aún es niña, después de apagar la luz, dedico unos minutos a reflexionar sobre una mujer, mi ucronía femenina, y después, pienso, pero, a veces no existo, si al alba volveré a oír los trinos de los gorriones en mi balcón.

No me preocupa dejar de vivir. No espero nada ya de la vida. Ni creo que la gente espere nada de mí. Está todo hecho.  Consummatum est.  Tengo edad para amar de una forma estética, diría que casi intelectual, copular con arte, como esculpía Buanarroti, hacer el amor como escribir sonetos, como un poeta del barroco, y los años suficientes para que cualquier mujer libara el néctar que todavía guardo entre los estambres de mi alma.

Y si algún día no me ves y te cuentan que morí, no lo sientas más que yo, porque me fui cuando quise, aburrido de vivir conmigo mismo tantas décadas. Sonríe ante mi muerte. Ni una sola lágrima, ni tan si quiera, seca. Y recuerda que pasé por tu vida. Amén.

Eugenio-Jesús de Ávila