SEMANA SANTA
El Coro del Jesús Yacente, "Bombardino de las Capas Pardas 2022"
En el día de hoy, dos de marzo de dos mil veintidós, miércoles de Ceniza, se ha reunido en León el jurado de la concesión del Bombardino de las Capas Pardas, tal y como especifica la base cuarta del reglamento que rige la misma, aprobado en el acta fundacional del galardón de uno de marzo de dos mil diecisiete. Este galardón fue instituido aquel año por don Agustín Lorenzo Gómez, en recuerdo de los cuarenta años (1968-2008), que participó como bombardino en la procesión de la Hermandad de Penitencia y en su condición de creador de dicho sonido en esa procesión, convertido con el paso del tiempo en uno de los sonidos más identificativos y populares de la Semana Santa de Zamora.
Además del promotor de la distinción, son miembros del jurado don Antonio Martín Alén en su condición de Presidente de la Hermandad de Penitencia y los hermanos de la misma, Francisco Gustav
Cumpliendo la base séptima del citado reglamento sobre propuestas de candidatos y conocidas varias, el jurado acuerda por unanimidad conceder el galardón del presente año, el cuarto desde su institución, al CORO DE LA PENITENTE HERMANDAD DE JESUS YACENTE DE ZAMORA, formado por más de dos centenares de zamoranos, muchos de ellos hermanos y los más, entusiastas aficionados al canto, que hacen realidad cada año en la noche del Jueves Santo la magnífica y emocionante interpretación del Miserere en la plaza de Viriato, impresionante colofón a la procesión de esta Hermandad y que es hoy día uno de los cuadros de mayor impacto espiritual y estético de la Semana Santa de Zamora.
Resumimos en la presente acta los datos más significativos de la historia de este grupo coral y de ese piadoso momento, realmente admirable, así como de las personas que lo hicieron posible a lo largo de todos estos años. Nos remontamos a los orígenes del canto del Miserere en el final de la procesión de Jesús Yacente, una propuesta realizada al Cabildo mayor de la Hermandad el 21 de marzo de 1952, doce años después de la fundación de la hermandad y de su primera procesión.
Esta propuesta estaba firmada por los hermanos Bernardo Carrascal Modroño, Tomás Salvador Martín y Francisco Alonso Hernández.
Al año siguiente, 1953, el canto del miserere ya se celebró con la mayor dignidad. Con ese fin la hermandad contactó con el sacerdote don Jerónimo Aguado González, discípulo de don Gaspar de Arabaolaza. Este sacerdote de origen guipuzcoano y excelso compositor, fue maestro de capilla de la Catedral y profesor de música en la antigua escuela normal del Magisterio, figura relevante en el patrimonio musical de nuestra diócesis y de la iglesia española por la enorme popularidad que alcanzaron algunas de sus composiciones litúrgicas. Don Jerónimo, natural del pueblo de Arquillinos, había sido niño cantor en el coro catedralicio, entusiasmado por la música, fue discípulo y admirador de Arabaolaza, organista de la Catedral y profesor de música y religión durante muchos años en el Instituto María de Molina de la ciudad.
Como sacerdote estuvo siempre ligado, hasta su muerte, a la parroquia de San Vicente, en la que era un sacerdote más al servicio de la feligresía. Don Jerónimo aceptó encantado el encargo de la Hermandad y para salir del paso con brillantez, reclutó a dieciséis zamoranos, seis tenores, cinco barítonos y cinco bajos, muchos de ellos miembros de la coral Zamora y eligió el Miserere compuesto por un padre paúl, José María Alcacer Martínez, C.M. que ya por entonces gozaba de una merecida fama como compositor de temas religiosos. Se trata de una partitura en la que los versículos impares son del puro canto gregoriano y los pares forman un fabordón para tres voces escrito por el referido religioso. El caso es que la composición encajó perfectamente en el corazón de esa noche y hermandad y ya fue consustancial a ellas.
