PEDIR
No le pido nada al Año Nuevo, se lo exijo al Gobierno de España
Hay provincias, como clases, burguesas y proletarias; la nuestra, Zamora, forma parte del lumpen: ensaye el ejecutivo Sánchez-Iglesias ingenierías sociales e industriales en nuestra tierra, donde la burguesía, intelectual ni económica, no existe
Nunca me dio por escribirles cartas a los Reyes Magos. Soy un repúblico. Los magos son el último cuento que nos relatan a los niños mientras crecemos y nos hacemos hombres. Todo en la vida es un cuento: desde la cigüeña hasta Dios, la Virgen y la Santísima Trinidad; la democracia, el comunismo y el fascismo; el amor y la verdad. Solo triunfa el malandrín, el hipócrita y el felón. Los buenos siempre pierden. De ahí el consuelo de una vida después de la vida. Otra memez para mentes cándidas.
Tampoco ambiciono ser profeta, ni en mi tierra, ni allende los mares, ni escribir versos sobre el agua ni esculpir un Viriato en un bloque de hielo. Pero Zamora ya no conocerá, si mis cálculos son precisos, dada la situación política en la Junta, durante 2022 -elecciones el 13 de febrero- el inicio de las obras de la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco, punto de inflexión en la historia económica, del sector primario, de la industria en esta provincia. Confío más en el inicio de las obras básicas en Monte La Reina para en tres años recibir batallones del Ejército español; también en la construcción del Centro Cívico y del Conservatorio, y, en este mismo sentido, el Museo de Baltasar Lobo y el traslado de la Policía Municipal al antiguo edificio del Banco de España. Perfecto.
Pero mis sueños se proyectan también hacia la restauración global del recinto defensivo medieval de Zamora, la del Puente de Piedra; la transformación en autovía de la carretera nacional entre la capital de la provincia y la frontera lusa; el parque de Bomberos y la reforma integral del Mercado de Abastos. Estos proyectos municipales dependen del gobierno Sánchez. Supongo que, como políticos de izquierdas, favorecerán los intereses de una provincia depauperada, lastrada económicamente por décadas de caciquismo, ya casi un desierto demográfico.
En Zamora, el Gobierno de Sánchez, y lo que queda de Podemos e IU, podría ensayar su ingeniería social e industrial, para comprobar cómo se cambia una sociedad cuando el Estado invierte dinero público en un determinado territorio. Ciudades como Valladolid alcanzaron un desarrollo industrial extraordinario porque así lo quisieron empresarios y políticos franquistas. La SEAT se instaló en Martorell, porque lo procuró la dictadura. En una nación que alcanzó el máximo desarrollo del capitalismo sin conocer una revolución burguesa, el Estado debe hacer las labores de esa burguesía, aquí siempre asociada a los distintos gobiernos, dictaduras, repúblicas o democracias.
No le pido al año nuevo, se lo exijo a los revolucionarios neomarxistas de Unidas Podemos, porque también hay, dentro de España, provincias burguesas y proletarias, Zamora forma parte del lumpen, que transformen nuestra tierra, que borren todo atisbo de caciquismo, de prensa cobista, de empresarios avasalladores.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nunca me dio por escribirles cartas a los Reyes Magos. Soy un repúblico. Los magos son el último cuento que nos relatan a los niños mientras crecemos y nos hacemos hombres. Todo en la vida es un cuento: desde la cigüeña hasta Dios, la Virgen y la Santísima Trinidad; la democracia, el comunismo y el fascismo; el amor y la verdad. Solo triunfa el malandrín, el hipócrita y el felón. Los buenos siempre pierden. De ahí el consuelo de una vida después de la vida. Otra memez para mentes cándidas.
Tampoco ambiciono ser profeta, ni en mi tierra, ni allende los mares, ni escribir versos sobre el agua ni esculpir un Viriato en un bloque de hielo. Pero Zamora ya no conocerá, si mis cálculos son precisos, dada la situación política en la Junta, durante 2022 -elecciones el 13 de febrero- el inicio de las obras de la Biorrefinería Multifuncional de Barcial del Barco, punto de inflexión en la historia económica, del sector primario, de la industria en esta provincia. Confío más en el inicio de las obras básicas en Monte La Reina para en tres años recibir batallones del Ejército español; también en la construcción del Centro Cívico y del Conservatorio, y, en este mismo sentido, el Museo de Baltasar Lobo y el traslado de la Policía Municipal al antiguo edificio del Banco de España. Perfecto.
Pero mis sueños se proyectan también hacia la restauración global del recinto defensivo medieval de Zamora, la del Puente de Piedra; la transformación en autovía de la carretera nacional entre la capital de la provincia y la frontera lusa; el parque de Bomberos y la reforma integral del Mercado de Abastos. Estos proyectos municipales dependen del gobierno Sánchez. Supongo que, como políticos de izquierdas, favorecerán los intereses de una provincia depauperada, lastrada económicamente por décadas de caciquismo, ya casi un desierto demográfico.
En Zamora, el Gobierno de Sánchez, y lo que queda de Podemos e IU, podría ensayar su ingeniería social e industrial, para comprobar cómo se cambia una sociedad cuando el Estado invierte dinero público en un determinado territorio. Ciudades como Valladolid alcanzaron un desarrollo industrial extraordinario porque así lo quisieron empresarios y políticos franquistas. La SEAT se instaló en Martorell, porque lo procuró la dictadura. En una nación que alcanzó el máximo desarrollo del capitalismo sin conocer una revolución burguesa, el Estado debe hacer las labores de esa burguesía, aquí siempre asociada a los distintos gobiernos, dictaduras, repúblicas o democracias.
No le pido al año nuevo, se lo exijo a los revolucionarios neomarxistas de Unidas Podemos, porque también hay, dentro de España, provincias burguesas y proletarias, Zamora forma parte del lumpen, que transformen nuestra tierra, que borren todo atisbo de caciquismo, de prensa cobista, de empresarios avasalladores.
Eugenio-Jesús de Ávila































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