Excelente noticia, magnífica oportunidad

   Los resultados electorales en nuestra región eran previsibles, desde la actuación de una derecha partitocrática y acomodaticia, aferrada a prácticas de aparato caducas e inspiradas en un pobre manojo de tópicos liberal- centristas, en rigor la nada programática abocando a una gestión que no difiere de la socialista bajo el denominador común de socialburocracia: gasto público, fiscalidad abusiva y privilegios de casta, todo a propósito de las muy sobadas y mejor aprovechadas políticas sociales, auténtico derroche al servicio de desaprensivos y de causas bien conocidas.

   Lo decisivo de los comicios castellano leoneses es el ascenso de Vox en la línea de resultados precedentes, como realidad que, frente al PSOE de extrema izquierda Komintern junto a sus aliados comunistas, viene a despejar una situación enmarañada a causa del mito de una hegemonía a todas luces ilusoria, que venía atribuyéndose esa misma extrema izquierda frentista y separatista, al imaginar que disfrutaba de un dominio sociológico incontestable, similar a otro  en el terreno político. Castilla y León acaba de demostrar la falsedad de semejante “relato”, confirmando la solidez de una mayoría sociológica conservadora, ampliable sin duda a nivel nacional. El PSOE de extrema izquierda y sus apéndices estalinistas no tienen más opción que asumir los resultados y su legitimidad democrática. El presumible agitprop sindical e ideológico que se desatará junto a las habituales campañas mediáticas no irá de momento a parte ninguna, como tampoco fue ni en Andalucía ni en Madrid.

   Mucha más trascendencia tiene lo que bien podría ser magnífica noticia, no otra que el acceso al poder del sector a día de hoy más dinámico de la derecha española, asumiendo responsabilidades de gobierno muy distintas a la labor de oposición. Vox tiene ante sí un reto de enjundia, como es vertebrar su discurso en un programa institucional y a la par realista, viable en la acción política del día a día. Se viene diciendo en esta columna; Vox es partido de gobierno y Abascal hombre de Estado, mas ambas cosas requieren un grado de organización y definición que ha de abordarse con prontitud, por razones tanto de eficacia en la futura tarea de gobierno, como de coherencia y credibilidad a los ojos de la ciudadanía. Gran parte de ésta, sin duda en aumento, ha confiado en los mensajes de Vox y sus propuestas. Ahora de lo que se trata es de hacer ver a esa ciudadanía que Vox tiene capacidad gestora, e igualmente de pacto y compromiso para implementar lo que en origen es programa de máximos, pero necesitado de concreción en la política diaria, desde la convergencia con el PP como gran fuerza de la derecha.

   Génova y la cúpula popular seguirán mostrándose reacias a tal alianza, pero cosa distinta será después de las andaluzas, con el probable ascenso del partido de Abascal. Mas, precisamente a raíz de ese protagonismo la pelota cae en el tejado de este último, obligado a afrontar con relativa generosidad y sentido de oportunidad histórica una coalición con los populares, en aras de la unidad de la derecha bajo un ideario común, en defensa de los valores e intereses de las clases medias. Sin duda órdago a la grande de la política nacional, con la extrema izquierda de PSOE y los comunistas por primera vez en mucho tiempo en clara desventaja, a falta de impulso y verdadera iniciativa.