Era la noche del jueves santo 2 de abril de 1953 cuando la plaza, entonces conocida como de Cánovas, hoy de Viriato, se quedó envuelta en el místico canto alrededor de la imagen del Cristo Yacente. En los años siguientes se reforzó el improvisado coro con algunos miembros más hasta 1960 en que se hace cargo del canto la Schola cantorum del Seminario Mayor, que dirigía otro sacerdote de reconocido prestigio en el mundo de la música religiosa, don Fabriciano Martin Avedillo, que llegó a ser también maestro de capilla de la Catedral y profesor de música en ambos seminarios zamoranos, mayor y menor.
nte la acusada falta de vocaciones, en 1969 el seminario mayor se traslada a Salamanca donde los aspirantes al sacerdocio seguirán sus estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia. Con ello, la schola cantorum desaparece y la hermandad se topa con la dificultad de disponer de un coro que interprete el miserere esa noche. De esta forma y con el abono de su coste por la Junta pro Semana Santa, la hermandad contrata diversos coros estables de provincias cercanas, León, Burgos o Valladolid, aunque el Miserere interpretado no sea el compuesto por el P. Alcacer, ya muy arraigado en ese momento.
Los principales miembros del cabildo menor no están satisfechos con esta fórmula de la contratación foránea y en 1978 piden a don Jerónimo que se haga cargo de nuevo de la entonación del miserere del P. Alcacer con la elección de nuevas voces. El venerable sacerdote, como en 1953, pone manos a la obra y consigue reunir a un amplio número de coralistas de distintas formaciones y de aficionados con los que, meses después, en noviembre de ese mismo año, creará ya de forma oficial el Coro Sacro Zamora. Dos años después, en 1980, el coro incorporará voces femeninas y se convertirá, con el paso del tiempo, en una inestimable aportación al culto en las más relevantes festividades litúrgicas de la Iglesia zamorana, amén de ampliar su repertorio a piezas de otro carácter más lúdico y tradicional, que consolidan la categoría de esta agrupación.
En el año 2003 con la muerte de don Jerónimo, el coro pasa a denominarse Coro Sacro Jerónimo Aguado en homenaje a su fundador y alma, y se hace cargo de su dirección uno de sus miembros, Pablo Durán Campos, que ha sabido continuar en la línea emprendida por su antecesor aún con las dificultades de poder encontrar en los tiempos que corren voces jóvenes que gusten de la música coral. El jurado quiere resaltar por último que este galardón desea reconocer no solamente la labor del ejemplar sacerdote ya fallecido, fundador del coro sacro Zamora y de todos sus miembros de entonces y de ahora sino también de forma muy especial a los muchos zamoranos que, siendo o no miembros de la penitente hermandad asisten cada año los sábados de cuaresma a los ensayos del miserere, antes en San Andrés y ahora en Santa María la Nueva, y participan en tan solemne y emocionante momento, contribuyendo de una forma sustancial a la grandeza y sentimiento del canto al sumar más de doscientas voces al coro sacro original.
El jurado finalmente propone a la junta directiva de la Hermandad de Penitencia que, tal y como indica la base octava del reglamento de su concesión, la entrega del galardón al Coro, en las personas de algunos de sus miembros y del Cabildo menor de la Penitente Hermandad, se efectúe en el templo de San Claudio de Olivares, sede canónica de nuestra Hermandad de Penitencia, al final de la Eucaristía y rito de entrada de nuevos hermanos que en el presente año tendrá lugar el sábado día dos de abril a las ocho de la tarde.
En León, a 2 de marzo de 2022
Agustín Lorenzo Gómez, promotor.
