Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Miércoles, 02 de Marzo de 2022
AGRICULTURA Y GANADERÍA

El sector primario, el más dinámico de nuestra provincia, en peligro

[Img #62961]Aserto: el sector más joven, rebelde y auténtico de nuestra Zamora es el primario. Nuestros agricultores y ganaderos se manifiestan, exigen y piensan. No les dan miedo las administraciones, ni los caciques, ni los politicastros. Forman, además, el sector más dinámica de nuestra decimonónica sociedad. Ellos conjugan el presente y el futuro de nuestra tierra. La sociedad urbana agoniza, acogotada, acojonada, acobardada. Esta mañana, ante esa emotiva, emocionante, potente protesta de los hijos del campo, de los escrutadores nubes, de los ingenieros del sol, los zamoranos de la capital, que son hijos o nietos o bisnietos de gente del agro, deberían haber aplaudido al paso de los tractores. Nada. Miraban como lelos, como cuando, no ha mucho tiempo, se pasaban las horas perdidas viendo cómo las máquinas excavaban solares para iniciar la construcción de edificios.

 

La Zamora ciudadana está, pero no es. Nuestros comerciantes, de capa caída ahora, vivieron y viven  al ritmo de las cosechas, de los rendimientos del ganado. Grandes firmas comerciales zamoranas alcanzaron fama regional, merced al gasto del sector primario en los negocios de la capital: ropa, calzado, electrodomésticos, bares, cafeterías, restaurantes, cines y teatros.

 

La silente, pero profunda, reconversión agropecuaria, exigida por Francia y Alemania, principalmente, para que España entrara en la Comunidad Económica Europea, condenó al campo español a vivir en condiciones muy inferiores a los agricultores y ganaderos galos y germanos. Los hijos y nietos de los señores de la tierra abandonaron la profesión de sus padres y abuelos. Estudiaron, concluyeron sus carreras universitarias y se colocaron allende nuestras fronteras provinciales. Pero los que permanecieron fieles a su amante, la tierra, invirtieron en la transformación de cultivos, construyeron espléndidas y modernas naves para la atención a sus cabañas ganaderas. El coste económico ha sido muy elevado. Verbigracia: tractores que recorrieron esta mañana el centro de la ciudad tienen un coste entre 200.000 y 300.000 euros. Llevar al regadío a sus tierras, para aumentar la producción, cosechadoras y otra maquinaria industrial conforman nuestro sector primario en el más avanzado de Zamora. Las industrias transformadoras de las excelentes materias primas que produce nuestra tierra también forman parte del potencial agropecuario provincial. Es lo que tenemos. De lo que podemos presumir los zamoranos.

 

Ahora bien, aquella venta barata del felipismo a Europa, a cambió de la llegada a España de extraordinarias sumas de dinero para construir infraestructuras de comunicaciones, de las que se beneficiaron, además de los españoles,  las clases medias y trabajadoras europeas, y aumentar el nivel de vida de los españoles urbanitas, muestra su faz auténtica ahora, en esta tercera década del siglo XXI, cuando la pandemia vírica y económica, el descomunal aumento de los precios de la electricidad y los combustibles, a los que se suma la locura de ex KGB Putin, nieto del cocinero del genocida Lenin, han colocado en un callejón sin salida  a agricultores y ganaderos de nuestra tierra. Si en la última  década abandonaron el campo más de 2.000 agricultores y se cerraron 4.000 explotaciones ganaderas, si la administraciones central y autonómica no arbitran medidas que favorezcan al sector primario de Castilla y León, los que vivimos en las ciudades padeceremos, a no tardar, una subida extraordinaria de productos de primera necesidad y escasez en los mercados de productos procedentes del campo y la ganadería.

 

Zamora, sin agricultores y ganaderos, no es nadie, solo un museo del arte románico, del modernismo y eclecticismo y con una Semana Santa muy bonita. Nuestros políticos, si se consideran zamoranos, están obligados a defender a nuestro sector primario en las Cortes de Castilla y León y en el Congreso de los Diputados. Y si no llevan la voz del pueblo a los parlamentos, mostraron su indignidad para representarnos.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

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