“DE ZAMORA A LA PATAGONIA”:
7.400: - Malargüe-Mendoza
Del desierto al cielo en 500 kilómetros. Eso ha transitado Manuel en las últimas jornadas.
La Ruta 40 que le lleva, atraviesa tanto autenticas buenas carreteras, como verdaderos caminos de ripio o zahorra. Éstos últimos trazados por un auténtico desierto, como ya dijimos, y perteneciente a la misma provincia de Mendoza en la que, así mismo, se encuentra un autentico vergel industrial/agrícola destinado a cultivar, criar y embotellar los caldos de reconocida calidad y fama dentro y fuera de las fronteras argentinas.
Con casi millón y medio de habitantes, tal vez sea la zona más floreciente del país... sobre todo ahora que la “crisis total”, (social-política-económica), parece que se cierne sobre Argentina... por lo que las exportaciones de vino, y el turismo de lujo, relacionado con las viñas y sus hoteles, pudiera estar “ayudando” a sobrellevar estas circunstancias.
En cualquier caso, para nuestro amigo viajero, sumar a la dureza de ciertos tramos, los kilómetros que ya lleva en su mochila, han de verse mitigados sensiblemente al llegar a uno de estos “resort”, y poder compartir una copa de vino con otros “transeúntes del mundo” que buscan tanto olvidar como conocer... antes de continuar y volver.
Gonzalo Julián
Del desierto al cielo en 500 kilómetros. Eso ha transitado Manuel en las últimas jornadas.
La Ruta 40 que le lleva, atraviesa tanto autenticas buenas carreteras, como verdaderos caminos de ripio o zahorra. Éstos últimos trazados por un auténtico desierto, como ya dijimos, y perteneciente a la misma provincia de Mendoza en la que, así mismo, se encuentra un autentico vergel industrial/agrícola destinado a cultivar, criar y embotellar los caldos de reconocida calidad y fama dentro y fuera de las fronteras argentinas.
Con casi millón y medio de habitantes, tal vez sea la zona más floreciente del país... sobre todo ahora que la “crisis total”, (social-política-económica), parece que se cierne sobre Argentina... por lo que las exportaciones de vino, y el turismo de lujo, relacionado con las viñas y sus hoteles, pudiera estar “ayudando” a sobrellevar estas circunstancias.
En cualquier caso, para nuestro amigo viajero, sumar a la dureza de ciertos tramos, los kilómetros que ya lleva en su mochila, han de verse mitigados sensiblemente al llegar a uno de estos “resort”, y poder compartir una copa de vino con otros “transeúntes del mundo” que buscan tanto olvidar como conocer... antes de continuar y volver.
Gonzalo Julián
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