POLÍTICA
Maíllo volverá a ser Martínez-Maíllo con la Presidencia de Feijóo
El Harakiri de Casado y la entronización de Núñez Feijóo como monarca del PP, partido presidencialista, significará, en nuestro espacio local y provincial, el regreso de Maíllo, que volverá a ser Martínez-Maíllo, con guión entre el primer y segundo de sus apellidos, que así parece aristocrático, porque se investirá, de nuevo, como jefe zamorano de los populares. En verdad, nunca dejó de mandar, porque Barrios siempre fue la voz de su amo. Maíllo compartió su gobernanza con el inefable Carnero, el Peter Lorre provinciano de esta comedia que es la política nacional. Miano se despedirá antes de que prescindan de sus servicios y Elvira Velasco, desaparecerá de las listas electorales en las próximas legislativas, a no ser que su amiga Ana Pastor, gallega de origen zamorano, le eche una mano.
Casado, aunque se lo pidió García Egea nada más hacerse con la Presidencia del PP, no cortó cabezas sorayistas, entre ellas las de Maíllo, porque prefirió la unidad del partido, según se cuenta en un magnífico libro de Graciano Palomo, “La larga marcha”, el periodista español que mejor conoce el PP por dentro. Entre las testas que deberían haber rodado la del actual senador por Zamora, al que se cita en numerosas ocasiones en esa obra. Pero el ex presidente del PP nacional, eligió la unidad…la decena y la centena, y ya se le arrojó a la zahúrda de la política, por espiar, denunciar e intentar decapitar a Isabel García Ayuso, el único miembro del PP, junto a Cayetana Álvarez de Toledo, en enfrentarse, y derrotar, al Gobierno de socialistas caballeristas y neocomunistas. Porque Feijóo es un gestor, jamás un político con brío, con fuerza, con carácter. Y si el PP no gobierna España, el gallego solo será un Rajoy en la oposición, soso y aburrido.
Pero el Partido Popular, si quiere imponerse al sanchismo en las urnas, debería sufrir una verdadera catarsis, más en Zamora, donde sus votantes se vienen pasando en masa a Vox, cuando la formación que lidera Abascal carece de un líder zamorano con carisma, con fuerza, con presencia en los medios. Pero, como a los dirigentes del PP de Zamora siempre les ha preocupado más su partido que su provincia, los zamoranos aprendieron que votar sus listas conduce a ninguna parte, hacía donde camina esta desgraciada y desamparada provincia.
Quizá Isabel Blanco, que tiene cara de buena persona, asuma la complicada tarea de limpiar la roña política que ensucia su partido desde que condenaron al ostracismo, echaron, al político más honrado que conocieron los populares por estos pagos, J.Antolín Martín, para llegar, años después, a la canallada de tenderle una trampa a Rosa Valdeón, la heredera de Juan Vicente Herrera. Dudo que la consejera de Familia en funciones tenga agallas y apoyos suficientes para que Víctor Gallego reluzca, fije y dé esplendor a la política local.
Maíllo volverá a ser Martínez-Maíllo merced a otro gallego: Núñez Feijóo, que lo traerá montado en la grupa de su caballo popular. Y Zamora seguirá muriéndose con esta gente en la res pública.
Eugenio-Jesús de Ávila
El Harakiri de Casado y la entronización de Núñez Feijóo como monarca del PP, partido presidencialista, significará, en nuestro espacio local y provincial, el regreso de Maíllo, que volverá a ser Martínez-Maíllo, con guión entre el primer y segundo de sus apellidos, que así parece aristocrático, porque se investirá, de nuevo, como jefe zamorano de los populares. En verdad, nunca dejó de mandar, porque Barrios siempre fue la voz de su amo. Maíllo compartió su gobernanza con el inefable Carnero, el Peter Lorre provinciano de esta comedia que es la política nacional. Miano se despedirá antes de que prescindan de sus servicios y Elvira Velasco, desaparecerá de las listas electorales en las próximas legislativas, a no ser que su amiga Ana Pastor, gallega de origen zamorano, le eche una mano.
Casado, aunque se lo pidió García Egea nada más hacerse con la Presidencia del PP, no cortó cabezas sorayistas, entre ellas las de Maíllo, porque prefirió la unidad del partido, según se cuenta en un magnífico libro de Graciano Palomo, “La larga marcha”, el periodista español que mejor conoce el PP por dentro. Entre las testas que deberían haber rodado la del actual senador por Zamora, al que se cita en numerosas ocasiones en esa obra. Pero el ex presidente del PP nacional, eligió la unidad…la decena y la centena, y ya se le arrojó a la zahúrda de la política, por espiar, denunciar e intentar decapitar a Isabel García Ayuso, el único miembro del PP, junto a Cayetana Álvarez de Toledo, en enfrentarse, y derrotar, al Gobierno de socialistas caballeristas y neocomunistas. Porque Feijóo es un gestor, jamás un político con brío, con fuerza, con carácter. Y si el PP no gobierna España, el gallego solo será un Rajoy en la oposición, soso y aburrido.
Pero el Partido Popular, si quiere imponerse al sanchismo en las urnas, debería sufrir una verdadera catarsis, más en Zamora, donde sus votantes se vienen pasando en masa a Vox, cuando la formación que lidera Abascal carece de un líder zamorano con carisma, con fuerza, con presencia en los medios. Pero, como a los dirigentes del PP de Zamora siempre les ha preocupado más su partido que su provincia, los zamoranos aprendieron que votar sus listas conduce a ninguna parte, hacía donde camina esta desgraciada y desamparada provincia.
Quizá Isabel Blanco, que tiene cara de buena persona, asuma la complicada tarea de limpiar la roña política que ensucia su partido desde que condenaron al ostracismo, echaron, al político más honrado que conocieron los populares por estos pagos, J.Antolín Martín, para llegar, años después, a la canallada de tenderle una trampa a Rosa Valdeón, la heredera de Juan Vicente Herrera. Dudo que la consejera de Familia en funciones tenga agallas y apoyos suficientes para que Víctor Gallego reluzca, fije y dé esplendor a la política local.
Maíllo volverá a ser Martínez-Maíllo merced a otro gallego: Núñez Feijóo, que lo traerá montado en la grupa de su caballo popular. Y Zamora seguirá muriéndose con esta gente en la res pública.
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