La reparación de San Andrés una chapuza es

Cuando se comenta el mal estado del pavimento  para  peatones en la ciudad  nadie debe extrañarse, porque amén de las barreras urbanas que siguen sin eliminarse, simplemente caminar, no resulta nada fácil. Las baldosas, losas, o adoquines de las calles por donde pisamos, se encuentran unas rotas, otras desaparecidas y las otras levantadas con respecto a las adyacentes. Ello obliga, so pena de caídas, a extremar el cuidado al pasar sobre determinados tramos. Las reparaciones, cuando se efectúan, son mínimas, escasas y puntuales. En cuatro días, comprobamos, con facilidad como el remiendo, no ha sido efectivo, y que, lo que estaba mal, sigue igual o incluso peor que antes de ser reparado. Volviendo en breve plazo la baliza o el cono, a señalar la situación de peligro para ese punto. Vuelta la burra al trigo.

 Algo que responde a la lógica, cuando el suelo, tiene sus años, pero cuando se encuentra recién renovado, la cosa cambia. Así es, en el nuevo adoquinado, que luce la calle de San Andrés podemos observar, varias piezas hundidas en una de sus partes , con respecto al resto de su firme, cosa que además de apreciarse a simple  vista , se nota excesivamente en caso de lluvia, por  formarse la correspondiente acumulación de agua. Pero hay más, en zonas junto a la iglesia de San Andrés varios adoquines en la zona central hundidos con alguno roto, formándose el correspondiente blandón. Es evidente que, la consistencia de la base donde se han asentado, no ofrece garantías de durabilidad. Aun limitado, tiene tráfico, residentes, repartidores autobuses, taxis y otros vehículos de servicio que  tienen que pasar necesariamente por la calle. Lo cual hace suponer, que si a cuatro días de ser terminada su renovación, ya se  encuentra así, en poco tiempo la tendremos, igual o peor que antes de ejecutar la obra. Eso sí, habiéndonos costado, 200.000 euros, que a saberse,  también suponían, la renovación de alcorques, bolardos y papeleras ¿dónde están?

Manuel Herrero Alonso