CENTENARIO
Prosa poética para cerrar el centenario de Waldo Santos
Meter la cuchara entre los resquicios de una memoria tan vapuleada por el trepidante discurrir de un vida ajetreada, de una vida de pura subsistencia, donde se arrincona todo a favor de eso que han dado en llamar prosperidad, evolución, etc. y rescatar aquello que fue, aquello que fuimos, aquello que se desdibuja en los trasteros del pasado, para recapitular, para traer al presente, para resucitar, para llevarnos a los labios un sorbo siquiera de aquello que fue para nosotros una persona, en este caso, Waldo, no es una tarea compatible con nuestras empresas actuales.
Nada ayuda a ir contra la corriente de nuestro día a día y detener el presente para visitar lo ya vivido.
Es por esto que la Celebración del Centenario Waldo-sano, no ha sido fácil. Y digo Waldo-sano, porque sí ha sido sano, saludable.
Todo el esfuerzo ha mereciendo la pena:
Volvimos a rememorar amigos comunes que estaban cada vez más cerca del olvido, volvimos a escuchar su voz, volvimos, no sin dolor, a echarlo de menos, y eso nos ha vuelto a reunir, nos ha vuelto a recordar la importancia de conjugar el plural, al tiempo que deteníamos el desbocado tren en el que viajamos sin billete de vuelta y sin frenos.
Celebrar el Centenario de Waldo, no sólo ha sido una reivindicación de lo que él era, ha sido un cálido asombro de lo que él sigue siendo.
Ha sido un pararse a escuchar el eco, los círculos concéntricos de su onda expansiva, ha sido un abrazo necesario con el ayer, para darle sentido al mañana.
Esperamos con ilusión “Mariposas desaladas” y su antología, como broche final de esta Celebración que ya no acabará nunca, pues nos ha enseñado en lo profundo, nos ha vuelto a señalar el camino correcto.
Gracias a todos.
Juan Víctor Sánchez
Meter la cuchara entre los resquicios de una memoria tan vapuleada por el trepidante discurrir de un vida ajetreada, de una vida de pura subsistencia, donde se arrincona todo a favor de eso que han dado en llamar prosperidad, evolución, etc. y rescatar aquello que fue, aquello que fuimos, aquello que se desdibuja en los trasteros del pasado, para recapitular, para traer al presente, para resucitar, para llevarnos a los labios un sorbo siquiera de aquello que fue para nosotros una persona, en este caso, Waldo, no es una tarea compatible con nuestras empresas actuales.
Nada ayuda a ir contra la corriente de nuestro día a día y detener el presente para visitar lo ya vivido.
Es por esto que la Celebración del Centenario Waldo-sano, no ha sido fácil. Y digo Waldo-sano, porque sí ha sido sano, saludable.
Todo el esfuerzo ha mereciendo la pena:
Volvimos a rememorar amigos comunes que estaban cada vez más cerca del olvido, volvimos a escuchar su voz, volvimos, no sin dolor, a echarlo de menos, y eso nos ha vuelto a reunir, nos ha vuelto a recordar la importancia de conjugar el plural, al tiempo que deteníamos el desbocado tren en el que viajamos sin billete de vuelta y sin frenos.
Celebrar el Centenario de Waldo, no sólo ha sido una reivindicación de lo que él era, ha sido un cálido asombro de lo que él sigue siendo.
Ha sido un pararse a escuchar el eco, los círculos concéntricos de su onda expansiva, ha sido un abrazo necesario con el ayer, para darle sentido al mañana.
Esperamos con ilusión “Mariposas desaladas” y su antología, como broche final de esta Celebración que ya no acabará nunca, pues nos ha enseñado en lo profundo, nos ha vuelto a señalar el camino correcto.
Gracias a todos.
Juan Víctor Sánchez



























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