Lunes, 15 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Lunes, 03 de Enero de 2022
NOCTURNOS

Y yo me iré…

[Img #60679]Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Él se fue, se llamó Juan Ramón Jiménez, que consideraba muy triste amarlo todo sin saber lo que se ama. Yo soy solo Eugenio-Jesús de Ávila. En verdad, tengo nombres y apellidos de poeta.

 

Y también me iré, en efecto. Y me quedaré sin conocer el sabor de tus labios, la textura de tu lengua, si tu paladar limita con el cielo, si tus senos son cópulas bizantinas que desafían el vuelo de las cigüeñas que anidan en mi boca.

 

Y yo me iré sin que tu ombligo recuerde que se cerró cuando lo besé. Tampoco me echarán de menos los delfines que beben en la fontana de tu gineceo. Maldigo una vida en la que, conociéndote, se me impidió quererte.

 

Me iré vacío, con mi alma hecha jirones, con mi carne enamorada de tu tacto, con mis huesos anhelantes de tu perfume. Te amo como Juan de Yepes a Dios: Adónde te escondiste amada y me dejaste con gemido. Tú, mi amor, me huiste después de darte a conocerme, sabiendo que, como diosa, me convertirías a la religión de tu belleza, a la fe de tu talento.

 

Yo no quiero ni deseo ya a otra, no existen mujeres, solo hay una dama: tú, María Isabel. Te adoro con cada una de mis palabras. Paseo por donde moras para respirarte, para oler tu perfume, para sentirme en tu espacio. Dame una miaja de tu humedad.  Concédeme unas gotas de ese sudor que moja tu vientre cuando sueñas con unos labios de hielo que refrescan tus entrañas.

 

Por qué no dejas que las nubes de tus ojos lluevan sobre mi cuerpo, por qué no me permites  que acaricie tus axilas con las yemas de mis dedos para que te arrobe el sueño, y, cuando cierres tus ojos de madera preciosa, besarte en cada uno de tus párpados, caballeros del tiempo sobre el corcel de la luz.

 

Y yo me iré amándote, hambriento de la piel que cubre tu cuerpo, sediento de la saliva en la que flota tu lengua. Y, más allá, en el país de la nada, le pediré a Cronos un palimpsesto para escribir tu nombre hasta el infinito. Me iré habiéndote amado en un silencio que me muerde la laringe. Me iré, pues, como si no hubiera vivido.

 

Me he ido y solo recuerdo el aroma de tu perfume, la sonrisa de tu boca y el aleteo de tus labios de mariposa.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.17

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.