LA COLUMNA DE DOÑA ELVIRA
La felicidad no entra en “cosas pendientes”
![[Img #60550]](https://eldiadezamora.es/upload/images/12_2021/7185_psx_20211231_114728.jpg)
Bebiendo mi último café del año – seguro que es mentira, es muy pronto y caerán más- me encuentro con una foto que hice a las luces navideñas de la Plaza Mayor de Toro – pero me vale cualquier ciudad o pueblo que te imagines- pero apagadas, ya que en el reloj marcaban las 10.00 horas de la mañana. Además, la presencia de transeúntes por las calles, brillaba por su ausencia; igualito que por las noches, cuando las luces se encienden, siendo escaparate de alegría e ilusión, de felicidad, de luz. Aquella que los ciudadanos necesitan – necesitamos- para seguir adelante. Las luces aterrizan en las plazas, y las sonrisas esperan su llegada para salir y soltar la esperanza deseada por la boca, aunque solamente sea durante ese momento, y luego cada uno se encierre en sus vidas.
Quería concretar que aquella foto de la que hablo la hice un 10 de diciembre, pensando en escribir un artículo sobre ella ese mismo día; pero, como nos suele suceder, dejamos pasar con un “ya lo haré después” las cosas, y más aquellos detalles, que, aun siendo pequeños, son, quizás, los más importantes, porque sacan la sonrisa más real y sincera que has tenido. Aun así, se dejan, y aquí estoy, un 31 de diciembre, a escasas horas de que acabe el año, dejando para el último momento esa sonrisa y ese escalofrío que esa foto sin luces encendidas logró conseguir, pero que hasta hoy no he sacado. – Por favor, apuntado queda que para que año que viene las cosas importantes, aunque sean mínimos detalles que saquen sonrisas, las haga en el momento que quiera. No dejarlas para el último momento. No apuntar la felicidad en la lista de “cosas pendientes”, por favor-.
Árbol sin luces, brilla
Hablando de la foto, y retomando aquel artículo que no hice por realizar algo que no recuerdo el qué (ya ves lo importante que era entonces), tan solo quería describir una realidad, que más o menos ya está tratada en las líneas anteriores, y es que, aunque las luces estén apagadas, y por mucho que creamos que lo estén, ya que a simple vista lo parecen, al fondo, muy al fondo, también hay luz. Una luz que, escondida, puede resplandecer como cualquier estrella en el cielo; como los corazones que, aun apagados, brillan; como la felicidad que, aun tardía, aparecerá; o como aquella sonrisa que hemos dejado de lado para hacer otras cosas, pero que, tarde o temprano, llegará.
Bebiendo mi último café del año – seguro que es mentira, es muy pronto y caerán más- me encuentro con una foto que hice a las luces navideñas de la Plaza Mayor de Toro – pero me vale cualquier ciudad o pueblo que te imagines- pero apagadas, ya que en el reloj marcaban las 10.00 horas de la mañana. Además, la presencia de transeúntes por las calles, brillaba por su ausencia; igualito que por las noches, cuando las luces se encienden, siendo escaparate de alegría e ilusión, de felicidad, de luz. Aquella que los ciudadanos necesitan – necesitamos- para seguir adelante. Las luces aterrizan en las plazas, y las sonrisas esperan su llegada para salir y soltar la esperanza deseada por la boca, aunque solamente sea durante ese momento, y luego cada uno se encierre en sus vidas.
Quería concretar que aquella foto de la que hablo la hice un 10 de diciembre, pensando en escribir un artículo sobre ella ese mismo día; pero, como nos suele suceder, dejamos pasar con un “ya lo haré después” las cosas, y más aquellos detalles, que, aun siendo pequeños, son, quizás, los más importantes, porque sacan la sonrisa más real y sincera que has tenido. Aun así, se dejan, y aquí estoy, un 31 de diciembre, a escasas horas de que acabe el año, dejando para el último momento esa sonrisa y ese escalofrío que esa foto sin luces encendidas logró conseguir, pero que hasta hoy no he sacado. – Por favor, apuntado queda que para que año que viene las cosas importantes, aunque sean mínimos detalles que saquen sonrisas, las haga en el momento que quiera. No dejarlas para el último momento. No apuntar la felicidad en la lista de “cosas pendientes”, por favor-.
Árbol sin luces, brilla
Hablando de la foto, y retomando aquel artículo que no hice por realizar algo que no recuerdo el qué (ya ves lo importante que era entonces), tan solo quería describir una realidad, que más o menos ya está tratada en las líneas anteriores, y es que, aunque las luces estén apagadas, y por mucho que creamos que lo estén, ya que a simple vista lo parecen, al fondo, muy al fondo, también hay luz. Una luz que, escondida, puede resplandecer como cualquier estrella en el cielo; como los corazones que, aun apagados, brillan; como la felicidad que, aun tardía, aparecerá; o como aquella sonrisa que hemos dejado de lado para hacer otras cosas, pero que, tarde o temprano, llegará.
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