Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 27 de Febrero de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Zamora: pocos y cobardes

Zamora es una de las cinco provincias españolas en la que más de la mitad de los nacidos, junto a Soria, Cuenca, Ávila, Zamora o Teruel, residen lejos de su provincia natal

Marga GanadoHace unos siete años, Manuel Fuentes, de vacaciones, me llamaba desde el País Vasco. El que fuera dirigente del PSOE alucinaba con los pueblos de aquella región española por los que disfrutaba de su ocio y los comparaba con los nuestros. Cualquiera que haya salido de nuestra provincia y visitado otras regiones españolas, como la vasca o la catalana, apreciará que hay otras Españas muy diferentes a la que se vive en los pueblos zamoranos. Allí se alcanzó el progreso hace muchísimos años. Aquí, hemos llegado al cénit de retraso económico y cultural, al desierto demográfico. Ya no queda ni gente. Provincia de ancianos, de largos silencios, casi sintaxis de cementerio, y de resignación ante la muerte social.

 

Para enfatizar lo escrito en este primer párrafo, reproduzco parte de un informe de ABC sobre la emigración interior de los españoles, en el que Zamora aparece, junto a Soria, Ávila, Cuenca  y Teruel, en la que más de la mitad de los naturales residen lejos de su provincia natal. Extrapolemos: nuestra provincia tiene ahora 170.000 habitantes. De haberse industrializado, porque así lo quiso el Estado, como Valladolid y Burgos, contaría en este 2022, con al menos, 300.000 habitantes.

 

La apatía antropológica de los zamoranos, la felonía de sus políticos, siempre al servicio de sus partidos para no perder la bicoca del Senado, Congreso de los Diputados y Cortes de Castilla y León, más las decisiones adoptadas por los distintos ejecutivos de la nación, gobiernos del PSOE y PP, nos han situado al borde del abismo social.

 

Nuestra tierra, en una gran mayoría, se colocó al lado de Franco desde 1936. Durante los 40 años de dictadura, salvo el periodo en el que la Falange socializante mandó, con la figura de Carlos Pinilla como principal imagen zamorana en la política del régimen, con inversiones que aún permanecen en pie, a la vista de todos, tirios y troyanos, a esta provincia se la fue olvidando.

 

Después, con la llegada de la democracia, se nos borró de España. Zamora pasó a ser la tierra que regaba el río Leteo, el río del olvido para los griegos, el cauce que discurría por el Hades. Lo que invirtió el franquismo durante su régimen se arrancó de cuajo, desde las líneas férreas hasta el Regimiento Toledo, Prisión Provincial, Universidad Laboral, Iberduero, hasta más la profunda y letal reconversión agropecuaria. Ahora comprobamos los efectos. Añadamos la venta online, estocada en el corazón comercial de la ciudad, para comprender que nuestra sociedad se desmorona.  Solo el Estado podría suturar ese chorro de sangre económica y demográfica que sale a borbotones de nuestro cuerpo social.

 

No tengo fe ni en los representantes zamoranos de los partidos nacionales ni en que los zamoranos se rebelen. Abogo, pues, por la creación de un movimiento ciudadano que se ponga al frente de lo poco que nos queda de sociedad inteligente, decidida, concienciada, para enfrentarse al poder político regional y nacional. Hay que morir con las botas puestas. No podemos mantener la actitud del cordero. Ya está bien de poner la otra mejilla.

 

Del estado comatoso de nuestra sociedad, de su muerte en vida, de su agonía intelectual, buena prueba que sea Zamora10, una organización empresarial y de zamoranos con profesiones liberales, la que lidere proyectos de futuro para la ciudad y su provincia. También Viriatos Zamora, liderada por esa mujer laboriosa, inteligente y decidida que es Ana Morillo, se mueve para evitar el colapso de la economía provincial. Algunos partidos sin representación en las instituciones públicas ejercen de oposición desde una nada periodística.

 

Zamora se muere de rodillas, postrada, acobardada. Las exequias se están preparando. La pandemia vírica, a la que seguirá, en breve, cuando caigan las hojas de los árboles secos, la pandemia económica, aceleró el proceso hacia la inacción. Zamora no debe ser España. Quizá, algún día, Pedro Sánchez u otro presidente repetirán el testamento del monarca Fernando I:

“Allá en Castilla la Vieja –el rey se equivocó, porque era León- un rincón se me olvidaba, Zamora había por nombre, Zamora la bien cercada, de una parte la cerca el Duero; de otra, peña tajada; del otro la morería”.


Me temo que a nosotros, a los zamoranos, se nos considere ya parte de la morería. No contamos para nada. Somos muy pocos y cobardes.



Eugenio-Jesús de Ávila




 




 




 




 

 

 

 

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