Coherencia y claridad

   Clarificadora por el entrevistado, no así respecto a un entrevistador encorsetado y visiblemente incómodo, la aparición televisiva del líder de Vox en días pasados. No hace falta militar y ni siquiera simpatizar, para apreciar en Abascal a raíz de su comparecencia aquello que el ciudadano echa en falta dentro de nuestra clase política, nada distinto a la coherencia de discurso y planteamientos. De la “cultura”, yendo a la expresión cursi de un PP centrista y “centrado”, que durante años no ha hecho más que plegarse con mucha “cultura” pastueña a tejemanejes y trágalas de un PSOE desleal, camuflado de socialdemocracia a la europea.

   En lo que concierne al dirigente de Vox, definición y programa fueron las claves por lo que se refiere a las grandes cuestiones de la política nacional. Se estará de acuerdo o no, pero de lo que no hay duda es de la claridad de un líder cuyo partido gana y ganará posiciones, debido precisamente a que, en temas decisivos, se le entiende a la perfección. Guste o no a una izquierda extrema y radicalizada, Vox está llamado a ser partido de gobierno y Abascal hombre de Estado, con la legítima y fundada aspiración de liderar la derecha conservadora, dada la división e inanidad de un PP sumido en batallitas fruto de ridículos personalismos, pero esencialmente falto de programa debido a una incomprensible querencia por el cambalache centrista o liberal.

. Más aún cuando de las palabras de Abascal lo que se desprende es concisión y firmeza, desde un respeto escrupuloso a la Constitución y a las bases de nuestro sistema legal. Con todo, y hablando de una diplomacia nunca reñida con la firmeza, no estaría de más algo de cintura y regate en corto. No ha mucho a Macarena Olona le merendó la tostada parlamentaria la ministra maravillas, recurriendo a su habitual soniquete empalagoso y tontuno, propio de una sociedad idiotizada al tiempo que apesebrada. Inexplicable, como inexplicable parece por estrategia el silencio de Vox ante el discurso navideño del Jefe del Estado. Naturalmente, nunca faltarán quienes, de ir a lo padecido durante cuatro décadas, añoren con espíritu cívico y nacional los valores de una auténtica República, en versión centralista o incluso federal. Pero, como el mismo Abascal tuvo a bien precisar, constitucionalmente hay lo que hay, o sea, una Monarquía autonómica. Y se esté de acuerdo o no, un partido que lo será de gobierno, igual que un político con vocación de liderazgo nacional, deberían haber glosado mínimamente en términos laudatorios, y nada impedía que nacionales, el mensaje de quien ostenta constitucional y legítimamente la Jefatura del Estado.