La escalera sin rima

Yo subía, tú bajabas; 

te miraba y me escrutabas; 

me alejaba y te acercabas, 

mientras, con tus dedos 

a los míos te asías,  

y tu pasión en mis adentros descargabas. 

     Yo subía, tú bajabas; 

en la cuadratura de mi rostro, 

una esfera luminosa dibujabas. 

Entretanto, mil estrellas rodeaban 

mi cuerpo de escarcha, 

para acabar derramado en tus entrañas. 

      Yo subía, tú bajabas; 

en la descarga de luz, al contacto, 

me poseías, como la abeja a la flor. 

Me saboreabas, robando mi jugo, 

seguías camino hasta el borde del río, 

donde me engañabas. 

   Yo subía, tú bajabas; 

te miraba y me escrutabas; 

me alejaba y te acercabas, 

mientras, con tus dedos 

a los míos te asías,  

y tu pasión en mis adentros descargabas. 

     Ya no soy yo y tú eres un fuiste. 

De aquel encuentro no queda más que la nada. 

Yo subía, tú bajabas.  

Tú huías, yo escapaba. 

Un adiós y una mirada. 

Sin palabras. 

Nélida L. del Estal Sastre