Sábado, 15 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño 1
Viernes, 14 de Enero de 2022
ZAMORANA

Breve visita por tierras zamoranas

[Img #61049]Transitar por la carretera solitaria en un camino que pareciera no llevar ninguna parte, contemplando ambos lados de la vía tan diferentes: a un lado un enorme campo de girasoles que se humillan reverenciando al sol; al otro, tierra en barbecho que descansa hasta que pueda ser cultivada de nuevo y, al fondo, una caseta blanca orillando la carreta que preludia algún villorrio pequeño o, tal vez, el lugar donde el labrador guarda sus aperos de labranza.

 

El cielo es incomparable, con un fondo turquesa sobre el que nadan algodonosas nubes blancas y árboles esparcidos a lo largo de los campos. A medida que se avanza, el barbecho es sustituido por anchos campos de verde alfalfa que ponen una nota de vida en este páramo zamorano. Se ven casas salpicadas por aquí y allá, dominando un paisaje que nos lleva directamente a lo que parece una gran urbe, tal vez la capital, que se vislumbra a lo lejos. Los postes que conducen el cableado de la luz son testigos de una andadura presta que los elude y, sin embargo, nos acompañan durante todo el trayecto.

 

Me gusta esta soledad inmensa, este contacto con la naturaleza, el respirar este aire puro y frio que entra en el cuerpo dejando una firme huella para limpiar los pulmones exhalando el pernicioso aliento contaminado de ciudad. Extiendo los brazos como si pretendiera abarcar esta inmensidad y miro al cielo para descubrir formas y rostros que nunca son los que ansío ver; de pronto, soy consciente de que alguien me llama y he de regresar para continuar camino.

 

Sé que nunca volveré a ésta que considero mi casa, si acaso en esporádicos momentos como este, que siempre me sabe a poco; así que, resignada, me siento en la parte de atrás del coche y miro con embeleso cada rama, cada árbol, la forma en que cambia el terrero, algún tractor que faena a lo lejos; escucho el ladrido de un perro y percibo remotamente un rebaño de ovejas que hacen su camino vigiladas por el perro de un pastor cansino.

 

Esta ha sido una visita, solo eso, un momento, una efímera brizna de tiempo que me ha permitido regresar al ambiente que viví de niña y siempre he añorado. En unas horas la ciudad de siempre me espera, con su mundo diferente, un ambiente distinto, mutante casi a diario, donde me veo obligada a vivir cómodamente y gozar de los privilegios de la gran urbe; sin embargo, algunas veces, cuando me abate la nostalgia, regreso mentalmente a este otro paisaje de soledad y silencio, solo roto por el canto de algún grillo o un coche que pasa a velocidad, y entonces siento que regreso a mi infancia, que me cubren aquellos brazos que me hacían sentir bien y que ahora me faltan, que vuelvo a tener la misma ilusión de cuando era una niña feliz y solo pretendía disfrutar de aquella libertad que me proporcionaba un paisaje sencillo, apenas un páramo, que perfiló la senda de mis futuros días.    

 

Mª Soledad Martín Turiño

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  • Anónima

    Anónima | Jueves, 03 de Marzo de 2022 a las 11:40:34 horas

    Leerte es viajar, Mª Soledad. Nos transportas a tus retinas en tu infancia zamorana.

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