Martes, 16 de Diciembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Martes, 25 de Enero de 2022
ZAMORANA

Robots sin alma

[Img #61521]Es evidente que estamos insertos en un mundo globalizado, conectado y tecnológico muy diferente al de hace apenas un siglo. Nos informan de las noticias a tiempo real, vivimos las guerras y catástrofes en directo, como si fueran videojuegos y eso nos desnaturaliza, nos hace ser más duros, menos sensibles, como si tales hechos no fueran con nosotros porque, además la información es rápida y a una noticia angustiosa le sigue otra menos dramática y otra y otra…, de tal manera que la mente casi no tiene tiempo para asumir sentimientos de tristeza, alegría, optimismo o rabia. 

 

Es evidente, asimismo, que la tecnología ha sido y es nuestro gran aliado y está presente en todas las facetas de la vida: la mecanización industrial ha permitido evitar grandes esfuerzos físicos, o maniobrar con materias peligrosas que antes eran manejadas por trabajadores, con el consiguiente riesgo que conllevaban. Lo mismo ocurre con las grandes obras de ingeniería, fabricación de coches, montaje de piezas de construcción y maquinaria en general. Ahora en las casas, las empresas, las oficinas, los bancos, los laboratorios, los lugares de ocio… en todas partes está presente la tecnología en forma de: ordenadores, tabletas, programas informáticos o móviles con gran capacidad de almacenaje de datos y diversidad de funciones.

 

Sin embargo, a pesar de todas estas ventajas tecnológicas que han venido para quedarse, también han ocasionado enormes inconvenientes eliminando en ocasiones puestos de trabajo que ya no son necesarios y supliendo el papel del hombre en favor de la máquina. A este respecto cabe recordar que las máquinas son eso: máquinas, ingenios sin alma creados por el ser humano con un programa para satisfacer un trabajo, y a este respecto nos estamos encontrando a diario con demasiados problemas: los bancos, los centros sanitarios, las compañías de seguros y un larguísimo etc… resultan inaccesibles cuando hemos de hacer una consulta, ya que el robot que contesta al otro lado del hilo telefónico está facultado para responder a las preguntas que previamente le han programado y no para otras que podamos formularle; de ahí los problemas en sanidad (ahora más patentes que nunca debido a la pandemia), cuando no se puede contactar con los centros médicos, o los inconvenientes de muchas personas (sobre todo mayores no acostumbradas a las nuevas tecnologías), cuando acceden a un banco para disponer de su dinero.

 

En todos los casos, ya no hay personas con quien hablar, gente que proporcione un punto de humanidad y calidez al cliente y, a la vez, resuelva los problemas puntuales que éste requiera. Todo resulta tan impersonal que para muchos ancianos –tal vez los más afectados- el hecho de acudir a hacer una gestión constituía el estímulo para salir de casa y pasar la mañana, e incluso poder hablar ¡tal vez! con la única persona a la que verían ese día.

 

Mª Soledad Martín Turiño

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