CON LOS CINCO SENTIDOS
Deja que te explique
Deja que te explique, amor, que tengo un pasado, que no todo fue fácil hasta conocerte y que mi cara de alegría eterna o perenne no refleja mi realidad ni remotamente, ni se le acerca siquiera. Deja que te diga que he sufrido, aunque no se note en mi rostro ni en mis carnes, pero sí en mi interior, en mi cabeza y en mi corazón, aunque sólo sea un músculo más, un órgano y eso de que sienta algo y no sólo palpite, sea algo subjetivo. Deja que te diga, escucha, atiéndeme si puedes, si quieres y te interesa. Porque me importas me abro como un libro viejo, con un marcapáginas que alguien dejó por azar en un trecho de la lectura, y se fue.
Deja que te diga que lo eres todo para mí, aunque suene a frase manida por poetas y dramaturgos, de medio pelo o de calado eterno. Eres un mundo entero por descubrir con mares, ríos, lagos y tierra firme y fecunda, para que yo, con mi innata curiosidad, te descubra y me quede a vivir bajo la sombra de algún árbol tuyo que quizá sea tu brazo, tu mano extendida o una ráfaga de aire expelido desde tus entrañas con amor para calentarme o darme aliento, mientras busco algo de cobijo en tus palabras.
Deja que te explique que la vida es menos vida sin ti, que no tiene sentido alguno y que duele a morir. Que si nací varias veces fue para encontrarte una tras otra y fundirme a tu vera, en tu fuego, para quedarme en nada, sólo como parte de tu anatomía. Deja que te diga que quiero yacer a tu lado y no al lado de otro que desconozca, que no respiro bien si te alejas y que mi mente se enturbia si no te huelo, si no te siento, si no te toco, si no te amo, si no ciño mi cintura a tus deseos para dejarnos llevar por la noche, o el día, o la tarde… ¡Qué más da la hora! Si esto no es amar, ¿qué es?
Deja que te explique.
Nélida L. del Estal Sastre
Deja que te explique, amor, que tengo un pasado, que no todo fue fácil hasta conocerte y que mi cara de alegría eterna o perenne no refleja mi realidad ni remotamente, ni se le acerca siquiera. Deja que te diga que he sufrido, aunque no se note en mi rostro ni en mis carnes, pero sí en mi interior, en mi cabeza y en mi corazón, aunque sólo sea un músculo más, un órgano y eso de que sienta algo y no sólo palpite, sea algo subjetivo. Deja que te diga, escucha, atiéndeme si puedes, si quieres y te interesa. Porque me importas me abro como un libro viejo, con un marcapáginas que alguien dejó por azar en un trecho de la lectura, y se fue.
Deja que te diga que lo eres todo para mí, aunque suene a frase manida por poetas y dramaturgos, de medio pelo o de calado eterno. Eres un mundo entero por descubrir con mares, ríos, lagos y tierra firme y fecunda, para que yo, con mi innata curiosidad, te descubra y me quede a vivir bajo la sombra de algún árbol tuyo que quizá sea tu brazo, tu mano extendida o una ráfaga de aire expelido desde tus entrañas con amor para calentarme o darme aliento, mientras busco algo de cobijo en tus palabras.
Deja que te explique que la vida es menos vida sin ti, que no tiene sentido alguno y que duele a morir. Que si nací varias veces fue para encontrarte una tras otra y fundirme a tu vera, en tu fuego, para quedarme en nada, sólo como parte de tu anatomía. Deja que te diga que quiero yacer a tu lado y no al lado de otro que desconozca, que no respiro bien si te alejas y que mi mente se enturbia si no te huelo, si no te siento, si no te toco, si no te amo, si no ciño mi cintura a tus deseos para dejarnos llevar por la noche, o el día, o la tarde… ¡Qué más da la hora! Si esto no es amar, ¿qué es?
Deja que te explique.
Nélida L. del Estal Sastre





























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