HABLEMOS
¡Próspero año!
Carlos Domínguez
Ha sido un año difícil, y aun así suma y sigue. Con todo, lo ha sido no ya para quienes mal que bien, desde la seguridad de la nómina o la pensión fruto del maná de lo público y su gigantesca deuda, han podido legítimamente planificar su vida, sus reuniones, su ocio y convivencia, esto desde el lujo humilde de una charla con familia o amistades en cualquier terraza o café, sino para las clases trabajadoras activas y propietarias, obligadas a estar a la peste y, por si fuera poco, últimamente a esta inflación, quiero decir plaga partitocrática que nos asedia sin descanso.
En estos días debería hablarse sobre todo de empleados, auténticos trabajadores, mas también de autónomos, pequeños empresarios y profesionales liberales, que por justicia tanto como por necesidad han de hacer cuentas de lo suyo y tantas veces de lo ajeno, pues al fin y al cabo, quienes trabajan codo con codo a lo largo de años no dejan de ser cercanos, próximos e incluso familia, más aún en una ciudad modesta donde todos se conocen, y en la que, pese a fobias las más de las veces triviales, van tirando los unos junto a los otros.
Precisamente por ello hoy no merece la pena parar mientes en asuntillos políticos de tres al cuarto, municipales o regionales, incluso con pandemia y elecciones de por medio. Afortunadamente en Zamora todavía cada cual piensa como quiere, dice lo que quiere, milita donde quiere y vota lo que le viene en gana, siendo esto democracia y auténtica civilidad, más allá de lo cual lo único que cabe es aquello de que, en cosa de urnas y comicios, la ciudadanía dé y reparta suerte. Fuera de tales nimiedades, los zamoranos hasta donde cabe deducir nos hemos vacunado, respetamos en espacios públicos dentro de lo razonable distancia y medidas de seguridad, por no hablar de una mascarilla que prácticamente lleva todo el mundo por sentido común, preciadísimo bien del que esta ciudad, heredera del campo y los labradores de siempre, anda todavía sobrada y abundosa. En fin, que en días como los presentes no merece la pena hacer distingos, ni siquiera con casta, partitocracia y políticos a la vista. De ahí que, sin más, ¡próspero año, Zamora!
Ha sido un año difícil, y aun así suma y sigue. Con todo, lo ha sido no ya para quienes mal que bien, desde la seguridad de la nómina o la pensión fruto del maná de lo público y su gigantesca deuda, han podido legítimamente planificar su vida, sus reuniones, su ocio y convivencia, esto desde el lujo humilde de una charla con familia o amistades en cualquier terraza o café, sino para las clases trabajadoras activas y propietarias, obligadas a estar a la peste y, por si fuera poco, últimamente a esta inflación, quiero decir plaga partitocrática que nos asedia sin descanso.
En estos días debería hablarse sobre todo de empleados, auténticos trabajadores, mas también de autónomos, pequeños empresarios y profesionales liberales, que por justicia tanto como por necesidad han de hacer cuentas de lo suyo y tantas veces de lo ajeno, pues al fin y al cabo, quienes trabajan codo con codo a lo largo de años no dejan de ser cercanos, próximos e incluso familia, más aún en una ciudad modesta donde todos se conocen, y en la que, pese a fobias las más de las veces triviales, van tirando los unos junto a los otros.
Precisamente por ello hoy no merece la pena parar mientes en asuntillos políticos de tres al cuarto, municipales o regionales, incluso con pandemia y elecciones de por medio. Afortunadamente en Zamora todavía cada cual piensa como quiere, dice lo que quiere, milita donde quiere y vota lo que le viene en gana, siendo esto democracia y auténtica civilidad, más allá de lo cual lo único que cabe es aquello de que, en cosa de urnas y comicios, la ciudadanía dé y reparta suerte. Fuera de tales nimiedades, los zamoranos hasta donde cabe deducir nos hemos vacunado, respetamos en espacios públicos dentro de lo razonable distancia y medidas de seguridad, por no hablar de una mascarilla que prácticamente lleva todo el mundo por sentido común, preciadísimo bien del que esta ciudad, heredera del campo y los labradores de siempre, anda todavía sobrada y abundosa. En fin, que en días como los presentes no merece la pena hacer distingos, ni siquiera con casta, partitocracia y políticos a la vista. De ahí que, sin más, ¡próspero año, Zamora!
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.174