Viernes, 07 de Noviembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Viernes, 07 de Enero de 2022
CON LOS CINCO SENTIDOS

Día después de Reyes de 2022

[Img #60814]Un año más, como todos desde que el mundo cristiano se empezó a contar en años, y ya van 2021, se acabó la Navidad. Con la fiesta infantil de los Reyes Magos acaba una etapa que se repite año tras año, con las mismas ilusiones e, incluso, con ilusiones renovadas, ¿quién sabe? Los mayores pedimos cosas diferentes a lo que piden los niños, pobres de ellos y lo que les espera si esto no cambia. Los niños quieren cosas sencillas como una familia que se quiera, calor de hogar, más tiempo con papá y con mamá… Pero hay otros, bien enseñados, que piden cosas horribles, como lo último en tecnología (con 5 años), que papá me traiga esto y mamá lo otro, aprovechando la contingencia de una reciente separación, de todo punto beneficiosa para los nenes, pero dolorosa cuando sean capaces de darse cuenta de la pérdida de la inocencia y la imperiosa necesidad de amor de madre y de padre, pero de verdad. Del de verdad. 

 

         Cuando yo era pequeña y poníamos en casa el Belén y el árbol, da igual lo que pidieras en tu carta a los Reyes Magos, éstos siempre te traían lo que necesitabas, no lo que querías, véase: pijamas, calcetines y de extra, una bolsa de caramelos. Lo mirabas y primero se te quedaba cara de póker, pero después ya no, porque te ponías el pijama, lo estrenabas y destrozabas esa noche los calcetines andando por el suelo y jugando con una espada de madera y un escudo de cartón, magníficamente pintados por tus hermanos. Después de cenar, comías algunos caramelos o dulces y el resto los guardabas para días posteriores, para que la magia de la navidad se alargase un poquito más, unos días más. Que era todo tan bonito que no querías que esos quince o veinte días de vacaciones acabaran nunca. Eran casi mejores que el verano, donde sólo hay boletín de notas, coscorrones a placer y por doquier y vacaciones en casa de la abuela, para no estorbar, esa abuela que te trataba como si fueras un adulto, y no lo eras, coño, no lo eras. Eras un niño recién salido de la ciudad para ser maltratado, denostado, vituperado y jodido en el campo. Porque si venías de la ciudad, o te adaptabas, o eras carne de cañón. Vive dios que me adapté, por pura supervivencia, aunque me aburriera como una ostra abandonada a su suerte en mitad del más abrasador de los desiertos mesetarios, con el sonido ambiente de las chicharras, o cigarras…Que no paraban. Y por la noche, tomaban el relevo los grillos. Reconozco que, si hubiese tenido algún arma, por rudimentaria que fuese, aparte de mi tirachinas, me los hubiera cargado a todos. Sí, puede sonar duro, pero es que no me dejaban leer ni mucho menos dormir. 

 

       Espero que las navidades os hayan sido gratas y no se hayan convertido por arte de birlibirloque en una hoguera de vanidades familiares. Sería triste, que luego viene el verano y ya todo se nivela…O eso nos hacen creer.  

Qué inocentes somos, menos mal que luego maduramos y empeoramos. 

Nélida L. del Estal Sastre 

 

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