Francisco Gustavo Cuesta de Reyna, conde de Oricaín
Luis Felipe Delgado de Castro
José Fernández Brezmes
Luis Jaramillo Guerreira
Antonio Martín Alén, presidente de la Hermandad de Penitencia
En el día de hoy, dos de marzo de dos mil veintidós, miércoles de Ceniza, se ha reunido en León el jurado de la concesión del Bombardino de las Capas Pardas, tal y como especifica la base cuarta del reglamento que rige la misma, aprobado en el acta fundacional del galardón de uno de marzo de dos mil diecisiete. Este galardón fue instituido aquel año por don Agustín Lorenzo Gómez, en recuerdo de los cuarenta años (1968-2008), que participó como bombardino en la procesión de la Hermandad de Penitencia y en su condición de creador de dicho sonido en esa procesión, convertido con el paso del tiempo en uno de los sonidos más identificativos y populares de la Semana Santa de Zamora.
Además del promotor de la distinción, son miembros del jurado don Antonio Martín Alén en su condición de Presidente de la Hermandad de Penitencia y los hermanos de la misma, Francisco Gustav
Cumpliendo la base séptima del citado reglamento sobre propuestas de candidatos y conocidas varias, el jurado acuerda por unanimidad conceder el galardón del presente año, el cuarto desde su institución, al CORO DE LA PENITENTE HERMANDAD DE JESUS YACENTE DE ZAMORA, formado por más de dos centenares de zamoranos, muchos de ellos hermanos y los más, entusiastas aficionados al canto, que hacen realidad cada año en la noche del Jueves Santo la magnífica y emocionante interpretación del Miserere en la plaza de Viriato, impresionante colofón a la procesión de esta Hermandad y que es hoy día uno de los cuadros de mayor impacto espiritual y estético de la Semana Santa de Zamora.
Resumimos en la presente acta los datos más significativos de la historia de este grupo coral y de ese piadoso momento, realmente admirable, así como de las personas que lo hicieron posible a lo largo de todos estos años. Nos remontamos a los orígenes del canto del Miserere en el final de la procesión de Jesús Yacente, una propuesta realizada al Cabildo mayor de la Hermandad el 21 de marzo de 1952, doce años después de la fundación de la hermandad y de su primera procesión.
Esta propuesta estaba firmada por los hermanos Bernardo Carrascal Modroño, Tomás Salvador Martín y Francisco Alonso Hernández.
Al año siguiente, 1953, el canto del miserere ya se celebró con la mayor dignidad. Con ese fin la hermandad contactó con el sacerdote don Jerónimo Aguado González, discípulo de don Gaspar de Arabaolaza. Este sacerdote de origen guipuzcoano y excelso compositor, fue maestro de capilla de la Catedral y profesor de música en la antigua escuela normal del Magisterio, figura relevante en el patrimonio musical de nuestra diócesis y de la iglesia española por la enorme popularidad que alcanzaron algunas de sus composiciones litúrgicas. Don Jerónimo, natural del pueblo de Arquillinos, había sido niño cantor en el coro catedralicio, entusiasmado por la música, fue discípulo y admirador de Arabaolaza, organista de la Catedral y profesor de música y religión durante muchos años en el Instituto María de Molina de la ciudad.
Como sacerdote estuvo siempre ligado, hasta su muerte, a la parroquia de San Vicente, en la que era un sacerdote más al servicio de la feligresía. Don Jerónimo aceptó encantado el encargo de la Hermandad y para salir del paso con brillantez, reclutó a dieciséis zamoranos, seis tenores, cinco barítonos y cinco bajos, muchos de ellos miembros de la coral Zamora y eligió el Miserere compuesto por un padre paúl, José María Alcacer Martínez, C.M. que ya por entonces gozaba de una merecida fama como compositor de temas religiosos. Se trata de una partitura en la que los versículos impares son del puro canto gregoriano y los pares forman un fabordón para tres voces escrito por el referido religioso. El caso es que la composición encajó perfectamente en el corazón de esa noche y hermandad y ya fue consustancial a ellas.
