Miércoles, 12 de Noviembre de 2025

Redacción
Jueves, 13 de Enero de 2022
HABLEMOS

Sería una mala noticia

Carlos Domínguez

[Img #61008]   Para el electorado conservador de Castilla y León, desde un ideario basado en la defensa de la ley, la propiedad privada y la familia como piedra angular de la sociedad frente a experimentos e ingenierías homo o transexuales, sería una pésima noticia que en febrero se alzase con el poder autonómico un gobierno socialcomunista más o menos de coalición, previos enjuagues habituales. Lo cual, gracias a correrías y hazañas agroganaderas de sanchismo y podemismo, probablemente se quede para los propios  en mero desiderátum.

 

   Pero el rechazo de tan hipotética y desafortunada posibilidad no justifica aceptar sin más la de una mayoría absoluta del PP, como derecha que a escala nacional y regional ha demostrado durante años una completa falta de liderazgo y proyecto político. En lo primero, el candidato Mañueco no pasa de una desmayada figura de aparato, cuya labor y protagonismo confirman, desde la mediocridad, lo que todo el mundo barrunta. Que en Castilla y León el PP busca lo de toda la vida, incluido aquel de cuyo nombre ni nos acordamos después de años de inanidad y modorra institucional, en forma de dejar hacer, de recoger las nueces caídas del árbol del conformismo, la apatía y la inercia de un electorado senil, que vota popular porque, a fin de cuentas, es lo que votó siempre con siglas, familias y apellidos, desde la época poco menos que jurásica en que este país salió de la democracia orgánica y el sindicato vertical. ¿O no, señor candidato?

 

   Una mayoría absoluta del PP supondría abundar en el patriarcalismo, el nepotismo, la resignación y el entreguismo, contando con el monopolio de las instituciones a cargo de familias, banderías y clientelas políticas enquistadas durante décadas en la burocracia autonómica. La mayoría absoluta que reclaman Mañueco y el PP en Castilla y León equivaldría a una patente de corso para la contemporización y la claudicación, con independencia de una mejor o peor gestión, que en cualquier caso resulta cara siquiera por una hipertrofia mal excusada y peor argumentada acudiendo al  tamaño de la región. Ejemplos hay, pero yendo a lo concreto dentro de un campo tan sensible como la educación, ¿qué ha logrado el PP regional en esa decisiva materia “cultural”, si no es entregar por comodidad centros, direcciones, equipos e inspecciones a un izquierdismo (y sindicalismo) político e ideológico descarada o subrepticiamente militante, que campa a sus anchas en todos los ámbitos educativos de nuestra autonomía, sin excluir Zamora? Mientras tanto, el Monasterio de Prado, caserón emblemático de la infausta Consejería de Educación, nunca dejó de albergar a una legión funcionarial y política magníficamente instalada, distribuyendo cargos, despachos y poltronas, para luego dejar hacer a una cohorte paniaguada de segundones, y aun así auténticos señoritos en sus cortijos provinciales.

 

   La mayoría absoluta en manos de semejante casta sería una mala noticia, y no en menor medida la posibilidad, abiertamente torticera al confirmar la intención última de quien la plantea, de una mayoría no absoluta aunque sí suficiente por sumar más que las fuerzas de izquierda, para marginar y entrampar a un Vox que parece dispuesto a romper el cambalache popular de manejarlo a su antojo, cual rehén perpetuo del liderazgo que los de Casado y Mañueco se atribuyen de forma gratuita.

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