PASIÓN POR ZAMORA
A tal sociedad, tales políticos
Amo la política, pero me encanta criticar a los políticos profesionales, a esos hombres y mujeres que han hecho de la res pública una carrera económica y social, basada en la mentira, la hipocresía y la felonía, nunca como un sacrificio, como tiempo dedicado a mejorar la calidad de vida del ciudadano.
Ahora bien, el político es un ser humano, un ser social, un hombre o mujer mortal. El político no es una alien, no aterrizó a bordo de un OVNI, surgió de nuestra sociedad. Sostengo que los defectos de la gente que se dedica a la administración de la res pública de manera profesional son idénticos a los propios de toda sociedad: envidia, calumnia, insolidaridad, amoralidad, hipocresía, mientras que las virtudes que también hallamos en cualquier comunidad, de ámbito local o nacional, como la solidaridad, amistad, hermandad, seriedad y rectitud aparecen en circunstancias determinadas y solo entre personas que no accedieron a la política para ascender de escala social y construir un sólido patrimonio privado.
A una sociedad en quiebra moral, sin valores éticos, precede crisis económicas y sociales, y corresponde políticos amorales, que cabalgan en la mentira, que construyen un discurso retórico para engañar a los ciudadanos cándidos, abducidos siempre por el poder, sea el que fuere.
Considero que a los niños, en la escuela, deben aprender, antes de a leer, sumar, restar, multiplicar y dividir, a respetar al prójimo, a sus mayores, a los animales, a la naturaleza. Sin hacer proselitismo de las virtudes necesarias para vivir en sociedad desde la temprana edad, nunca formaremos hombres y mujeres educados en la solidaridad, el honor y la verdad, principios para edificar una sociedad justa, ejemplar y nueva, que forjaría hombres y mujeres rectos, serios, incorruptibles y al servicio del bien público.
Si zamoranos arrojan desechos a la calle, orinan en los sillares de las iglesias, realizan garabatos por doquier, destrozan mobiliario público, patrimonio de todos, de nuestra comunidad; dejan los excrementos de sus perros en jardines y aceras, algo falló en su educación tanto en la escuela como en sus familias. Corresponde a la autoridad llegar a acuerdos que sancionen estas conductas asociales: con castigos económicos y ejemplarizantes, como limpiar las paredes manchadas, retirar basuras de las vías públicas, pagar los materiales destrozados.
Y, para concluir este breve artículo, exijamos a los políticos que trabajan por nosotros, por nuestra ciudad, que dedican su tiempo a mejorar la estética, los servicios públicos, que cumplan con su cometido y deber, pero el ciudadano debe poner todo por su parte, desde depositar las basuras en sus correspondientes contenedores, a considerar la calle como su propio hogar.
Una gran ciudad, hermosa, limpia, de la que nos sintamos orgullosos, se logra cuando existe una simbiosis entre ciudadanos y políticos. Sin falla uno de los componentes del tándem, nuestra sociedad se caerá, se desmoronará. Si Zamora está sucia, fea, guarra, orinada, defecada, también nosotros, los zamoranos, tendremos parte de culpa.
Eugenio-Jesús de Ávila
Amo la política, pero me encanta criticar a los políticos profesionales, a esos hombres y mujeres que han hecho de la res pública una carrera económica y social, basada en la mentira, la hipocresía y la felonía, nunca como un sacrificio, como tiempo dedicado a mejorar la calidad de vida del ciudadano.
Ahora bien, el político es un ser humano, un ser social, un hombre o mujer mortal. El político no es una alien, no aterrizó a bordo de un OVNI, surgió de nuestra sociedad. Sostengo que los defectos de la gente que se dedica a la administración de la res pública de manera profesional son idénticos a los propios de toda sociedad: envidia, calumnia, insolidaridad, amoralidad, hipocresía, mientras que las virtudes que también hallamos en cualquier comunidad, de ámbito local o nacional, como la solidaridad, amistad, hermandad, seriedad y rectitud aparecen en circunstancias determinadas y solo entre personas que no accedieron a la política para ascender de escala social y construir un sólido patrimonio privado.
A una sociedad en quiebra moral, sin valores éticos, precede crisis económicas y sociales, y corresponde políticos amorales, que cabalgan en la mentira, que construyen un discurso retórico para engañar a los ciudadanos cándidos, abducidos siempre por el poder, sea el que fuere.
Considero que a los niños, en la escuela, deben aprender, antes de a leer, sumar, restar, multiplicar y dividir, a respetar al prójimo, a sus mayores, a los animales, a la naturaleza. Sin hacer proselitismo de las virtudes necesarias para vivir en sociedad desde la temprana edad, nunca formaremos hombres y mujeres educados en la solidaridad, el honor y la verdad, principios para edificar una sociedad justa, ejemplar y nueva, que forjaría hombres y mujeres rectos, serios, incorruptibles y al servicio del bien público.
Si zamoranos arrojan desechos a la calle, orinan en los sillares de las iglesias, realizan garabatos por doquier, destrozan mobiliario público, patrimonio de todos, de nuestra comunidad; dejan los excrementos de sus perros en jardines y aceras, algo falló en su educación tanto en la escuela como en sus familias. Corresponde a la autoridad llegar a acuerdos que sancionen estas conductas asociales: con castigos económicos y ejemplarizantes, como limpiar las paredes manchadas, retirar basuras de las vías públicas, pagar los materiales destrozados.
Y, para concluir este breve artículo, exijamos a los políticos que trabajan por nosotros, por nuestra ciudad, que dedican su tiempo a mejorar la estética, los servicios públicos, que cumplan con su cometido y deber, pero el ciudadano debe poner todo por su parte, desde depositar las basuras en sus correspondientes contenedores, a considerar la calle como su propio hogar.
Una gran ciudad, hermosa, limpia, de la que nos sintamos orgullosos, se logra cuando existe una simbiosis entre ciudadanos y políticos. Sin falla uno de los componentes del tándem, nuestra sociedad se caerá, se desmoronará. Si Zamora está sucia, fea, guarra, orinada, defecada, también nosotros, los zamoranos, tendremos parte de culpa.
Eugenio-Jesús de Ávila
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