Era la noche del jueves santo 2 de abril de 1953 cuando la plaza, entonces conocida como de Cánovas, hoy de Viriato, se quedó envuelta en el místico canto alrededor de la imagen del Cristo Yacente. En los años siguientes se reforzó el improvisado coro con algunos miembros más hasta 1960 en que se hace cargo del canto la Schola cantorum del Seminario Mayor, que dirigía otro sacerdote de reconocido prestigio en el mundo de la música religiosa, don Fabriciano Martin Avedillo, que llegó a ser también maestro de capilla de la Catedral y profesor de música en ambos seminarios zamoranos, mayor y menor.
nte la acusada falta de vocaciones, en 1969 el seminario mayor se traslada a Salamanca donde los aspirantes al sacerdocio seguirán sus estudios eclesiásticos en la Universidad Pontificia. Con ello, la schola cantorum desaparece y la hermandad se topa con la dificultad de disponer de un coro que interprete el miserere esa noche. De esta forma y con el abono de su coste por la Junta pro Semana Santa, la hermandad contrata diversos coros estables de provincias cercanas, León, Burgos o Valladolid, aunque el Miserere interpretado no sea el compuesto por el P. Alcacer, ya muy arraigado en ese momento.
Los principales miembros del cabildo menor no están satisfechos con esta fórmula de la contratación foránea y en 1978 piden a don Jerónimo que se haga cargo de nuevo de la entonación del miserere del P. Alcacer con la elección de nuevas voces. El venerable sacerdote, como en 1953, pone manos a la obra y consigue reunir a un amplio número de coralistas de distintas formaciones y de aficionados con los que, meses después, en noviembre de ese mismo año, creará ya de forma oficial el Coro Sacro Zamora. Dos años después, en 1980, el coro incorporará voces femeninas y se convertirá, con el paso del tiempo, en una inestimable aportación al culto en las más relevantes festividades litúrgicas de la Iglesia zamorana, amén de ampliar su repertorio a piezas de otro carácter más lúdico y tradicional, que consolidan la categoría de esta agrupación.
En el año 2003 con la muerte de don Jerónimo, el coro pasa a denominarse Coro Sacro Jerónimo Aguado en homenaje a su fundador y alma, y se hace cargo de su dirección uno de sus miembros, Pablo Durán Campos, que ha sabido continuar en la línea emprendida por su antecesor aún con las dificultades de poder encontrar en los tiempos que corren voces jóvenes que gusten de la música coral. El jurado quiere resaltar por último que este galardón desea reconocer no solamente la labor del ejemplar sacerdote ya fallecido, fundador del coro sacro Zamora y de todos sus miembros de entonces y de ahora sino también de forma muy especial a los muchos zamoranos que, siendo o no miembros de la penitente hermandad asisten cada año los sábados de cuaresma a los ensayos del miserere, antes en San Andrés y ahora en Santa María la Nueva, y participan en tan solemne y emocionante momento, contribuyendo de una forma sustancial a la grandeza y sentimiento del canto al sumar más de doscientas voces al coro sacro original.
El jurado finalmente propone a la junta directiva de la Hermandad de Penitencia que, tal y como indica la base octava del reglamento de su concesión, la entrega del galardón al Coro, en las personas de algunos de sus miembros y del Cabildo menor de la Penitente Hermandad, se efectúe en el templo de San Claudio de Olivares, sede canónica de nuestra Hermandad de Penitencia, al final de la Eucaristía y rito de entrada de nuevos hermanos que en el presente año tendrá lugar el sábado día dos de abril a las ocho de la tarde.
En León, a 2 de marzo de 2022
Agustín Lorenzo Gómez, promotor.
Francisco Gustavo Cuesta de Reyna, conde de Oricaín
Luis Felipe Delgado de Castro
José Fernández Brezmes
Luis Jaramillo Guerreira
Antonio Martín Alén, presidente de la Hermandad de Penitencia





















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